Cartas de una amante con el corazón roto

Ramé

No sé cómo explicarlo sin que duela, pero pensarte es mi forma favorita de sufrir.

Eres el suspiro que me arrebata el aire, la sonrisa que se dibuja en mis labios sin que nadie la merezca. Me haces reír como una niña ilusionada y llorar como si el mundo se me derrumbara. Eres todo lo que no existe, pero que vive en mí como si fuera real.

A veces cierro los ojos y me imagino en tus brazos. Me gusta creer que tus ojos me ven como yo te veo: con asombro, con deseo, con ternura infinita. Pero cuando abro los ojos, no estás. Y ese es el castigo de amarte.

Tienes el poder de calentar mi vientre con un pensamiento y, al mismo tiempo, envenenar mis entrañas con tu ausencia. Me haces feliz y miserable, fuerte y vulnerable. Me haces sentirlo todo y eso, es lo más cruel y hermoso que alguien me ha hecho.

Te pienso todos los días. A veces con dulzura, otras con desesperación. Y aun sabiendo que jamás me mirarás, que nunca pronunciarás mi nombre como deseo... sigo aquí. Queriéndote.




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