Qué feo es ver abrirse unos ojos sin párpados.
Y todo porque hay una piedra real, áspera, que me ha robado el sueño, el hambre, el peso, la paz. El mes que viene me la arrancarán, como quien extrae un secreto.
Pero esta noche... esta noche no hay bisturí, ni anestesia, ni consuelo. Solo miedo. Miedo de que mi cuerpo no resista. Miedo de que yo no resista. He bajado tanto de peso que ya no sé si soy hueso o sombra. Lloro. Y el llanto no me deja dormir. No puedo dejar de imaginar finales tenebrosos.
Y sin embargo, aquí estoy. Escribiendo.