Cartas de medianoche en París

Chapitre 21 : "La Lettre d'Adieu" ✉️

Elena había pasado la mañana sumida en la rutina, entre flores y aromas que ya no la tranquilizaban como antes. Algo faltaba. Era una sensación extraña, como si el tiempo hubiera dejado de moverse, pero su corazón seguía acelerado, esperando algo que no sabía cómo nombrar.

Esa tarde, cuando el sol ya comenzaba a esconderse tras los tejados de París, Elena llegó a la floristería después de un largo día en el mercado. Entró por la puerta de madera, como siempre, y el sonido familiar de las campanillas le dio la bienvenida. Pero algo era diferente. El lugar parecía más silencioso de lo habitual. La luz de la tarde filtraba a través de las ventanas, iluminando los rincones del espacio con una calidez nostálgica. Sin embargo, lo que la hizo detenerse no fue el ambiente, sino lo que vio sobre el mostrador.

Un sobre de papel, delicadamente doblado, reposaba sobre un pequeño ramo de flores frescas. No tenía nombre, solo un pequeño dibujo de una flor que Elena reconoció al instante. Era la flor que Daniel le había regalado el día que se conocieron.

Con las manos temblorosas, Elena tomó el sobre y, sin pensarlo mucho, lo abrió. Dentro, encontró una carta escrita a mano, con la caligrafía familiar de Daniel.

"Mi querida Elena,"

"Je t’écris cette lettre avec un cœur lourd, mon amour. Me siento incapaz de escribir todo lo que siento en estas pocas líneas, pero haré mi mejor esfuerzo."

"Las cosas han cambiado, y no de la forma en que esperaba. Mi madre está gravemente enferma, y debo regresar a mi país con urgencia. Me sorprende lo rápido que pueden cambiar las circunstancias, como si el destino jugara con nosotros. El amor que siento por ti no ha cambiado. Al contrario, se ha fortalecido, pero mis obligaciones ahora están en otro lugar, en un hogar que me necesita más que nunca."

"No sé cuánto tiempo estaré lejos, pero quiero que sepas que cada momento que pasamos juntos estará grabado en mi corazón, y que volveré tan pronto como pueda. Esta ciudad será nuestra, no importa cuántos kilómetros nos separen. Mi amor por ti es más fuerte que cualquier distancia, y cuando regrese, lo único que quiero es encontrarme contigo, en ese lugar que tú y yo hemos creado, entre palabras, flores y suspiros."

"Je t’aime, Elena, y te prometo que volveré. Aunque no pueda estar a tu lado ahora, siempre estaré contigo en espíritu."

"Sé que esto es una despedida, pero también es una promesa. Volveré, lo juro."

"Con todo mi amor,"

"Daniel"

Elena se quedó mirando la carta por varios minutos. Cada palabra parecía haber sido escrita para ella, con tanta honestidad y ternura, que su corazón se encogió. No podía creer que Daniel se estuviera yendo, pero entendía. Su madre necesitaba a su hijo, y a veces la vida no podía esperar.

Sin embargo, el dolor no desapareció. En lugar de eso, una sensación de vacío llenó su pecho. La idea de esperar, de no saber cuánto tiempo pasaría antes de verlo nuevamente, la angustió más de lo que esperaba. ¿Volvería realmente? Pensó. ¿O esta sería la última vez que tendría noticias suyas?

Suspiró, pasando los dedos por las palabras de la carta. Al final, encontró consuelo en una frase que se repetía una y otra vez en su cabeza: "Volveré."

Elena guardó la carta con cuidado en su bolso, sintiendo una mezcla de emociones que no sabía cómo procesar. Se sentó en el banco cerca de la ventana, mirando el cielo de París mientras caía la noche. Sabía que tendría que ser fuerte, que la vida seguiría adelante, pero el amor que sentía por Daniel era un peso pesado en su alma. Lo deseaba con una intensidad que no había conocido antes, pero la incertidumbre de su regreso la mantenía en vilo.

"Je t’attendrai," susurró, como si él pudiera oírla desde algún rincón del mundo. "Te esperaré."

Elena dejó la carta sobre la mesa y salió al pequeño balcón de la floristería. El aire frío de la noche la abrazó, y la ciudad, con sus luces titilantes, parecía ofrecerle consuelo. París, la ciudad del amor, la ciudad donde había encontrado a Daniel, ahora era el lugar donde tendría que esperar.

"Je reviendrai," murmuró de nuevo, mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. "Volveré..."




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