Escribo desde la profundidad de la tristeza que siento,
donde las lágrimas son mi única compañía constante.
Estoy cayendo, sin paracaídas que me sostenga,
sin nada que me detenga en esta caída interminable.
Ojalá tener un paracaídas que me permita flotar,
que me ayude a encontrar mi equilibrio en este mar de dolor.
Pero soy el árbol solitario en la montaña,
sin nada alrededor que me brinde consuelo o calor.
Tan sola como las olas en pleno invierno,
que golpean contra la orilla sin cesar.
Tan vacía como el espacio que me rodea,
tan triste como la noche que no tiene estrellas.
En este valle de sombras, busco una luz que me guíe,
un faro que me ayude a encontrar mi camino.
Pero por ahora, solo estoy sumido en esta oscuridad,
lleno de tristeza y sin esperanza de encontrar la salida.