Cartas que nunca escribimos

Carta 3: A ti, que tienes miedo

> Querida tú:

Hoy quiero escribirte a ti, que caminas con las manos temblorosas y el corazón acelerado.

A ti que miras hacia adelante y solo ves un muro demasiado alto, demasiado intimidante.

Sé lo que es que el miedo se siente enorme.

Que te paraliza. Que te susurra que no eres suficiente, que no vales, que no lo lograrás. Que es mejor no intentarlo para no fracasar.

Pero déjame contarte algo: el miedo nunca se va del todo.

No importa cuánto crezcas, cuántas veces ganes, cuántas veces lo enfrentes: él seguirá ahí, recordándote que estás a punto de hacer algo importante.

Porque el miedo significa precisamente eso: que lo que vas a hacer importa.

No esperes a que desaparezca para moverte.

Puedes temblar y avanzar igual. Puedes dudar y saltar igual. Puedes llorar y hablar igual.

Cada pequeño paso que das, aunque te tiemblen las rodillas, hace al miedo más pequeño y a ti más fuerte.

No tienes que ser valiente todo el tiempo. Solo tienes que atreverte una vez.

Gracias por no dejar que el miedo te detenga para siempre.

Aquí estoy, para recordarte que eres capaz de cosas más grandes de lo que imaginas.

Con respeto,
Alguien que también tembló, pero saltó igual.

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🌟 Pequeños pasos para cuando tienes miedo

🌞 Ponle nombre a tu miedo: “Tengo miedo de ____”. Nombrarlo lo hace menos oscuro.
🌞 Imagina dos escenarios: el peor y el mejor. Luego piensa: ¿y si no sale tan mal?
🌞 Da un pequeño paso hoy, aunque no sea perfecto. Lo importante es empezar.
🌞 Celebra cada intento. No importa el resultado: ya lo intentaste, y eso cuenta.




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