Anoche, como cada noche de viernes voy a buscarlo.
Mi deseo aumenta al sentir su aroma, mi deseo aumenta con cada movimiento de sus manos.
Una copa de vino tinto a la luz de las velas; una sonrisa provocativa le invita a recorrer mi piel, su mano toca la mía y yo asiento.
Acomodo mi cabello él me mira de forma pícara.
Al cruzar la puerta la lujuria se apodera de mi ser como lluvia luego de un largo verano, me entrego a él, mi cuerpo tiembla, mis piernas se abren ante él, la ropa estorba, ¡tómeme! ¡hágame suya!.
Sus manos rozan mi piel que se eriza con el contacto, mis pies como bailarina de ballet se mueven por el aire, mis manos toman su cabello evitando que su cabeza salga de mi entrepierna entre gemidos y movimientos de placer me lleva al clímax.
Se acerca y mientras me acaricia, me besa, entra en mi, su cara de placer, cada envestida, mis manos aferrándose a su piel, sus manos pasando por mis muslos sujetándome, tomándome, mientras repite que soy suya.
Anoche fuí tan suya como él mío.
Y como cada noche de viernes sabe llevarme al cielo y al infierno, es mi rey y yo su esclava me pongo a sus pies, me entrego a la lujuria.