No sé cuándo empezó.
No sé si fue en casa, en la escuela, en alguna mirada ajena…
pero un día dejé de verme bonita.
De sentirme suficiente.
De pensar que yo también podía ser la elegida.
Y desde entonces,
cada vez que alguien no me escoge,
cada vez que me ignoran,
cada vez que me tratan como una opción,
algo dentro de mí susurra:
”¿Ves? No eres suficiente para que se queden.”
⸻
He vivido con esa frase como si fuera verdad.
Como si mi valor dependiera de quién me ama.
De cuánto me desea.
De si soy lo bastante inteligente, callada, flaca, dulce, brillante, útil…
Como si tuviera que ganarme el amor
con rendimiento.
Y el amor no debería ser una competencia.
⸻
Me he mirado al espejo tantas veces
intentando entender qué me falta.
¿Será mi cuerpo?
¿Mi forma de hablar?
¿Mi historia?
¿Será que tengo “cara de problema”?
¿Será que soy demasiado para algunos
y muy poco para otros?
Me he preguntado eso mil veces.
Y cada vez,
me respondía con más inseguridad.
⸻
A veces me trato con más dureza que cualquier persona.
Me castigo por no ser suficiente para que él se quedara.
Me comparo.
Me aplasto.
Me niego el amor propio como si no lo mereciera.
Pero hoy quiero escribirte a ti.
A esa versión de mí que aún espera frente al espejo
que alguien le diga: “sí, tú. Eres tú.”
Y quiero decirte algo que quizás nadie más te ha dicho:
Tú vales.
Tú importas.
Tú no necesitas ser elegida
para ser digna.
⸻
Tu luz no depende de que alguien la vea.
Tu ternura no es menos porque alguien no la sepa recibir.
Tu amor no es un error.
Tú no necesitas volverte perfecta.
Solo necesitas empezar a creer que eres suficiente
incluso en los días en los que sientes que no lo eres.
⸻
Hoy elijo reconstruir ese espejo.
No con mentiras.
Sino con ternura.
Voy a mirarme como merezco:
con compasión.
Con respeto.
Con los ojos de quien, al fin, empieza a amarse.