Casada a los 16

Capítulo 04

John

Después de toda la persecución, al fin estoy yendo a casa. Conocí a Elizabeth hace dos años en una fiesta de la Hermandad, puede que no la recuerde, pero yo sí. No me acerque a ella, pero con Cristian ya éramos amigos.

Cuando llegó a casa, las luces de la sala todavía están encendidas, ya me imagino lo que va a pasar. Una vez pasó por la puerta principal, mis padres –bueno, más mi madre- esperan ver la chica que se suponía venía conmigo.

—Pero ¿Dónde esta? Creí que vendría contigo. —la desilusión era clara en sus ojos. En cambio, mi padre se veía indiferente con la situación, siempre era así.

—No, mamá, Nathaniel al final decidió que no. Y ella tampoco quería venir, no podía obligarla hacer algo que no quiere.

—Bueno, mañana será un día nuevo, tal vez, puedan salir a conocerse mejor.

—Si, tal vez.

—Buenas noches. —dicho esto, se fue a la segunda planta.

—Entonces, ¿Cómo fue?

—Se tiro por la ventana —me siento en el sofá.

—Bueno, ella creció sin ningún conocimiento sobre esto, recuerdo que cuando a tu madre y a mi, nos lo dijeron, estábamos aliviados, ya nos conocíamos, éramos amigos desde pequeños, pero ella ha vivido en la ignorancia durante dieciséis años. Compréndela.

—Si, lo sé, pero ¿ellos no pudieron elegir a otra chica? Una que sea más contemporánea conmigo, pero ella apenas es una adolescente, papá.

—Se que podrán llevarse bien, aprovechen estás semanas para llevar la fiesta en paz. Bueno, yo me voy a descansar.

Me quedo solo en la sala, pensando como hacer que Elizabeth confíe en mí. No quiero que se enamore de mí, pero sería más llevadero si ambos nos conocemos mejor.

Mañana será un día pesado.

Elizabeth

Estoy bajando las escaleras para desayunar con mi familia, Richard y Brand se fueron anoche después de... eh, de todo el drama de anoche. Cristian si se quedo, con su esposa claro, ahora entiendo porque ambos se tratan más como amigos que como pareja.

Entraba a la escuela a las 8:00 AM, y eran las 7:30, se supone que John viene a buscarme para llevarme a la escuela.

Ding dong. Ese tiene que ser el inútil que tengo por prometido.

—¿Sabes? Se supone que tienes que venir más temprano, de camino a la escuela son quince minutos, sin contar si hay... —este hombre no es John. —Disculpe, ¿Quién es usted?

—¿Es usted, la señorita Elizabeth Evans?

Su cara no me daba confianza en ningún aspecto, no tenía emoción en su rostro, y sus ojos no tenían ese brillo que demostraba que una persona vivía.

—Ehh, sí, soy yo, ¿En que le puedo ayudar?

—Esto es para usted. —saca un sobre negro con un sello rojo, el simple hecho de ver ese sobre sabía que era algo que no me iba a gustar. Tomo el sobre y me doy cuenta de que mis manos están temblando, halo el sobre, pero el no lo deja ir. —Le recomiendo que termine cualquier relación pendiente. —suelta el sobre, da media vuelta y se sube a un auto y se va.

Y yo aun estoy paralizada en la puerta. Ellos lo saben, puede que mi familia no, pero ellos lo saben.

—Elizabeth, cielo, ¿Quién era? —volteo a ver a mamá, que, al ver el pedazo de papel negro, palidece.

(…)

Todos estábamos en la sala. Papá estaba leyendo que tenía la carta. Nadie tenía que decírmelo, pero sabía que era de La Hermandad, el ambiente y la preocupación vidente de todos era obvio.

—Nathaniel, ¿Qué dice?

—De lo que siempre tuvimos miedo. Quieren que se vaya con él, que todo se adelanta. Quieren que todo se haga lo más rápido posible.

Aun no salía del shock, ¿Es que acaso no piensan en los demás? Es obvio que no, esto se vuelve cada vez más complejo.

Ding dong.

El escuchar el timbre de la casa solo hizo que me estremeciera de nuevo, solo que está vez, era John, quiñen tenía un sobre igual al que yo había recibido.

—Creo que ya saben lo que ellos quieren...

—Si, así es, pero esto ya lo habláremos luego con más calma.

De todas formas, iba a llegar tarde a la escuela.

(...)

—Elizabeth...

—¿Mmmm?

—¿Quieres hacer algo hoy en la tarde?

—¿En serio? Estamos en esta rara situación, ¿y tú quieres salir? ¿Hay algo mal contigo?

Aparco de golpe. Mire a los lados, y estábamos enfrente de la escuela. Intento abrir la puerta, pero esta está con seguro.

—¿Puedes dejarme ir?

—No. Esto también es difícil para mí ¿Sabes? Yo también tengo una vida que va a cambiar. Solo quiero que esta mierda sea más sencilla para los dos. ¿Es muy difícil para ti que nos llevemos bien? Bien, por mí no hay problema.

Sus palabras hicieron que me diera cuenta de algo, esto no es juego. En serio nos pueden hacer daño por no hacer lo que ellos quieren.




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