Los veía tirados como perros en el suelo de mi propia casa, con incontables acuchilladas en su cuerpo, a él, con un corte en su nuca, a ella con sus ropas desgarradas y cubiertas de sangre por la lucha que hizo para que ese hombre no la tocara.
Era otra de mis pesadillas, otro de mis tormentos que ya se habían acostumbrado a hacer su temible aparición a mitad de la noche, después de esa pesadilla me había quedado despierto el reloj de la pared de mi habitación marcaba las 5:30 AM, aun faltaban un par de horas para que nos mandaran a despertar me acosté boca arriba y me quede viendo fijamente el techo, pensando en cómo sería mi vida, si no me atormentaran mis pesadillas, en como seria todo muy diferente a como es recientemente.
-No la toques infeliz, déjala en paz, ¡PAPÁ!, Papi has algo levántate le hace daño a mami.
Escuchaba como alguien me llamaba entre mis sueños…
-Fred, debes despertar o te vendrán a levantar a puros electrocútones.
Abrí mis ojos y vi a Helen.
-Buen día Helen.
-Buen día pequeñín.
-Ahora me levanto no quiero que vayan a retarte por mi culpa.
-Veo que has dormido un poco.
-Sí, aunque las pesadillas siguen presentes-Sin nada más Helen se marcho.
Tome una ducha fría y no bien salía de la ducha y ya me estaban llamando por las bocinas del psiquiátrico, esas malditas bocinas y el director del psiquiátrico me estaban colmando la paciencia o más bien, la poca que me queda, cuando entre a mi cuarto encontré allí a la detective Stone y se me ocurrió una idea para cabrearla.
-Detective Stone que bonita sorpresa.
Le dije con una sonrisa picara para cabrearla más de la cuenta.
-Fred
Dijo ella de manera seca y muy cortante.
-¿En qué puedo ayudarle?
-Poniéndose un t-shirt me ayudaría mucho.
-Está viendo mis marcados abdominales la demencia ayuda mucho a estar en buena forma.
-No me interesan sus abdominales Fred, vístase porque le espero en la sala de interrogatorios.
-No.
-¿Qué ha dicho?
-Aparte de estúpida y mandona, también es sorda agente, no pues esto es el colmo.
-O mejoras tu manera de dirigirte a mi o te encerrare durante mucho más tiempo del que tengo pensado.
Ella se dio la vuelta dispuesta a irse y paró en seco al escuchar mis palabras.
-¿Por la muerte de Liza?
-Te espero en la sala de interrogatorio Fred.
Dijo esta aun dándome la espalda.
-No, no iré a esa maldita habitación a encerrarme de nuevo, si quiere interrogarme será en el jardín en el banco solitario que está a pocos centímetros de la fuente.
-Como quiera Fred, pero tenga presente que hoy vine dispuesta a hacer mi trabajo y no a aguantar sus demencias.
Antes de que pudiera decir algo más ella giro la perilla y salió de mi cuarto dejándome allí en una total soledad y con un silencio escalofriante.