Casada Con Mi Jefe. Saga: New York City N° 1

Capítulo 1

Estoy sentada en mi escritorio, mordiéndome el interior de la mejilla y pensando en los problemas que tendré por mentir en la entrevista con la trabajadora social, encargada de mi caso sobre la adopción de Mely Howard, una niña de 5 meses, hija de Kate Howard, mi mejor amiga.

Kate y yo nos conocimos en el instituto, yo nunca fui una chica muy agraciada pero trataba de ver la vida de manera positiva; en vez de dejar que las personas se burlaran de mí yo me reía de mí con ellas, siempre traté de ver el lado cómico de las cosas y era de cierto modo “la fea graciosa” del grupo.

Una vez, cuando teníamos 14 años, un chico me invitó a salir y estaba tan asustada que Kate me animó a ir; yo era muy tímida en estos temas debido a que tenía problemas para hablar por mis frenos y a eso sumen que era una reverenda estúpida en todas las materias menos en arte; eso no ayudaba a mi autoestima.

Pero Kate no lo veía así, ella siempre veía lo mejor de mí. Recuerdo esa tarde, ella me dijo: — eres hermosa Paige, verás que todo sale bien.

Aun así, yo estaba asustada. ¡Por Dios, nunca me sale nada bien! y cuando Mark vino a buscarme, estaba demasiado nerviosa; fuimos a una heladería y la pasamos... bien, debo decir; hablamos de nuestra vida e intereses, estaba muy feliz, pero cuando me dejó en mi casa, al despedirse, me besó; ¡era mi primer beso y no sabía que hacer!

Traté de imitarlo pero al abrir mi boca el trato de meter su lengua y me puse nerviosa, gire mi rostro terminé cortándole el labio con mis frenos; me quería morir, me disculpé pero me dijo que no había problema y se fue.

Cuando le conté a Kate lo que pasó, me dijo: — no te preocupes, le pudo pasar a cualquiera Paige. — Pero ese cualquiera siempre era yo.

La siguiente semana, todos sabían lo sucedido y se mofaban, yo reía con ellos y nos burlábamos de lo sucedido. Pero ningún chico lo volvió a intentar nada hasta que me quitaron los frenos a los 17, por eso era muy extrovertida hasta cierto límite, los chicos no me veían de otra manera que no fuese la amiga graciosa.

Y eso no cambió hasta el baile de fin de curso, poco antes de graduarnos, Michal Stevens me invitó al baile, él era el mariscal del equipo de fútbol, yo estaba que me mataba de felicidad así que, al llegar el día Kate me ayudó a arreglarme y tratar de verme lo mejor posible.

No poseo una gran belleza, mi cabello es castaño liso, aunque soy delgada me falta pecho y me sobran caderas y mi piel es un poco trigueña, definitivamente lo único atractivo en mí son mis ojos azules.

Llevaba puesto un vestido azul con el escote en forma de corazón, pegado hasta la cintura y de ahí, caía suelto hasta poco arriba de mi rodilla. Cuando me observé en el espejo no lo podía creer, definitivamente era la nueva versión de Paige Evans.

Kate también se veía hermosa, pero, ¿a quién quiero engañar? ella siempre se veía hermosa con su cabello rubio en ondas, sus ojos color café, su delgada figura y ese vestido blanco que le quedaba a la medida, parecía un ángel.

El padre de Kate nos llevó porque mis padres no sabían del baile, ellos piensan que esos tipos de eventos no son para mí. Verán, soy la menor de tres hermanos, Samantha es la mayor, me lleva tres años, ella era la estrella en el instituto, buenas calificaciones, buena deportista y presidenta de su generación, en este momento está cursando su segundo año de medicina, en definitiva es el orgullo para mi familia; mi hermano me lleva dos años, el famoso Jason Evans, él era el mariscal del equipo de fútbol americano y el líder en el equipo de natación, sus calificaciones siempre estaban por encima del promedio y nos llevó a la victoria del campeonato estatal en su último año, al entrar a la universidad ganó una beca deportiva y ahora está cursando su primer año de administración con beca deportiva, en definitiva, es el otro orgullo de mi familia; luego estoy yo, mis padres saben que tengo problemas con las calificaciones, con mi falta de aptitud para los deportes y que frecuentemente me llaman la atención por ser poco seria en lo que respecta a mi vida, mis padres no poseen muchas esperanzas en mí, pero esa noche todo sería distinto. No pensaría en ellos y me concentraría en disfrutar la velada.

Cuando llegamos, vimos que todo estaba decorado con guirnaldas y globos, como si el comité de decoración no se hubiese esmerado mucho; después de un rato, empecé a buscar a Michael pero no lograba encontrarlo aunque pasados 10 minutos, alguien me tomó de la cintura desde atrás, al principio me asusté pero cuando habló en mi oído lo reconocí.

—Te ves hermosa esta noche, Paige— me dijo Michael.

—Gracias, tú también— le sonreí, pero reaccioné en mis palabras y traté de corregirme mientras me ruborizaba— es decir, no estás hermosa... estás guapo.

El soltó una carcajada que me hizo sentir peor.

—¡Lastimas mi ego, pensé que también era hermosa! — me dijo en broma y no pude evitar reír con él.

Luego de estar hablando un rato, me pidió que lo acompañara a un lugar, estaba nerviosa, seguro me besaba y no quería que terminara como la última vez. Empezamos a caminar hasta el campo de fútbol, me llevó debajo de las gradas, me apoyó en la pared y se colocó frente a mí para susurrarme — eres hermosa, Paige.



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En el texto hay: matrimonio, romance, amor

Editado: 10.01.2020

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