Cartas en el exilio

11 de abril de 2012

     Nunca creí que fuera capaz de encontrar a alguien tan indiferente como tú, sigues viniendo a este restaurante a mostrarle a todos la vida perfecta que llevas. Te he visto crecer de nuevo y con ello el cómo te comprometiste con alguien que no puede ocupar lo que un día tuvimos, y que probablemente tampoco puede descifrar la persona tan complicada que eres, pero que finge hacerlo ante los demás.

     También te vi tener a tus niños y el cómo cada domingo por la mañana los traes a almorzar, son la familia perfecta que en nuestro pasado imaginamos tener, ¿recuerdas el cómo fantaseamos con sus nombres y el cómo serían sus ojos? Ahora te veo cumplir aquel sueño con alguien más y eso me duele hasta las entrañas, heredaron tus ojos y ahora seguirán tu legado, ¿sabrán el tipo de padre que tiene? ¿Son conscientes del daño que ocasionas en los demás como una enorme nube oscura que nunca se va? . Los he visto pasar las pocas navidades que llevan juntos y extrañamente soy feliz por ustedes, aunque eso conlleve a seguir estando en mi propio infierno, veo el bien que les haces y el cómo cambiaste, ¿por qué nunca lo hiciste conmigo? ¿Yo era el problema o por qué tanto reproche hacía quién yo era?.

     El ya no poder sentirte ha sido una agonía, tú sigues sin poder notarme, y eso me está matando, me siento completamente en el exilio gracias a tu silencio, sigues sentándote frente a mí y por un tiempo eso estuvo bien, acepte cuando indirectamente me dijiste que amabas a alguien más y que ya no era la única a la que querías.

     Las lágrimas que he derramado por ti podrían formar un río entero, porque incluso en mis mejores días recibí todo el odio que me dabas, porque detrás de él había un amor que solo yo podía comprender, pero que los demás me decían que no existía, que era nulo el sentimiento que tenías hacia mi. Me empujaste hasta el borde del acantilado donde te imploré por una razón para perdonarte y seguir luchando por ti, nunca la diste, siempre callaste como lo has hecho hasta ahora, y eso hace que en mi crezca un odio enfermizo que no puedo ignorar, quiera poder gritarte, porque no me diste muchas opciones, nunca me dejaste en libertad hasta que decidiste que ya no te servía y que no era merecedora de ti.

     Siempre fui paciente para no dejarte, sabía que mi amor lo tolerabas en vez de celebrar cada acción y gesto que tenía hacia a ti, porque en toda tu vida, yo fui la primera persona que te supo amar, quien te hizo tener ese sentido de pertenencia, siendo lo más cercano a una familia, ¿pero por qué soportar tantas decepciones? ¿por qué conformarme con el poco calor que me dabas cuando estaba agonizando? No entendía porque seguía aquí, pero quería hacerlo. Tú eres mi única razón para quedarme, intentando brillar solo para ti, siendo en vano todos y cada uno de mis intentos. ¿Por qué no puedes verme? ¿por qué ya no existo para ti?

     Quisiera que mis palabras pudieran apuñalarte con la fuerza con la que las escribo. Te amo tanto, pero me condenaste a una existencia completamente vacía. Todo era perfecto para ti, hasta que el día de hoy te arrestaron por haber dejado el cuerpo de una mujer en el río años atrás, ella tenía mi nombre, que curioso. Vi como tu mundo se derrumbó, todo lo que habías construido ahora había sido destruido, ¿puedes describirme ese sentimiento? yo estoy muy familiarizada con él y creéme que el sabor amargo permanecerá en tu lengua por el resto de tu vida, que bueno que ahora entiendas mi pesar. Creo que ninguno de los dos tuvo el final feliz que esperaba. 



#3390 en Otros
#911 en Relatos cortos
#7171 en Novela romántica

En el texto hay: desamor, duelo, ruptura amorosa

Editado: 03.07.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.