Cartas que nunca escribimos

Carta 2: A ti, cuando la tristeza te visita

> Querida tú:

Hoy quiero hablarte de esa tristeza que te acompaña últimamente.

Esa que aparece sin avisar, se instala en tu pecho y lo llena todo de gris.

Esa que nadie más parece notar porque tú sigues sonriendo, aunque por dentro algo se deshace.

La tristeza es incómoda, lo sé. Nos hace sentir débiles, rotos, insuficientes. Y entonces intentamos ahuyentarla: nos ocupamos, nos distraemos, fingimos que no existe.

Pero ella sigue ahí, paciente.

Déjame decirte algo: no la rechaces.

La tristeza no viene a destruirte. Viene a hablarte. Viene a enseñarte algo que quizás no habías querido mirar.

Siéntate con ella un rato. No huyas. Pregúntale qué necesita. Permítete llorar.

Llorar también es coraje.

La tristeza no dura para siempre. Un día, sin que lo notes, se levantará de su silla y se irá. Y tú respirarás más ligera, el cielo te parecerá más claro, y sonreirás de nuevo, esta vez de verdad.

Gracias por no esconderte de ti misma.

Gracias por no avergonzarte de sentir.

Aquí estoy, para recordarte que la tristeza no define quién eres: eres mucho más que eso.

Con cariño,
Alguien que también la conoció y aprendió a quererla.

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🌟 Pequeños pasos para cuando la tristeza aparece

🌙 Busca un lugar tranquilo, cierra los ojos y respira lenta y profundamente durante cinco minutos.
🌙 Escríbete una carta como si fueras tu mejor amiga: sé amable contigo.
🌙 Sal al aire libre, aunque sea solo a la ventana. Mira el cielo, siente el sol o el viento.
🌙 Llora si lo necesitas, sin prisa y sin culpas. Llorar limpia y libera.




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