16 de julio, de 2019
¿Alguna vez lloraste en tu cumpleaños? Nunca te vi llorar en tu día, más en los en los míos, si. Siempre derramabas una que otra lágrima, por el cumpleaños de la niña de tus ojos, como decías.
Pues mi turno llego, el día diez de este mes, célebre mi cumpleaños número veintiuno; no fue como otros años, era más que obvio, pero traté todo el día de mantener una sonrisa plantada en mi rostro, aunque debo de confesarte que era totalmente falsa.
Compañeros de la Universidad y amigos cercanos me felicitaron, enviando mensajes, haciendo llamadas o algunos enviaron cartas. Los periódicos y revistas hacían alguna mención por dicha fecha y también sobre los futuros cumpleaños de tía Isella y Katrina. Tía Isella cumplió el 12 y Katrina cumpliría hasta fin de mes.
Liam y Theo me regalaron; un hermoso peluche grande que ahora decora la esquina de mi cama y Theo eligió dos hermosos vestidos; un blanco con los hombros caídos y un azul con escote palabra de honor. Mamá no dejo de besar mis mejillas y rodearme con sus brazos, ella entendía como me sentía este día, y eso me hacia refugiarme más en ella.
La abuela me regaló un porta retratos en una bolsa de papel celeste, pero me pidió ver la fotografía hasta llegada la noche.
No quería fiestas, pero mis plegarias no fueron escuchadas; tía Isella llego, con mis otros dos tíos y mis primos, así que decidieron hacer una pequeña e íntima cena en mi honor.
Un par de regalos más, un pastel de caramelo con un toque de chocolate, el "Happy Birthday" y ahí estaba yo, tratando de retener las lágrimas.
Quería mostrarme fuerte ante ellos, quería hacerlo, quería lograrlo.
Olvidando un poco mi cumpleaños, comenzaron a hablar sobre los próximos dos del mes. Tía Isella dijo que por primera vez no quería una fiesta, como las que siempre hacía, en su lugar quería una agradable cena como esta. Katrina la apoyo, así que ambas decidieron hacer una cena, para fin de mes.
Una vez estuve en mi habitación, sentía las lágrimas en mis ojos, lentamente me acerque a mi cama y en menos de un segundo estaba llorando por ti.
¿Cuando dejaré de sentirme así?
¿Cuando dejaré de extrañarte tanto?
Nunca, nunca dejaré extrañarte, nunca dejaré de pensarte y nunca dejara de dolerme tu partida.
En medio de las lágrimas abrí el último regalo, el de la abuela y ahí vi una foto nuestra enmarcada, éramos tu y yo sonriendo felices, hace un año.
Te extraño tanto y es que tal vez, nunca acepte tu partida.