Era la chica tímida y normalmente alejada del resto de las personas, mi físico detonaba inseguridad en mí.
Andaba por la vida, solo por andar, con la cabeza metida en un libro o incluso varios libros a la vez, con las manos sosteniendo un lapicero y una libreta, en dónde me dedicaba a escribir mi día a día o en dónde simplemente intentaba escapar de la realidad un instante creando personajes puros, lindos, amables, caballerosos y sobre todo realistas, dónde lo vieran por dónde lo vieran, al final del día siempre era un héroe. Un verdadero héroe para una chica y dónde yo era la chica con más personalidad.
El día en que hablamos, bueno, el día en el que me dirigiste un saludo yo iba vestida en fachas, con mi blusa de tiras lisa color lila, una falda en forma de campana color menta y unas sandalias, estaba muerta de nervios porque estabas allí y porque sabía que sería el platillo principal de cuchicheo entre tú y tus amigos.
Hoy llegando de una interesante salida, llegaste justo a la tienda que estaba al lado de mi casa, a comprar dulces para tu hermano. No fue justo el destino conmigo. Yo llegué primero y tú sin vacilar caminaste hacía el mismo espacio en el que me encontraba. Dijiste "Buenas" como para que yo te respondiera, y no lo hice, por primer vez... no lo hice. No quise hacerlo, la vergüenza de que mi voz no logrará gustarte me paralizó.
Logré ignorarte como tú sutilmente lo hacías delante de todos. Solo estábamos a metricos el uno del otro, pero mi corazón, como algunas veces lo hacía, no se le escapo ningún latido. Sé que me miraste, pero, yo no lo hice esquivando la mía, sé que herí un poco tu ego al no devolver el saludo y mucho menos la mirada, pero igual no lo hice, y no pensaba hacerlo.
No en ese momento.
Sé que te has quedado pensando en mí, y no justo y precisamente porque me ames, si no porque sabes que es algo nuevo en mí hablar con un chico, algo distinto y eso sé que lo notaste y lo seguirás notando porque yo me encargaré de eso... y sabes... al parecer este texto sí se irá a la mierda....porque qué ironía... Yo negándome a hablarte, cuando yo todavía no he podido superar el hecho de que tú me dirigiste la palabra primero.
El hecho de que te fijaste en mi aspecto y no en mis sentimientos.
Fíjate, te sigo escribiendo; ilusionandome, incluso metiéndome, traicionandome y engañandome creyendo en un amor puro que nunca, jamás existió.
Era la chica ingenua, perfecta para un chico cómo tú.
Pero solo me di cuenta de eso, cuando me habías desechado no una, ni dos, ni tres veces, sino las veces que quisiste, las veces en las que inconsciente me levanté de nuevo y me brinde a ayudarte, aún cuando no tenías arreglo... aún cuando no me habías pedido que lo hiciera...aún cuando pensé que eso lo superariamos.
Que ilusa era.
Al final de todo, terminé al igual que tú: rota. Con la diferencia de que tú fuiste un miserable conmigo, dónde en muchas ocasiones te pedí ayuda y apoyo, me dijiste que querías hacerlo, que querías brindarme esa ayuda y ese apoyo que con tanto desespero necesitaba, pero que no tenías tiempo. Ni ganas.
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Editado: 25.03.2022