Cartas que nunca envié

Capitulo 2

Pequeña mía,
ojalá pudiera abrazarte ahora
como lo necesitabas entonces.

Te veo, tan dulce, tan llena de luz,
tan convencida de que un abrazo podía curar el abandono,
y que si amabas lo suficiente,
nadie se iría.

No sabías que el amor no siempre es refugio.
Que a veces es tormenta,
y otras veces es silencio disfrazado de compañía.

Tú pensabas que si te entregabas completa,
él iba a quedarse.
Que si escuchabas con paciencia,
te iba a escuchar de vuelta.
Que si eras tierna, brillante, buena…
ibas a ser suficiente.

Y lo fuiste.
Solo que no para él.
Y eso no es tu culpa.

Tu error no fue amar.
Tu error fue olvidarte de ti
mientras intentabas que alguien más te amara.

A veces te veo en los recuerdos,
mirando el celular esperando un mensaje,
ensayando conversaciones en tu mente,
pidiéndole a Dios
que él te dijera que sí quería lo mismo que tú.

Tú no querías lujos.
Querías presencia.
No querías promesas.
Querías alguien que se quedara.

Pero nadie te enseñó
que también se puede ser feliz
sin que te elijan.

Hoy te escribo no para juzgarte,
sino para agradecerte.

Gracias por no endurecerte,
por seguir creyendo,
por seguir hablando aunque no te escucharan.

Gracias por escribir en servilletas lo que nadie quería leer.
Gracias por soñar con casas llenas de amor,
aunque tú vinieras de una vacía.

Gracias por no rendirte,
por seguir esperando lo bueno
incluso cuando todo dolía.

Hoy estoy aquí porque tú no te diste por vencida.

Y aunque aún no tengamos todas las respuestas,
aunque la herida siga abierta,
yo sí te elijo.

Yo sí me quedo contigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.