Cartas De Nuestra Graduación

CARTA (ÉL) – ANTES DE…

 

 

     “¿Quién diría que marcharme me dolería tanto?”

     Coincido profundamente con ese sentimiento… Ese pensamiento que sigue repicando insistentemente en mi ser… Justamente ahora, concuerdo con eso. Irónicamente, cuando el tiempo se acaba y la meta se encuentra a pocos centímetros de mi nariz es que el entendimiento de mis propios sentimientos sale a flote.

     Realmente no me quiero ir de este lugar precioso para mí.

     Llámalo miedo o inmadurez, o quizás ignorancia. Pero, si dependiese de mí, nunca, ahora que la claridad me ilumina, me iría de este lugar. Aunque claro, esa situación escapa completamente de mis manos, además, ni siquiera hay tiempo para cambiar los sucesos.

     ¿Realmente me quiero quedar?

     Si, si. Eso es un completo y rotundo sí. La adultez, cuando la empiezas a entender y de paso la tienes cerca tratando de agarrarte y desgarrarte con sus garras, es que te das cuenta que no es igual a los sueños inocentes que proferíamos de niños.

     “¡Yo quiero ser adulto ya!”

     Todo es tan hermoso cuando eres un cachorro, que el contraste con el momento en que te vuelves “independiente” ante la sociedad es mortal.

     No soy tan sentimentalista para decir que voy a extrañar a muerte a todas las personas, que me moriré sin ellas… De alguna manera, sí. Pero el mundo sigue, y como sigue, mi corazón seguirá latiendo sin descanso hasta que llegue su hora.

    Será entrañable y más nostálgico de lo que me pude imaginar.

     Naturalmente, nos tendremos que adaptar a la nueva rutina de nuestras vidas, o quizás, a la nulidad de quehaceres que tendremos, valga según la persona en cuestión que lo experimente.

     Me siento una persona positiva al hablar del lugar como si fuese lo más grandioso que existiese en el mundo. En parte sí, en parte no. Porque en esta tierra, se encuentra lo bueno y lo malo, y porque están los dos lados es que podemos experimentar un “equilibrio”.

     O, eso es lo que presiento.

     Porque “allí”, aunque la mayoría de mis vivencias sean positivas, también están las que son negativas, o las “innombrables”. Sin embargo, como buen representante de un simple ser humano que soy, típicamente me centro en la mayoría de las veces, en las cosas negativas.

     Ya sea por desamor, enemistad, por una pelea, por una injusticia, calumnia o cualquier otra cosa que altere los nervios y que un adolescente en pleno desarrollo pueda experimentar, termina manchando la reputación de ese lugar que terminamos llamando “segundo hogar”.

     Pero como dije: No todo es malo, no todo es bueno. Y, como me gustan que sean las cosas, aquí termine encontrando mi “punto medio”. Quizás, por ese motivo, es que me cuesta tanto asimilar la idea de que mañana será la despedida final.

     El día en que literalmente, dejaré el nido.

     En fin… Mentalmente seguiré apoyándome constantemente a mí mismo con el fin de no desfallecer ante mis propios pensamientos que me anticipan de manera negativa ante el mundo que me avecina después de ese “gran evento”.



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En el texto hay: relatocorto, graduacion, grandes amistades

Editado: 04.02.2021

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