Casada a los 16

Capítulo 08

8 horas antes de la boda...

—Señorita Elizabeth, por el amor de Dios, quedese quieta. —era como la quinta vez que la estilista me decía lo mismo, pero para mí era imposible, me sentía muy nerviosa. Los nudos en mi estomago no me han dejado injerir nada solído, y solo una taza de té que me había dado mi madre apenas al despertar.

He estado sentada en esta silla desde la 8:00 AM, y son las 11 de la mañana. Me han hecho de todo, depilación -de la cual terminé muy adolorida-, manicure y pedicure, y hace unos 15 minutos comenzarón con el peinado, pero ya estoy muy cansada.

Veo mi reflejo en el espejo que instalaron por el día de hoy -habían convertido mi habitación en pequeño salón de belleza, solo por unas estúpidas horas-, las manchas debajo de mis ojos eran muy notorias, mi madre sigue pensando que es porque nos dormimos tarde ayer, pero era todo lo contrario.

No pegué un ojo en toda la noche, me la pase dando vueltas y vueltas, y como ultima opción me había quedado observando por la ventana, y pensado como algo que pensé que tendría solución y un buen comienzo, terminó antes de comenzar.

—Todas, salgan un momento. —la voz de mi madre hace que vuelva a la realidad. Su rostro esta totalmente serio. —Tomense media hora de descanzo, Estela.

—Señora, pero...debemos terminar a tiempo... —la preocupación en el rostro de Estela -la encargada de todo- era muy grande.

—No te preocupes, dara el tiempo.

El total de 7 chicas salen de mi habitación, dejandome con mi madre. Toma mis manos guiandome a la cama y sentandose a mi lado. Esta me mira como tratando de decifrar algo en mí.

—¿Qué pasa, mi amor? Anoche estabas mejor, no era que saltabas de alegría, pero, veo una tristeza enorme esos hermosos ojos café —sus manos cogen un mechon de cabello poniendolo detras de mis orejas. No puedo evitar un pequeño puchero y aguanto las lagrímas. —, ven aquí.

Me esconde en sus brazos y se siente bien, ahora más que nunca sus abrazos nunca se sentieron tan bien como ahora.

—Elizabeth, me estás asustando, ¿Qué pasó anoche?

—M-ma-mamá...tengo miedo —ella toma mi rostro entre sus manos, obligandome a verla.

—Desde hace mucho tiempo, sé que me estas ocultando algo, Elizabeth. No he querido presionarte para que me digas, pero, estas a punto de quebrarte. —acaricia mis mejillas —Cuantale a mamá que es lo que sucede.

Le cuento todo. Desde el día que conocí a Michael, hasta la noche anterior. Por un momento pensé que se enojaría, pero fue todo lo contrario.

—No te preocupes, mamá ya esta contigo, ¿sí? Esto es solo tu y yo. Ahora llamaré a las estilistas, van a terminar su trabajo y podremos terminar el día.

—Esta bien.

Las chicas vuelven a entrar y, esta vez trato de quejarme lo menos posible. Y cuando quieren ser las 2:00 de la tarde, ya tengo el peinado listo y las 3:30 ya tengo el maquillaje listo, y luzco como si fuera una persona mayor, no una adolescente de 16 años.

—¡Ay, que emoción solo falta el vestido!

—Aquí esta el vestido. —dice Lia, entrando a la habitación con el vestido en una bolsa negra.

—Hola. —saludo.

—Hola otra vez, Elizabeth. —Lia pone el vestido arriba de la cama. La estilista abre la bolsa y deja ver el hermoso vestido.

—Eli, es hermoso.  —dice Michi. Y lo sé, solo que…si hubiese sido en otro momento, seguro estaría saltando de emoción. Tal vez si nada de lo que pasó anoche hubiese pasado, estaría también feliz. —Vamos a ponértelo.

Coraline y Michi lo terminan de sacar de su bolsa, todas salen y solo quedan mis damas de honor y mi madre.

—Recuerda lo que dije, no importa que haya pasado anoche, hoy es tu día, disfrutalo al máximo, ¿me oyes? —mamá me ayuda a entrar en el vestido. Cora y Michi me dan una mirada de alerta y asiento con mi cabeza haciendoles saber que ella sabe. —Y déjenme decirles, señoritas, que estoy enojada por no haberme dicho nada con respecto a eso.

—Lo sentimos mucho, tía Beth, pero, no sabíamos que como ibas a reaccionar.

—Es cierto. —secunda Cora a Michi.

Una vez estoy lista, todo de repente se vuelve un caos.

—¡Niñas, ¿Qué demonios están buscando?! —la estilista -descubrí que se llama Laura- esta volviéndose loca, y yo estoy muy tranquila comiéndome un sándwich, sentada en el sofa.

—¿Estás bien, ahora? —pregunta Lia sentadose a mi lado.

—Si, mejor. No había comido nada en todo el día —digo tratando de masticar todo lo que puedo. —Me alegra que hayas aceptado la invitación de querer ir a la boda.

—Gracias a ti por invitarme.

—No hay de que. Me agradas mucho, la verdad.

Después de un drama sin causa, todas nos montamos en nuestros respectivos autos. Y vamos 10 minutos tarde, no sé como, se supone que íbamos a buen tiempo.

Nos bajamos con algo de desesperación, papá esta esperándome afuera de la iglesia, y mi corazón comienza a doler cuando veo sus ojos llenos de lagrimas, trato de contener las mias, le prometí a mamá en el auto que trataría de no llorar.




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