Vigésima Cuarta Carta.
26/Diciembre/1988.
¿Nos escapamos?
Ay mi hermosa Lilí te he esperando tanto tiempo y no te imaginas lo emocionado que estaba cuando pase cerca de la casa donde jugábamos, pero al mismo sentí melancolía al tener que ver ese lugar que para mí era difícil pisar, por eso no te hable hasta el día de hoy, por eso no te busque hasta hoy…
-Lilí
-¿Te conozco?
Tú no parecías ni un poco emocionada al verme, eso termino de romperme, pero eso no quitaba el hecho de que te siguiera amando.
-¿Segura que no me recuerdas?
-No tengo idea de quién eres chico.
¿Chico? ¿Acaso era yo un perro? Tome la poca dignidad que me quedaba y marche a donde me estaba quedando. Fue cuando salí de la ducha y supe porque no me habías recordado en ese momento…
Estaba tan diferente a como me recordabas, decidí arriesgarme solo para ti y fui hasta tu casa al día siguiente.
-¿Ahora me recuerdas?
-Fabiel…
-Mi amada Lilí
-¡Dios mío, estás vivo!- saltaste a mis brazos con tanta emoción, que no pude evitar, olerla, sentir ese abrazo como si fuera el ultimo y cuando ella se separo supe que no era el único que se sentía así- Perdóname te he mojado toda la camisa.
-Créeme que es lo mejor con lo que se ha manchado una de mis camisas.
-¿A qué te refieres?
-Ignórame, he venido a verte a ti
-Te he extrañado tanto Fabi
-Yo tampoco he dejado de pensarte mi amada
-¿Por qué has vuelto?
-Por ti, quiero que nos escapemos.
-¡QUE!
-Sí, piénsalo Lilí; no tendríamos que estar lejos el uno del otro
-Pero… mi madre, mis hermanos ¿Cómo me pides que los abandone?
-Lilí, por favor debo irme pero piénsalo…
-Yo… lo pensare.
-Te amo- guardaste silencio, uno que para mí fue abrumador, pero hice caso omiso y bese tu frente como lo hacía cuando éramos niños.