Chapitre 10 : "L'Attente" ⏳

Elena estaba en su tienda de flores, rodeada por la fragancia dulce de las rosas y las violetas, pero algo no estaba bien. La luz que entraba por la ventana no tenía la calidez de antes, como si todo estuviera cubierto por una capa de niebla. Estaba pensando en Daniel, como lo hacía muchas veces desde aquella tarde en la librería. Cada palabra que él había dicho resonaba en su mente, pero las dudas aún la atormentaban.

"¿Estaré tomando la decisión correcta?" se preguntaba mientras acomodaba un ramo de lilas en el mostrador. A veces el amor parecía tan simple cuando lo veía desde lejos, pero ahora, de cerca, era complicado, y su miedo a lo desconocido se mezclaba con la esperanza de algo hermoso.

El sonido de la campanilla de la puerta la sacó de su reflexión. Alzó la mirada y vio a Daniel, entrando lentamente como si no quisiera interrumpir la paz de su pequeño refugio. Un saludo en francés se asomó en sus labios, pero se detuvo al ver la expresión de Elena. Había algo en ella, algo que le decía que no todo estaba bien.

"Salut, Elena."

"Bonjour, Daniel," respondió ella con una sonrisa tímida, aunque aún parecía perdida en sus pensamientos.

Se quedó en silencio por un momento, observando cómo él recorría el espacio con los ojos, fijándose en las flores, los jarrones, los pequeños detalles que hacían de su tienda algo único. No podía evitar sonreír ante su familiaridad. En aquel espacio lleno de colores y fragancias, él parecía estar en su elemento, en paz.

Finalmente, Daniel se acercó al mostrador donde ella estaba trabajando. La miró a los ojos, y en su mirada había una mezcla de ternura y algo más. Elena sintió que algo dentro de ella se removía, un deseo por romper las barreras, pero no estaba segura de cómo hacerlo.

"Me alegra verte," dijo él, su voz suave, casi como un susurro. La calidez de sus palabras la envolvió, pero Elena no sabía si estaba lista para dar el siguiente paso.

"Lo sé," respondió ella, y por un instante, sus manos se encontraron sobre el mostrador, como si por fin se atrevieran a tocarse sin que eso significara algo más grande. Pero lo significaba. Lo sabía.

Había algo en el aire entre ellos que, a pesar de ser suave, tenía un peso. Elena cerró los ojos por un momento, buscando el valor en su interior, el valor que tanto le había faltado en su vida. El amor no era algo que debía temer, sino algo que debía abrazar, aunque no supiera cómo hacerlo.

"Daniel... No sé qué hacer con todo esto," dijo ella finalmente, levantando la mirada hacia él, dejando que su vulnerabilidad se mostrara. "Me asusta la idea de perder el control. Siempre he tenido mi vida organizada, mis flores, mis libros... Pero contigo siento que todo se desordena."

Él la miró con la comprensión de alguien que había estado esperando ese momento, ese instante en el que Elena realmente se abría. Daniel no tenía todas las respuestas, pero sabía lo que sentía, y eso era suficiente.

"Elena," comenzó, sus manos buscando las suyas, esta vez sin dudar. "El amor no se trata de control. Es caos, es belleza, es pasión, pero también es paciencia. Si me permites, quiero ser parte de ese caos contigo. No tienes que tener todo bajo control. No me importa lo que no sabes. Solo quiero estar aquí, contigo."

Elena lo miró a los ojos, y por primera vez, no vio a un hombre que venía a complicar su vida, sino a alguien que quería compartirla con ella, alguien dispuesto a caminar a su lado, aunque todo pareciera incierto.

"Lo que quiero es aprender a vivir el amor," susurró Elena, como si las palabras fueran la clave para abrir algo dentro de ella. "Quiero intentarlo, Daniel, pero a mi ritmo. Paso a paso."

"Paso a paso," repitió él, con una sonrisa que iluminó su rostro.

Elena se sintió segura, aunque aún llena de dudas. Pero en ese momento, algo dentro de ella cambió. Sabía que su vida no volvería a ser la misma, pero ya no le temía. A su lado estaba Daniel, y con él, quizás podría aprender a dejarse llevar por el amor.