He de sentir ese fastidioso sentimiento de nostalgia al saber que no volveré a este lugar. Uno el cual me vio crecer y me educó hasta convertirme en lo que soy ahora. Ésta, sin duda fue la mejor etapa de mi vida y la peor también. En este lugar que fue mi segundo hogar reí, lloré, peleé, encontré amistades tanto sinceras como hipócritas, me traicionaron y me mostraron lealtad. Encontré gente que cambio mi forma de pensar y actuar, personas que me aconsejaron para bien o para mal. Aprecié lo que es tener una pareja, un beso real y tuve la experiencia de lo perverso del ser humano. Encontré seres tan locos como yo al igual que talentosos.
Hice infinidades de cosas en este sitio que dejaron marca en mi cuerpo y alma. Una que nunca se borrará ni siquiera con el paso del tiempo. ¿Quién diría que marcharme me dolería tanto? Fuiste y seguirás siendo mi lugar favorito para olvidar las penas, mi sitio ideal para encontrar gente única y admirable, mi mundo mágico para descubrir quién seré en el por venir…
Pocos te aprecian y muchos dicen: “¡Al fin me iré de esta mierda, ya no tengo que estudiar tanto!” Admito que los ogros que conviven con nosotros y nos obligan a aprendernos cosas que no queremos son bastante irritantes. Pero sopesando los pro y los contra… ¿Verdaderamente es tan horrible el lugar que yo aprecio tanto?
¿Este lugar que te hace sonreír y olvidar tus penas? ¿Qué te enseña lo bueno y lo malo de la vida? ¿Qué te prepara para la selva incipiente que es la sociedad? ¿Qué te hace enfrentar tus miedos con el apoyo de ciertas personas importantes?… ¿Tan malo es?
No lo creo. En este lugar hemos vivido cosas que recordaremos hasta el fin de nuestros tiempos.