Casada Con Mi Jefe. Saga: New York City N° 1

Capítulo 4

Al llegar a la sala de nuevo, Alexander estaba revisando su celular.

— Discúlpeme señor, pero hoy esta pequeña se puso creativa a la hora del baño— le dije mientras miraba a Mely en mis brazos, ella tenía una sonrisa traviesa en el rostro, como si supiera lo que había hecho.

Cuando vi a Alexander, no me estaba viendo, sus ojos estaban clavados en algún punto de la habitación, decidí que era hora de terminar con esto.

Me encaminé al sofá frente a él y me senté con mi hija en mi regazo, en ese momento él pareció darse cuenta de mis piernas ya que sus ojos parecían examinarlas como si fueran mercancía haciéndome sentir un poco incomoda.

Era extraño tener la atención de un hombre sobre mí.

—Mire señor Ambrosetti para empezar, le quiero pedir disculpas por todos los inconvenientes que le estoy causando— él solo me observa con una ceja enarcada.

Se ha quitado el saco y la corbata quedando únicamente con su camisa de botones, es increíble que aun así esté para comérselo… No Paige. Concéntrate.

Trago el nudo que se me está formando en la garganta y continuo hablando.

— Yo…yo crecí en el pueblo de Lane en Dakota del Sur con Kate Howard, ella era mi mejor amiga, ambas nos mudamos a New York, ella para seguir estudiando y yo para trabajar pero… el plan se interrumpió cuando Kate se enamoró y quedó embarazada..., su novio; el padre de Mely le dijo que no se haría cargo del bebé, y sus padres... le dijeron que tampoco querían saber nada de ella. Los Howard veían en Kate a la hija perfecta y no le perdonaron el hecho de que quedara embarazada.

—El embarazo de ella los decepciono.

— la negaron como hija— le dije serie recordado esos momentos amargos— así que juntas saldríamos adelante; pero durante el parto… hubieron complicaciones, lo último que me dijo fue...— a estas alturas de la historia tenía un nudo en la garganta. Recordar a Kate todavía era difícil.

Alexander me miraba atento esperando a que continuara pero aún me dolía recordar todo eso, baje la vista para ver que  mi pequeña Mely ya se había dormido en mis brazos con su boquita un poco abierta.

— Lo último que me dijo fue que cuidara de su hija mientras descansaba, pero ella… ya no despertó, tuvo un paro pulmonar. Espero…espero que comprenda porque necesito proteger a Mely — le acaricio la cabecita con su mano—  Para mí, es mi hija y trataré todos los días de ser la madre que perdió.

Alexander se quedó en silencio, parecía atormentado, lo que yo no comprendía en ese momento es el dolor que él sintió al verme con mi hija y saber que esa pequeña niña tuvo una pérdida igual a él.

— Te necesitamos, si tú desmientes el compromiso… ella me perderá y soy lo más cercano a su verdadera madre que ella nunca tendrá— le dije esperando aplacar a su corazón.

Pero lo que yo no sabía es que Alexander se sentía abrumado, una cosa es pensar que era una niña huérfana y otra era sentirse identificado con ella; y eso era algo que él no podía permitir, se prometió a sí mismo que nunca le harían daño otra vez, y el sentir empatía por esa bebé, sería solo el principio de su propia destrucción.

Me levanté de mi asiento, para llevar a mi hija a la recámara.

— Ya se quedó dormida, la iré a acostar en lo que decide que hará con esta situación— me fui a la habitación de Kate, que ahora es mía.

Antes que Mely naciera compramos una cuna para la bebé y la acoplamos en su cama de tal manera que ellas dormirían juntas, a veces, durante la noche me despierto y me siento una usurpadora, ya que tendría que ser Kate la que esté durmiendo aquí, no yo; acosté a Mely en su lado y me acomodé a su lado, verla así tan tranquila me pone nostálgica, Kate soñaba con poderla tener así, le acaricie la mejilla y ella me sonrió en sueños, sonreí solo con verla; haría lo que fuera por ella.

******************

Mientras tanto, Alexander estaba analizando la situación, en la tarde tomó la decisión de girar las cosas a beneficio suyo, sabía que nunca  podría sentir nada por alguien como Paige, pero la nostalgia que le generaba esa niña era algo que no le gustaba.  Lastimosamente ahora no puede echar para atrás sus planes, si desea que se cambie la imagen general que se tiene de él; debe de aprovechar las circunstancias; él sabía desde un principio que no podía decir no al compromiso; si se negara los titulares lo mostrarían como un ser sin escrúpulos que dejó a su prometida con una niña.

Definitivamente no podía decir que no.

Pero la señorita Evans es lo suficientemente ingenua para creer que lo haría sin obtener nada, y lo peor es que era tan confiada para creer que servicios sociales se conformaría con un compromiso.

Alexander sabe que, en este caso, un matrimonio arreglado sería la mejor solución, tanto como para la prensa, servicios sociales y su familia; el único problema radica en esa niña, el no entiende como lo altera, pero se mantendrá alejado de ella, porque la verdad, lo que ellas necesitan es algo que él, no les podía brindar.



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En el texto hay: matrimonio, romance, amor

Editado: 10.01.2020

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