La tarde había comenzado tranquila, pero una niebla espesa comenzó a cubrir París, transformando la ciudad en un lugar misterioso. Elena y Daniel caminaban por las calles empedradas del Marais, disfrutando del fresco aire otoñal, sin saber que lo que estaba por suceder cambiaría todo entre ellos.
"Hace frío," comentó Elena, abrazándose a sí misma, pero no de incomodidad, sino más bien para contener una sensación extraña que le había invadido. Una inquietud inexplicable.
Daniel, notando su incomodidad, la miró con preocupación. "¿Te sientes bien?"
Elena asintió, pero algo en su expresión no era del todo convincente. "Solo es... una sensación rara. Como si algo fuera a pasar."
Antes de que pudiera añadir más, un ruido fuerte interrumpió sus pensamientos. Un coche se detuvo bruscamente a pocos metros de ellos. La puerta se abrió, y un hombre, con un rostro severo, salió rápidamente.
Elena lo reconoció al instante: era el hermano de Marc, Étienne. La tensión en su cuerpo aumentó al ver su figura en medio de la niebla. Étienne nunca había sido una persona amable, y su presencia en ese momento solo traía más incertidumbre.
"¡Elena!" gritó Étienne, acercándose rápidamente. "¡Tengo que hablar contigo!"
Daniel dio un paso al frente, colocando su cuerpo de manera protectora entre ella y Étienne. "¿Qué quieres?" su voz era grave, desafiante. La protección que Daniel sentía por Elena era palpable, su mano apretando la suya con fuerza.
"No tengo nada que hablar contigo," dijo Étienne con desprecio, ignorando por completo a Daniel. Su mirada estaba fija en Elena. "Es sobre Marc... Él está en problemas."
Elena sintió un nudo en el estómago. La mención de Marc siempre la perturbaba, pero ahora, algo en el tono de Étienne la alertó. "¿Qué pasa con Marc?"
Étienne vaciló por un momento, claramente incómodo. "No puedo decirte todo, pero está en peligro. Y tú... necesitas venir conmigo, o la situación empeorará."
Daniel, que hasta ese momento había permanecido tranquilo, frunció el ceño. "¿Qué clase de peligro?"
Étienne lo miró de nuevo, con desdén. "Eso no te concierne."
Elena, aunque asustada, sintió una extraña necesidad de ir con Étienne. Algo le decía que no podía dejar que Marc enfrentara lo que sea que estuviera pasando, especialmente si su vida estaba en juego. Pero también sabía que ir con Étienne podría ser un error.
"Daniel..." comenzó, mirando al hombre a su lado, buscando algo en su rostro que la guiara. "Debo ir. No puedo ignorarlo."
Daniel la miró fijamente, su rostro tenso. El dilema era evidente. Por un lado, no quería dejarla ir con Étienne, pero por otro, sabía lo que Marc había representado en su vida. "Elena..."
"Te prometo que volveré," insistió ella, tomando su mano con firmeza. "Confía en mí."
Finalmente, Daniel suspiró y asintió, aunque la preocupación seguía brillando en sus ojos. "Solo ten cuidado. Te esperaré aquí."
Elena se alejó, siguiendo a Étienne hacia el coche que la esperaba, mientras Daniel permanecía allí, mirando cómo ella se alejaba. Su corazón latía con fuerza, pero no podía hacer nada para detenerla. Solo esperaba que regresara sana y salva.
El trayecto fue rápido y tenso, las calles desiertas reflejaban la calma engañosa de la ciudad. Elena sentía un nudo en el estómago, mientras Étienne conducía en silencio. Finalmente, llegaron a un edificio oscuro y sombrío en el Barrio Latino. Elena se bajó del coche, mirando a su alrededor, preguntándose qué la esperaba.
"Marc está dentro," dijo Étienne, señalando la puerta con un gesto de la cabeza.
Elena sintió una extraña inquietud al cruzar el umbral de la puerta. El edificio estaba desordenado, como si hubiera sido abandonado por años. En el fondo, una luz débil iluminaba lo que parecía ser una oficina.
Al entrar, Elena vio a Marc, sentado en una silla, con una herida visible en el brazo. Él la miró, sorprendido, y se levantó lentamente.
"Elena... tú... no debías estar aquí," dijo Marc, su voz grave y llena de dolor.
"¿Qué te ha pasado?" preguntó ella, acercándose rápidamente.
Marc intentó levantarse, pero se tambaleó. "No tengo mucho tiempo. Ellos están cerca... no sé cuánto tiempo puedo..."
De repente, la puerta se cerró de golpe, y una figura oscura apareció en la entrada. Elena no pudo evitar gritar. "¡Daniel!"
Daniel, que había seguido sus pasos en silencio, irrumpió en la habitación, con los ojos ardientes de furia y preocupación. "¿Estás bien?"
Antes de que Elena pudiera responder, la figura en la puerta se acercó rápidamente, y una ráfaga de disparos resonó por todo el edificio. El aire se llenó de caos, y Elena sintió una oleada de terror. La violencia que los rodeaba no era algo que había imaginado.
Daniel, con reflejos rápidos, empujó a Elena hacia el suelo, protegiéndola con su cuerpo. Los disparos seguían resonando, y él gritó a Étienne que corriera hacia la salida.
"¡Corre, Elena!" le gritó Daniel, con la respiración entrecortada. La luz de la lámpara temblaba en el rincón, iluminando solo fragmentos de la escena caótica.
Elena, con el corazón palpitante, solo pudo tomar la mano de Daniel, levantándose del suelo y corriendo hacia la salida, el sonido de los disparos cada vez más cerca.
La lluvia comenzó a caer con fuerza, y mientras corrían por las calles mojadas, Elena sintió que la tormenta que se desataba en París no solo era climática, sino también en su corazón.
Todo lo que había creído saber sobre el amor y la seguridad ahora estaba en juego. Y la realidad de su vida con Daniel nunca había sido tan incierta.