Cartas de un mentiroso enamorado

Parte dieciocho

Si quieres echar a perder tu vida tan joven, es una lástima, porque yo no voy a echar a perder la mía. Quizás Dios tiene otros planes para ti, mucho mejores que yo, pero si tú no eres inteligente y aceptas a alguien como yo, te aseguro que más que un cielo tendrás una vida triste, desolada y llena de dolor. Cuando te besuqueo solo excitas mi cuerpo y claro que mi corazón late más fuerte, si es el que bombea la sangre. Ahí es cuando me divierto, y tú eres el objeto con el que lo hago. Tu cuerpo me sirve para jugar y sentir placer.

Tocarte las manos es rebasar fronteras. Parece algo inocente tocar tu mano y hasta un jueguecillo de niños, pero lo cierto es que en mí provoca reacciones físicas. El contacto con tu cuerpo hace que despierte en mí un instinto animal que desde hace tiempo conozco y también provoca que te imagine de unas maneras que no deseas que te diga.

Así es que, aleja tus manos de las mías si no quieres provocar eso, si no quieres que piense en eso. Háblame desde la distancia, date a respetar, no parezcas ofrecida. Las ofrecidas nos gustan por fáciles, pero nos gustan más las que son tercas en decir que no y que nos amenazan con dejarnos de hablar si hacemos algo que ellas no quieren. ¿Por qué? Porque se nota que tienen carácter, que si con nosotros han dicho no, también lo han hecho con muchos otros, entonces, ¡ellas valen la pena! Las fáciles no, nunca valdrán la pena, nunca.

El novio más lindo, dulce y detallista que has deseado.

¡Cómo no!

Llenaré tu vida de preciosos momentos. Y adornaré tu corazón con alegrías diarias. No tendrás quejas de mí. Seré tu ruiseñor por las mañanas y tú mi niña mimada, mi princesa amada y yo tu príncipe encantador.

¡Qué bello! ¡Qué bello! Lo sería si fuera verdad. Y sabes algo, esto pudiera llegar a ser verdad si mis intenciones fueran otras. Si tú y yo algún día nos casáramos. Entonces esto tendría valor, esto sería real. Si yo me espero a que tú estudies y yo también hacerlo y hacernos un pacto de esperarnos hasta que seamos maduros y entonces sí, estar juntos y casarnos frente a la ley de los hombres y de Dios, eso sí es amor. Eso sí es deseo de estar contigo. Todo lo demás es falsedad. Cuando te pido que no esperemos, que seamos la pareja ideal ahora, ya, es entonces cuando hay peligro. Cuando te digo que hay que esperar, que todo debemos hacerlo bien porque deseo algo en serio contigo, es entonces cuando puedes confiar.

Cualquier sugerencia de “escapadita”, “solitos”, “sin permiso”, “a escondidas”, indica que deseo jugar contigo, que solo quiero verte para decir que salgo con chicas. Que estoy buscando la manera de penetrar en tu vida y con mis pláticas estúpidas y mis risas patéticas pretendo impresionar tu cerebro, que si no activas, puede hacerte el peor de los daños.




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