Diciembre, 2021
La vida es tan buena, como mala, tiene momentos agridulces, y momentos dulces.
Puede hacerte cambiar tanto, pero tanto que ya no eres, la persona que eras hace dos años, hace un año, seis meses atrás, el último mes o, apenas hace una semana.
Cada cambio que trae consigo, te enseña algo, te deja una lección de vida, que te marca para siempre como una cicatriz, que te acompañara hasta el último día de tu vida.
Mis nervios estaban alterados, mis emociones a flor de piel y mi corazón, latiendo, como si estuviera en una maratón, como si corriera por su último aliento.
Leo se detiene en un semáforo, donde aprovecho por bajar la ventanilla y escuchar el noticiero, de la mañana.
"Los invitados van llegando, a la Abadía de Westminster, tanto familiares del novio, como miembros de la familia real.
Los reyes acaban de llegar, con la princesa en brazos de su madre, Lady Elena y la reina madre, el príncipe Theo y el duque Henry han arribado también.
El duque Henry, ha llegado del brazo de una hermosa pelirroja, ojos verdes y según fuentes cercanas a la corona, se tratará de una novia.
Todos están a la espera de la princesa Elle, la emoción y la incertidumbre están de primera mano, ya que esperamos verla llegar en el hermoso vestido de novia que Leticia Vanger, creo exclusivamente para ella."
Subo el vidrio, cuando el auto avanza y fijo la mirada en el anillo, en mi mano, sonrío y cierro los ojos por un momento.
Cuando los abro siento que algo falta, que algo me falta, en este día.
—Leo —sus ojos se conectan con los míos, por el espejo retrovisor.
—Alteza
—¿Hay tiempo para hacer una parada... En el cementerio?
Leo me regala una sonrisa, una plena y sincera sonrisa.
—Para usted y el rey Joseph, siempre hay tiempo alteza.
Sonrió, mientras él toma el desvío hacia el cementerio.
Las calles están llenas de personas caminando, de un lado a otro, llenas de anuncios sobre mi boda, fotos mías, de mis hermanos y nuestros padres.
Una de las fotos hace que mi corazón, se detenga por un momento, papá está sonriendo con la corona en su cabeza, mientras yo estoy a su lado, luciendo como una niña normal, alegre y feliz, aunque por dentro esté pidiendo a gritos, que me saquen ya de ahí.
El camino se vuelve largo, y los minutos avanzan, la emoción se filtra por mis venas haciendo que escuche los latidos de mi corazón, como martilleos, fuertes y precisos.
—Hemos llegado, alteza.
La voz de Leo, me saca de mis pensamientos y llevo mi mirada, hacia la ventana, donde puedo ver la entrada al cementerio real.
Me acerco abrir la puerta, cuando Leo habla de nuevo.
—¿Quiere que la acompañe princesa?
—No, espérame aquí por favor, no tardaré mucho.
—Como ordene, princesa.
Me quito el velo, y lo dejo en el asiento trasero del vehículo, abro la puerta, salgo y comienzo a caminar hacia la tumba de papá.
Los árboles están llenos de nieve, la grava y todo el camino, está cubierto de blanco, tomó mi vestido para levantar lo un poco y sigo avanzando.
Hago un camino de veinte minutos o treinta minutos, y ya estoy aquí, delante de la tumba de papá.
Hay árboles a su alrededor, sus flores están cubiertas de nieve, pero aún así tienen un lindo contraste entre el celeste y el rosa. Me acerco a su lápida y cierro los ojos, sintiendo la suave brisa mover el final de mi vestido y algunos mechones de mi cabello que quedaron sueltos.
—Hola papá —hablo, sería valiente si dijera que mi voz no tiembla, pero en realidad sería una mentirosa y no valiente. —Ha pasado ya mucho tiempo ¿no? Desde la última vez, que te visite. Hoy es un día especial, es mi boda, si, tu pequeña Elle, se casa hoy. Vaya sorpresa, estoy segura que te hubiera encantado estar aquí hoy, como a mi. —Siento el nudo en la garganta, siento las lágrimas inundando mis ojos y se que en cualquier momento, me echaré a llorar. —Me caso, es mi boda hoy y ¡Dios! El sabe que me gustaría tanto que estuvieras aquí conmigo, que tu me entregaras —cierro los ojos un instante, permitiendome respirar —pero no lo estas y tampoco lo estarás, no físicamente, pero estarás en mi corazón a cada segundo, minuto y hora, de este día. Lo amo papá, lo amo tanto, pero tu, tu siempre serás el primer hombre aquien ame y amaré por siempre, y tu, siempre seras el primer hombre que me amo, tal y como soy.
No puedo evitarlo, mis piernas fallan y me tumban de rodillas al suelo, frente a la tumba de mi padre. La suave brisa, acaricia mi rostro mientras las lágrimas se deslizan por mis mejillas.
Me permito quedarme así, por unos momentos, hasta sentir que puedo ponerme de pie, y no sentir el dolor perforarme el pecho. Cuando siento que ha llegado la hora de regresar, me levanto y me acerco a la lápida.
—Me voy, pero prometo volver, siempre volveré —miro el anillo en mi dedo —te amo, papá.
Me alejo y comienzo a caminar para salir del cementerio, sintiendome más calma, y tranquilidad, las cuales no sentía esta mañana al levantarme.
En el camino, Leo me informa, que todos están perdiendo la cabeza por mi retraso, pero logran la calma cuando hablo con John, y le comunicó mi llegada en menos de media hora.
Y una vez llegamos a la iglesia, los nervios me atacan de nuevo, pero los calmo al ver a mis hermanos en la entrada, esperando por mi.
—Hemos llegado, alteza ¿lista para bajar?
Respiro hondo y luego dejo salir
—Lista —Leo sonríe, baja del auto y abre la puerta para que yo pueda salir.
Me he colocado una vez más el velo, el cual se une con la cola de mi vestido robando, la atención de todos en el evento. Avanzo hasta alejarme del coche, y soy escoltada por Leo y John, hasta llegar junto a Liam.