Cartas para Andrew

CAPÍTULO 5: Bethany

"Bethany"

Las conversaciones se volvieron extrañas, frías y distantes cuando volvimos a hablar por chat. No hemos tocado el tema de la carta en estos días y yo también evito hacerlo.

Vuelvo a enviarle un mensaje preguntándole si aún sigue en pie la salida para el catorce de febrero, por lo que ella me confirma. Siento alivio y mis esperanzas reviven. Pacto la cita en la playa, uno de sus lugares favoritos y Beth acepta.

El catorce me levanto más temprano que de costumbre. Me ducho y echo una gota generosa de espuma a mi rostro para afeitarme. Aún faltan un par de horas pero me coloco una camisa y me miro al espejo algo nervioso.

Me siento como un adolescente que está a punto de darle un beso a la chica que le gusta pero con la única diferencia que el temor no es solo ser rechazado sino que también es perder una amistad solo por revelar sus sentimientos.

Me echo perfume y salgo camino a comprar una caja de chocolates que tanto le encanta, esos que comíamos en clases a escondidas del profesor. He alquilado un auto para la ocasión por lo que me toma menos minutos ir a la floristería que si tomaba el transporte público.

Compro un ramo de rosas, subo al auto y lo dejo en el asiento del copiloto. Sigo la autopista en dirección a la playa hasta que tomo el celular aprovechando el semáforo en verde. La sonrisa se me desfigura mientras proceso que acabo de ser rechazado.

No pido una explicación, simplemente voy directo a casa. Mamá me pregunta qué sucedió a lo que yo no digo absolutamente nada.

A mis veintiún años parecía tenerlo todo, familia, amigos, dinero, trabajo y el amor que tanto me ha sido esquivo. ¿Por qué pensé que ahora iba a ser diferente?

Me dejo caer sobre la cama y suspiro con melancolía.

Fue pésima idea invitarla por San Valentín.

...

Ash me invita a su cumpleaños y como todos los años, lo festeja en una casa de playa. Saludo a Max que me recibe en la entrada y a Ash, que es la protagonista de la noche.

Realmente no sé qué me sucede pero los ánimos no son los de antes. Bebo un poco de cerveza y acompaño a mi mejor amigo a cantar el feliz cumpleaños a su novia, lo veo más sonriente de lo habitual. Y mirándolos bien, jamás los imaginé juntos.

Camino hacia la terraza, apoyo los brazos en la baranda mirando al frente y apreciando la maravillosa vista de la playa junto al atardecer. La tranquilidad se me ve amenazada cuando siento una presencia detrás de mí. El cuerpo se me tensa, giro la cabeza y el azul de sus ojos, me atrapa, me avasalla, me arruina a los pocos segundos. ¿Por qué es tan jodidamente hermosa?

— Hola, Andrew.

— Hola, Beth ¿Cómo has estado?

— Bien — menea la cabeza, murmura — bien. Y, ¿Tú?

— Estupendo — afirmo más para convencerme a mí mismo que a ella — ¿Acabas de llegar?

— Sí, hace unos minutos. Me confundí de casa.

Esboza una pequeña sonrisa avergonzada.

— Es normal en esta zona, la mayoría de casas tienen el mismo color. ¿Qué te pasó en la mano?

— Estaba horneando unas galletas y me quemé. No fue nada grave.

— ¿Segura?

— Sí.

Beth se aproxima a la baranda y al igual que yo, mantiene la vista al frente. Nos mantenemos en silencio por largos segundos, cerca el uno del otro, hasta que el aire se vuelve pesado y su cercanía un completo martirio lo cual empeora cuando ambos nos miramos cuando nuestras manos se tocan.

Me cuesta respirar con normalidad cuando la tensión que nos envuelve.

— Leí tu carta.

Trago saliva.

— No lo hice con la intención de incomodarte. Solo quería que lo supieras.

— Entiendo. ¿Es verdad que te vas pronto? No me lo contaste.

— Planes de último momento — me encojo de hombros.

— ¿Encontraste a la autora de las cartas?

— No.

— ¿Y piensas irte sin encontrarla?

— ¿Sí? — suelto una risa desganada — Beth, no tienes porque tenerme lástima. Sé que se siente y ¿Por qué no olvidamos este asunto y volvemos a ser los mismos amigos de antes?

— Ya no quiero que seas más mi amigo.

La determinación que usa Beth termina por quemar todas las esperanzas que tenía. No me había preparado para este momento y simplemente no me queda más que aceptarlo.

— Perfecto.

— Lo lamento.

— No te preocupes. — El aire empieza a asfixiarme y me giro para volver a la fiesta— Adiós, Bethany.

— No quiero que te vayas.

Detengo mis pasos y la miro.

— Beth...

— Andrew, soy yo. — Acorta la distancia y con sus puños arruga mi camisa para acercarme a ella, obligándome a mirarla directamente a los ojos — ¿Es que acaso no te das cuenta?

— Beth, tú jamás escribirías ese tipo de cartas. Odias las cursilerías.

¿Sabias que me caíste mal la primera vez que te vi en la universidad? Llevabas esos ridículos lentes de sol como el típico chico rubio engreído y sabelotodo.— replica con detalle ese pequeño fragmento de la carta — Sí, las cartas son mías.

— ¿En serio te caía tan mal?

— Sí, te odiaba. — Me suelta. Se aleja pasando las manos por su largo cabello, mirándome fastidiada y frustrada a la vez — ¿No me dirás nada?

— No sé qué es lo que quieres que te diga, Beth.

— Ash, tenía razón. Te vuelves más idiota cuando bebes.

Sacudo la cabeza, riéndome entre dientes.

— Gracias, me gustaron mucho aunque más me gustas tú por escribirlas.

Sus labios se alzan en una sonrisa coqueta.

— Entonces, ¿Por qué tan solo no me besas?

— Porque si te beso ya no habrá marcha atrás, ¿Estás segura?

La pregunta se desvanece cuando es Bethany la que me roba el beso. Me quedo sorprendido en el acto pero a los pocos segundos nuestros labios se acoplan dándose la bienvenida.

— Lamento interrumpirlos — se pasea Ash junto a Max alrededor de nosotros — Quería avisarles que estaré repartiendo un poco de pastel, los espero. Ah, me olvidaba.



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En el texto hay: crush, cartas, imposible

Editado: 30.04.2023

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