-Viernes 25 de Mayo
──Sólo pídele perdón y ya está ──digo en un intento por resolver el patético problema, pero ella me mira de una forma amenazadoramente escalofriante──. De acuerdo, continúa.
Una pareja de alumnos a lo lejos llama mi atención, de hecho, todo a mi alrededor llama mi atención a ecepción de las palabras de Mary. Miro a Rosa a mi lado, jugando con su larga y sedosa melena castaña; sé que está mordiéndose la lengua para no opinar porque Mary le dijo que no se metiera en el asunto. Ambas son mis compañeras de curso, pero no nos hemos relacionado lo suficiente para ser amigas, al parecer sostengo una mejor relación con los adolescentes de quince a diecisiete años, lo cual es raro porque yo tengo trece, pero a mi parecer sus conversaciones son más interesantes que las de mi generación.
Observo a la chica quien no para de hablar de los conflictos que guarda con su mejor amigo, pero hace rato que he dejado de entender debido a que habla muy rápido y a mi me cuesta entender el español; tampoco me esfuerzo mucho que digamos. Lo sé, soy una mala compañera.
──¡Eh! ──Mary llama mi atención. ──Sé que mi historia no es la más interesante del mundo, pero tengo una crisis, por lo menos hazme caso, Eva, este problemas es muy grave y ahora más que nunca necesito tu atención. ──A esa faceta de Mary yo le digo Miss Drama, esa que se encuentra que todo es un martirio y le pesa hasta vivir.
──Lo siento Ros... ¡Mary!, Mery, sólo me perdí en mis pensamientos ¿puedes empezar de nuevo? ──Medio año y aún confundo sus nombres, repito: que mala compañera soy.
──Sólo lo haré porque necesito tu ayuda. ──acepta ella con supuesta indignación, me fijo en su cabello castaño mientras empieza de nuevo, hasta ahora me había dado cuenta de que se lo cortó hasta los hombros.
──Ya vinieron a por mí, adiós chicas ──Se despide Rosa, la más activa de las dos por cierto, la verdad es que Mary no es de hablar mucho, pero en este momento necesita consejos──. Hasta luego, nos vemos el lunes.
──Como te decía... ──En ese preciso instante veo a Aaron en toda su gloria, quien vino a recogerme en su jeep blanca como es de costumbre; según yo ahorraría combustible si viene en moto, pero ha hecho caso omiso a mis palabras desde siempre.
──Lo siento Mary, pero tienes mi número, dentro de unas horas me llamas y me cuentas, ¿sí?
──Vale. ──acepta la linda chica, no encuentro enojo en su expresión así que asumo que no se ofendió. ¡Alabado sea Alá! Realmente deseaba dejar de escucharla por un momento, lleva toda la mañana hablándome del asunto: una pelea con su mejor amigo, pero por más que insistió en que lo perdone, más argumentos inventa a su favor.
Camino hacia la puerta en donde Aaron me espera parado junto al vehículo, con pose de modelo esperando para abrirme la puerta como todo un caballero, como siempre. Cuando llego a su encuentro noto como se acerca a mi peligrosamente e intenta besarme, con espanto me aparto, pero solo le doy ventajas de posar sus labios sobre mi cuello y rozar su nariz haciendo perder la compostura gracias a las cosquillas que me produce tal acto. ¿Qué le pasa hoy? Nunca antes ha hecho eso.
──Aquí no..., no puedes hacer eso ──Lo empujo levemente, pero sigue intentandolo. Qué molestia──. Aaron...
──¿Que no puedo besar a mi esposa? ¿también debo disimular querer un poco de afecto? Solo quiero un abrazo___Abre sus brazos, pero yo lo rechazo sin darle respuestas, sólo está celoso. Mientras caminamos la poca distancia que nos queda del portón al auto, siento como desliza su dedo por mi espalda, con mi camisa de por medio, yo río involuntariamente. ¿¡Por qué soy tan cosquilluda?! Sigo ignorandolo y nos detenemos frente a la empolvada jeep blanca──. Vamos sé que quieres... ──Me pellizca.
──¡Aaron...! ──chillo entre histérica y enojada, ¿como se atreve?──, eres un tonto ──Se ríe──. ¿Qué es tan gracioso? ──pregunto. Va a arruinar todo lo que hemos construido por una estupidez. Me abre la puerta del copiloto y rodea la el vehículo para subir.
──¿No estas consciente de lo que acabas de hacer? ──Le pregunto mientras él pone el auto en marcha, se queda callado──. Respóndeme Aaron.
──Sí, solo estaba jugando. ──confiesa y ríe con diversión, poniendo su vista en el camino.
──¿Jugando? ¿eres tonto? ──Repliqué aún más molesta.
──Eva, era broma, además es sólo un beso. Es más ni siquiera te besé ──habla con voz suave y pasciente, como si me estuviera haciendo entrar en razón.
──¿Un beso? Me puedes meter en problemas por eso y lo sabes. Lo haces a propósito ¿no?
──Olvídalo, contigo no se puede bromear. ──habla evidentemente ofendido. ¡Ja! Por favor, yo soy la ofendida aquí, él no tiene ningún derecho a decepcionarse.
──¡No tienes nada en la cabeza! Sólo piensas en bromas absurdas. ──reclamo subiendo la voz.
──Sí ¿y qué? ¿acaso importa? ¿me vas a pegar? ¡qué miedo! Mami Eva y su correa ──suspira y me mira──. No estés tan a la defensiva. No importa que nos vean, además no nos dirán ni nos pueden hacer nada.
──Pero se te olvida que un matrimonio está constituido por dos personas y mi parte no quiere que nos vean. Pensé que eras más consciente, en que cumplirías con tu parte, pero al parecer soy más adulto responsable que tú.
──Tú no tampoco estas cumpliendo con tu parte del contrato, así que no reclames. ──Su voz se volvió dura
──¿Eso es para tí nuestro matrimonio? Un contrato.
──Todos los matrimonios lo son, y lo sabes. Sólo un estúpido papel inservible, lleno de cláusulas e inútiles leyes. Lo tuyo es mío, lo mío es tuyo ──menciona lo último con ironía. En el fondo sé que él tiene razón, es sólo un estúpido papel. Pero mi orgullo no me permite darle la razón.──. Además sé que lo único que no quieres es que todos esos chicos se enteren de que estás conmigo. ──bromea de nuevo, ¿que no tiene cordura?