Cartitas para mi crush

Noventa y dos ✔️

Dereck

Jamás imaginé que Saray fuera la que está detrás de las cartas, siempre parecia tan reservada en su mundo.

Siempre tan adentrada y cómoda en su zona de confort que pareciera que no la quisiera cambiar por nada.

Ayer, al terminar la cita acompañe a Saray al apartamento donde me dijo que vivía con su papá, también lo recuerdo en una de sus cartas.

En el camino me contó cosas de su vida que no había contado en las cartas, como por ejemplo que se adentro en el mundo culinario por su madre, quién es cocinera, también me contó que la idea de dejarme cartas fue de su mejor amiga.

El que al fin conocí a la chica que estaba detrás de las cartas me emociona de cierta manera, pero también admito que voy a extrañar el misterio que había en saber quién era anónima.

— Entonces ¿me estás diciendo que la chica que te enviaba cartas era la hija del subdirector? — Noah resume prácticamente todo lo que le dije.

— Exactamente Noah — le digo tomando un poco del café que me hice.

— Esa no me la esperaba — dice Mateo.

— Ni yo — habla esta vez Carlos.

— Ya lo sabía — dice Mario  con tranquilidad mientras está en su teléfono.

Todos lo vemos esperando una respuesta a lo que acaba de decir, sobre todo yo.

— Explicate Benedetti — le pido desesperado.

— La descubrí el primer día, ella creía que estaba sola — empieza a explicar Mario — yo iba en busca del cuaderno que me ibas a prestar.

— ¿Es en serio Mario? Te dije que te lo iba a dar después o durante el almuerzo, aveces me desespera tu desesperación — le digo con fastidio.

— Si, si como sea. Necesitaba ese cuaderno así que lo fui a buscar, al llegar encontré a la chica poniendo un sobre en tu casillero, me escondí y vi como hacia un feo baile de celebración.

Todos en la sala de mi casa reímos, ya la puedo imaginar haciendo ese feo baile y de solo imaginarlo se me hace tierna.

— Cuando terminó de bailar decidió que era suficiente y se iba a su clase, me pareció un buen momento para salir de mi escondite y le hablé.

— ¿Qué hizo ella? — pregunta Carlos con una sonrisa, como se nota que le gusta esto.

— Obviamente se asustó, me dijo que porfavor no te dijera nada — me mira y se ríe — estaba tan desesperada pensando que yo te diría algo.

— Pero no lo hiciste — dice Mateo — ¿Por qué?

— Eso ¿Por qué? No entiendo cómo es que guardaste tanto tiempo ese secreto — le digo.

— Es obvio Dereck, Mario es acuario y se sabe muy bien que los acuarios son los mejores guardando secretos.

— El punto es — habla Mario llamando nuestra atención — que guardé el secreto porque me pareció genial eso de ayudarla, mientras tú leías las cartas y te quemabas la cabeza intentando descubrir quién era, yo la ayudaba a escribir y poner las cartas en tu casillero.

— Eso sí que es traición amigo — dice a modo de broma Cony quien hasta ahora se había mantenido en silencio — mentira, quisiera poder haber estado en tu lugar.

— Pero si tú también lo sabías — dice Mario con una sonrisa burlona.

Espera ¿Qué? Pienso. Me sorprende que mis dos amigos lo hayan sabido desde un principio mientras yo me mataba el cerebro intentando decifrar todo.

— ¿Yo? — Cony se toca el pecho de manera dramática — lo supe desde hace diez minutos que Dereck lo contó.

— Deja de fingir ya Cony, tú estabas conmigo cuando fui a buscar el cuaderno — se ríe Mario y Cony se une a la risa.

— Chicos quiero confesar una cosa — alza la mano Carlos.

— No me digas que tú también lo sabías — habla preocupado Noah — porque si es así me sentiría muy decepcionado ¿Como es posible que todos sabían el chisme y yo no? — Pone una pierna sobre la otra y se cruza de brazos.

— No lo sabía, también me sorprendió lo de Mario y Cony, lo que quería confesar es que no entendía nada — habla Carlos y frunze el seño — nunca me dejan hablar por completo — refunfuña y se acomoda en el sofá.

— Es cierto — Cony sigue riendo junto con Mario — Mario no quería robar el cuaderno solo, así que me pidió ayuda. Encontramos a Saray y la ayudamos.

— Nunca me imaginé tal traición de parte de ustedes dos — me toco el corazón de manera dramática — tu Mario que decías amarme.

— Yo te amo Dereck — me sigue el juego Mario.

— No — volteo la cabeza — quién engaña una vez lo hace dos veces o hasta más, no quiero estar con alguien que me guarda secretos.

— Amore mio ti prego perdonami ti giuro che d'ora in poi non ci saranno più segreti tra di noi, io sono cambiato per te — hace el típico melodrama de las novelas que ve con su mamá.

— Demonios, me prende que hables en italiano — habla Cony haciendo que Mario se ría.

Una de las ventajas de ser amigos desde hace casi catorce años es la confianza, tenemos una confianza que muchos envidiarian o que muchos pensarían que es indebida.

Muchos no creen en la amistad de muchas personas o de una mujer y hombres, pues es "mal visto" ante la sociedad.

A la mierda la sociedad, Cony es como nuestra hermana menor, deseada por muchos pero inalcanzable para demasiados, ella merece mucho y para darle todo lo que merece, estamos nosotros.

Siempre le damos la opción de elegir sus amigos, no tiene porque sentirse obligada a estar con nosotros, pero muchas veces regresó con nosotros.

La acompañamos a comprar tampones, estamos con ella cuando está en sus días, vemos películas juntos, la acompañamos a comprar ropa y libros. En fin, siempre estamos para ella.

Y aunque no se lo diga mucho se que ella sabe que yo la amo, es la mamá del grupo y por ende nuestra protegida.

— El caso es que — habla Mateo — y resumen de todo esto, Mario y Cony sabían todo pero decidieron ocultarlo y jugar a los actores con nosotros.

— hey es cierto — chazqueo mis dedos — actuaron demasiado bien cuando les enseñé la carta.




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