Cartas Para Papá

Octubre 2020


 

 

16 de octubre, de 2020

Octubre, el mes en el que el menorde los chicos McNamara, cumple años. Nuestro querido y pequeño Theo, cumple ¡diecisiete años!

¿Puedes creerlo padre?

Tu pequeño, esta creciendo y pronto dejará de ser tan pequeño, tanto en edad, como en estatura.

Tus hijos estamos creciendo, estamos cambiando y tal vez, estemos madurando.

En mi último viaje a Londres, le prometí a Theo, un recorrido por el pueblo, cerca de la universidad. Así que si, mi pequeño hermano viajó hasta acá, para pasar dos días conmigo.

Pero antes, de pasar a ese relato, hay algo más que quiero contarte; exactamente doce días después, de recibir la nota de Kalet, recibí la primera llamada de su parte...

Es domingo, y he estado toda la mañana en la biblioteca, leyendo un libro. No por que tenga un trabajo pendiente que entregar, me alegra decir que voy bien y sin atrasos con mis deberes.

He pasado leyendo o mejor dicho, releyendo, la saga de Maravilloso Desastre y voy por el libro de Thomas y Liis; Beautiful Redemption.

Estoy tan sumida en la historia, capitulo tres para ser exacta, que no me doy cuenta, que alguien se sienta a mi lado.

—Elle —pego un brinco, al escuchar mi nombre en un pequeño susurro.

Me giro y veo a Fred, escondido detrás del respaldor del sofá, donde me encuentro.

—Fred —pronunció su nombre, mientras que la preocupación va apareciendo en mi sistema. —Buenos días ¿sucede algo?

—Buen día, no tranquila, esta todo en orden. Estoy aquí, por qué tengo que decirte algo, sobre Kalet.

De inmediato la felicidad me invade, y la curiosidad amaneza con sobrepasar me, para preguntar que es lo que tiene que decirme sobre Kalet.

—¿Qué es lo que tienes que decirme, Fred?

—Kalet tiene nuevo teléfono, esta tarde te llamara, así que no temas o dudes en responder, cuando veas un número desconocido llamándote. —Saca un pequeño papel, del bolsillo de sus pantalones deportivos y me lo entrega. —Este es el nuevo, número.

Sonrió y no puedo con la emoción, queriendo soltar un grito de felicidad pero, al recordar donde estabamos, llevó mis manos a la boca impidiendo soltar un grito.

—Gracias Fred, mil gracias —me voy contra él abrazandole fuertemente.

—Es un placer, Elle.

—¿Por qué susurras? —Preguntó una vez, nos separamos del abrazo.

—Mila, nos tiene prohibida la entrada a la biblioteca.

—¿Nos? —Ahora entiendo por qué, no se retiraba la capucha de la sudadera que llevaba.

—A mi y a un grupo de amigos, es una larga historia... Que tal vez un día de estos, te cuente.

Sonreí

—Ahora, tengo que que irme, antes que Mila nos vea y te meta en problemas, y me meta en problemas también. —Se levanta, pero antes de marcharse, me regala un beso en la sien —Buen día Elle, y espera la llamada de Kalet.

Sin más, se puso de pie y echo a correr, fuera de la biblioteca.

Cerré el libro, mire el papel que me había entregado y donde estaba escrito, el ahora nuevo número telefónico de Kalet.

Pase alrededor, de dos horas más en la biblioteca y luego salí hacia el edificio de los dormitorios. Una vez llegué a mi cuarto, camine hasta el escritorio y dejé los libros que pedí prestados y en el momento en el que me giro, escucho mi teléfono sonar.

Y padre, te pido disculpas, por la galería de palabras que recite en ese momento. Debido a que no encontraba el aparato, que sonaba y sonaba...

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! —Comencé a buscarlo en los cajones, del escritorio pero no estaba —¡carajo donde esta! —Lo busco en mi cama y tampoco lo encuentro —¡aparece ya maldición! —Tire mis bolsos al suelo, sin poder encontrarlo y entonces dejo de sonar.

Me quedé en medio de la habitación, en la espera de que sonará y cuando volvió a sonar, fui la chica más feliz del jodido mundo.

—¡¿Demonios donde esta?! —Lo escuche con atención y me tire al suelo, y lo vi ahí, abajo de la cama.

Estire el brazo, tome el teléfono y sin ver quien llamaba.

—¿Hola?

—Elle

¡Kalet!

—Kalet —dije tratando de disimular la alegría que me invadía en ese instante, pero falle ya que mi cabeza, golpeó contra un estante y un libro cayó encima de mi rostro.

—Diablos

Escuché una risa del otro lado de la línea

—Creo que me equivoque de línea, o ¿acaso ya sabes decir palabrotas? —Sentí como el color escarlata, inundaba mi rostro. —¿Elle? ¿sigues ahí?

—Si, si, lo siento —tome una respiración —¿como te encuentras? ¿como se encuentra tu hermana?

—Hace una semana salio del hospital, se fracturó un brazo y tendrá que usar muletas también, por un largo tiempo.

—Oh, lamento escuchar eso, espero que su recuperación sea pronto.

—Gracias cariño

¡¿Cariño?!

¡Me llamo cariño!

—¿Como van las clases?

Parpadee un par de veces, para espabilar.

—Eh, pues todo bien, bueno en lo que cabe, ya sabes nos están llenando de trabajos, lecturas, exámenes y más.

—Vale, vale, creo que estaré muy ocupado, cuando regresé.

Derrepente, un sentimiento extraño se aloja en mi pecho y la lengua me pica, por decirlo.

—Kalet —empecé con un pequeño susurro, diciendo su nombre.

—Dime, pequeña —Oh mi dios, podía ver la luz, al final del túnel.

Tomo una respiración profunda y luego suelto.

—Te extraño

Y tan rápido como esas palabras me abandonan, su respuesta llega.

—Te extraño más, Elle.

Luego de esa pequeña confesión, continuamos hablando de su hermana, sus padres, como estaba siendo su estadía en Francia de nuevo y de lo mucho que había extrañado montar a caballo.




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