La noticia que recibí me deja un poco en trance...
Mi ex...
El protagonista de esta noticia es mi ex. Es él.
Mi teléfono está sobre mis piernas, sostenido por mi mano derecha con la pantalla hacia arriba, el temblor en mi barbilla es imparable e imposible de controlar o por lo menos, difícil de manejar, mi corazón late rápidamente por él, y no precisamente de tristeza, sino de aliento, esperanza y regocijo. Siento una extraña, abrasadora, pero agradable calidez.
Entonces sonrío.
Al fin de cuentas ha llegado su hora. Está llegando mi descanso y paz. El momento que sin saber que deseaba, acaba de ser anunciado.
No preguntes cómo me he enterado. El caso es que me siento bien, demasiado bien.
Una chica que conozco, una vez dijo:
"El karma es una mierda".
Y no se equivocó. El karma es una mierda, pero tú karma será más que suficiente para mí.
Tal vez estoy siendo un poquito sádica en estos momentos y la verdad es que no me importa, porque siempre tendrás que pagar por tus errores.
Siempre habrá un precio que llegará a cobrarte todas y cada una de tus acciones.
Mi nombre es Hope y no tengo problema en decir lo que siento y lo que pienso. Si bien es cierto que hubo un momento súper oscuro en mi vida... Créeme que no es éste, al contrario ¡Éste es el momento que anhelaba! El momento dónde la vida fuera justa conmigo por primera vez.
A partir de éste día empieza tu punto final y comienza mi punto y aparte.
No lo esperé de mí. Ya lo intenté...a mi manera, ya lo intenté, y no fue suficiente. Seguía esperando un milagro... o bueno ya no sé si espero, porque ya me animé a enfrentarte.
Antes sentía que sería completamente estúpido hacerlo, pero ya sé y tú también sabes que no te merezco y nunca lo hice... Siempre merecía algo mejor que tú, en este caso alguien; alguien que me sostuviera, alguien que me cuidara, alguien que me amara y se preocupara por mi y por nosotros, no sólo por él.
Un deseo que siempre quise que permaneciera pero no había sido posible hasta hoy. Un deseo dónde yo me revelaba.
Decido escribir la última carta para mi ex, en dónde revelo mi sentimiento de satisfacción ante su situación actual.
¿Que si pienso entregarle mis cartas... No, sus cartas? Porque las escribí yo, pero nunca fuí la destinataria, el destinatario siempre fue él.
Mi respuesta es sí, se las entregaré.
Es ahora o no es nunca.
*****
Llegué al hospital local de mi ciudad, el más grande existe aquí, cuenta con unas muy buenas instalaciones y un exelente personal médico, auxiliar, psicólogico y administrativo.
Me dirijo a la habitación 108, el olor a hospital es un olor que normalmente no me agrada, debido a mis experiencias en éstos, pero en este momento mi humor está por los cielos y me parece perfecto, incluso me parece delicioso respirarlo, relajante y emocionante. No encuentro las palabras exactas para describirlo.
Camino por los largos pasillos iluminados por lamparas de luz blanca, una luz algo cegadora, acostumbro de a poco mis ojos a la blancura del frío pasillo con paredes pintadas de color gris y baldosas blancas, súper blancas.
Camino lentamente, sonriendo mientras me acerco al ascensor y entro en él, presiono el botón con el número 8, automáticamente las puertas metálicas se cierran, haciendo un ruido sordo, sujeto mi cartera de color negro contra mi muslo derecho, empiezo a mover la punta de mis zapatos con ansiedad, luego distribuyo el peso de todo mi cuerpo sobre ambos pies, balanceandome de adelante hacia atrás. La caja metálica sube lentamente en silencio, controlo mi ansiedad y observo mi aspecto en el espejo del ascensor; llevo puesta una blusa de boleros delicados de color verde menta, con el cuello y hombros completamente al aire libre, un blujean y un par de tacones rojos, un maquillaje completamente natural y sofisticado. Desarreglo algunos mechones de mi cabello rizado y quedo perfecta.
El ascensor se detiene y doy un paso al frente, fuera de él, con decisión. Avanzo pasando unas diez habitaciones más y me detengo frente a la que tiene una placa plateada con el número 108.
Respiro profundo, poso mi mano sobre la perilla de la puerta y finalmente la giro un poco a la derecha y la abro.
En la habitación hay una luz tenue, hay un televisor, una mesita de noche, un sofá de color negro forrado en cuero, un aire acondicionado y dos camas; una para las personas que necesitan hospitalizaciones y otra para el o la acompañante, a la parte izquierda de la habitación hay una puerta café, la cuál supongo es un baño interno.
—Hasta que te vuelvo a encontrar. —digo y le sonrío.
Tiene el rostro magullado y el cuerpo con moretones.
Ya él no provoca nada, no tiene poder sobre mi.
—Ho... Ho... —balbucea.
—¿Te sorprende verme, querido?
—Yo... Yo... Creí qu... —no lo dejo terminar.
—Cállate, no me interesa oírte, ni siquiera porqué te estés muriendo.
—¿Cómo te enteraste, Hope? —tuvo el descaro de preguntarme.
—No es de tu incumbencia.
—Hope, sabes que todo lo hice por tu bien —explicó. —¿A qué viniste Hope? Dilo ya o te juro que...
Me estaba amenazando.
—¿Me golpearás y luego me pedirlas perdón? ¿Me rogarás como un imbécil que no te deje? Porque eres un egoísta. Solo piensas en tí y en tí, porque todo se trata sobre ti, por tí y para ti, pero no.
¡La vida no se trata de eso! Y escúchame una cosa —lo apunto con mi dedo índice— Vengo a recordarte algunas cosas de mí pasado.
De mi bolso saco un paquete de cartas y se las tiro a la cama.
—Espero que esta etapa de tu salud sea muy lenta, dolorosa y mueras lentamente.
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Editado: 25.03.2022