Querida tú:
Si estás leyendo estas últimas palabras, es porque has llegado al final de este pequeño libro que escribimos juntas, aunque nunca nos hayamos visto.
Aquí, entre estas páginas, pusiste tus lágrimas y tus risas, tus miedos y tus sueños, tus heridas y tus ganas de sanar.
Aquí estuviste valiente, porque atreverse a mirarse por dentro es un acto de enorme coraje.
Aquí te recordaste algo que quizá habías olvidado: que tu vida importa, que tus pasos cuentan, que no estás sola.
Si pudieras verte ahora desde afuera, verías a alguien que, a pesar de todo, eligió quedarse.
Y quedarte ya es un milagro.
No necesitas hacerlo perfecto. No necesitas tener todas las respuestas. Solo necesitas seguir, un pasito a la vez.
Y cada vez que vuelvas a sentir que no puedes, vuelve aquí. Vuelve a estas cartas. Vuelve a ti.
Porque dentro de ti siempre habrá una voz que dice: “todavía puedo”.
Gracias por existir. Gracias por sostenerte. Gracias por permitirte sentir.
Aquí estoy, para recordarte que, pase lo que pase, vales más de lo que imaginas.
Con todo mi cariño y admiración,
Alguien que siempre creyó en ti.