Cartas Para Papá

Septiembre 2020


 


16 de septiembre, de 2020

Aquí un mes después, y bueno, que te cuento padre.

Kalet y yo, regresamos a Suecia un día después de la coronación, lo que fue y será siempre un evento muy especial y simbólico ¿no crees? El día que tu estuvieras cumpliendo años, Liam cumpliría un año más como rey.

Para mi es especial, porque aún ese día tendría una celebración especial, por que habría otro motivo más para celebrarlo.

Las clases comenzaron hoy en septiembre, hace una semana y pues mi segundo año de universidad me emocionaba, si me emocionaba.

¿Por qué esa emoción queda en el pasado?

Bueno, porque ahora todos me ven y me tratan de una forma diferente. Ya no soy la hermana del príncipe heredero al trono, ahora soy, la hermana del nuevo rey.

Me siento como pez, fuera del agua.

A cada paso que doy, hay reverencias, una amabilidad demasiado exagerada e incluso, podría decir también, que quizás exista el miedo.

Hace dos días hubo un pequeño incidente; caminaba por la cafetería con mi almuerzo, cuando una chica tropezó conmigo y dejó caer encima de mi blusa, un batido de chocolate y caramelo.

La chica comenzó con una pequeña disculpa, pero al alzar la vista y darse cuenta, que era yo a quien le había derramado su bebida, el color abandonó su rostro y sus ojos marrones, se llenaron de miedo.

Comenzó a balbucear, su incoherente y casi poco entendible, disculpa. Quise detenerla, pero no dejaba de hablar y de pedir perdón, así que cuando menos pensé hizo una reverencia, para luego salir corriendo de la cafetería, dejándome con toda la atención del mundo, puesta en mí.

Marlee y Monique, llegaron a mi encuentro, tratando de hacerme sentir mejor y, tratando de darle diversión al asunto, haciendo de este una broma. La cual, sólo provocó que la incomodidad, se pegara a mis huesos, como otra piel.

No podía con la atención, que se me presentaba en momentos como estos.

Ahora bien, dejando de lado eso, te tengo otro relato, que se dio varios días después, de llegar a Suecia...

Salí de mi clase de español, y comencé a caminar, hacia una de las salas comunes del piso de abajo. Mi corazón no dejaba de latir desbocado, mis nervios están a poco de perderse y mis manos, no dejaban de temblar.

Tenía todo un día, de no saber nada de Kalet y era algo que realmente me preocupaba, de sobremanera.

Baje los escalones, luego camine un poco más, cruce a la izquierda, baje un par de escalones más y luego camine, hacia la derecha, llegando a mi destino.

Al poner un pie, dentro de la sala, todos pusieron su atención en mí y las reverencias, comenzaron.

¿Y si me tiño el cabello, y lleno mi cuerpo de tatuajes, dejaran de hacer eso? Aunque creo, que no sería buena idea, estaría en los periódicos de nuevo. Aveces se me olvida, que no soy una chica normal.

Sacudo la cabeza para alejar, esos pensamientos y me acerco a Fred, el mejor amigo de Kalet y su compañero de cuarto.

—Hola —saludo cuando estoy cerca de la mesa, donde esta jugando una partida de póquer.

Al escuchar mi saludo, levanta la cabeza, sonrie y se pone de pie, arrojando las cartas en la mesa.

—Alteza —hace una reverencia, sus compañeros ponen su mirada en mí también y lo imitan, sonrío forzosamente. —Chicos la partida a terminado.

Sin rechistar, como pensé que lo harían, se colocan de pie y abandonan la mesa, no sin antes regalarme una sonrisa y una reverencia.

—Pensé que Kalet, había dicho que siempre se molestaban cuando, interrumpias las partidas de póquer.

—Bueno... Hoy es un caso especial, pero no le des mucha importancia —se encoje de hombros —no siempre actúan, como novias celosas. —Su comentario me hace reír y pego mis cuadernos aún más, a mi pecho. —Pero bueno alteza, dime ¿para que soy bueno?

—Elle —me mira confundido —dime Elle, somos amigos, no es necesario las formalidades.

—Kalet tiene razón, eres la ternura andante.

Mi corazón da un salto, al escuchar el nombre del francés, y sin más, preguntó lo que he querido saber desde ayer en la noche.

—Fred ¿dónde está Kalet? No le he visto en todo el día, las clases ya han terminado y aún no se nada de él ¿sabes donde esta? Estoy... Preocupada.

Fred parpadea, sus ojos oscuros se ven confundidos, pasa una mano por su cabello castaño, revolviendolo un poco.

—Kalet ¿no se despidió de ti, anoche? —¿Qué?

—¿Des... Despedirse de mí?

Él asiente aún confundido —Elle, Kalet partió hacia Francia, ayer por la noche.

En ese momento, mis cuadernos cae al suelo, y mi corazón se detiene por un segundo , un doloroso segundo.

Kalet se ha ido, ha vuelto a Francia, se fue él... ¡Kalet ha regresado a Francia! Y no se ha despedido de mí.

Fred me mira alarmado —¿él en verdad no se despidió de ti? No te envío, ningún mensaje o llamada? —Lentamente niego —Oh mierda, Elle yo...

—¡Lewis a la chancha ahora! Alexandre se ha ido y me ha dejado sin defensa, para el partido de mañana.

El entrenador se acerca y toma del hombro a Fred, quien todavía luce alarmado.

—Entrenador yo no puedo ir a la practica, tengo que hablar con Elle, es importante...

—Luego la buscas y arreglas tus líos de faldas, ahora a la cancha.

Y sin dejarlo, decir algo más, el entrenador comienza a arrastrar a Fred hacia la salida.

—¡Elle tranquila te juro que todo tiene una explicación! ¡te buscaré luego y te lo explicaré, lo prometo!

Es lo último que escucho, cuando sale del todo de la sala. Mi corazón comienza a doler y un nudo se instala en mi garganta.

—Elle —una chica ha recogido mis cuadernos y me los entrega —¿estas bien?




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