Casada Con Mi Jefe. Saga: New York City N° 1

Capítulo 7

Una vez dieron las 3 me retiré de la empresa, logré dar los últimos retoques a mi diseño y mandé a pedir los materiales para crearlo en mi oficina.

Me despedí de mis compañeros y fui con Robert a traer a mi hija a la guardería.

Nadia, se sorprendió al verme tan temprano.

— ¿Paige? ¿Qué haces aquí tan temprano? — me dijo nada más verme.

— Hoy tenemos un compromiso y  he venido a recoger antes a mi hija.

—Me alegro, Mely se pondrá muy contenta— me dijo mientras se daba la vuelta para traer a mi pequeña.

Una vez sus ojos se posaron en mí, empezó a moverse en manos de Nadia de forma agitada, me apresuré a tomarla y la abracé a mi pecho con cariño. ¡Amo tenerla así!

Nadia me entregó la pañalera y salí con mi hija hacia el auto. Debo admitir que a pesar que no me acostumbro a tener un cochero, me gusta saber que podre ir junto a mi pequeña todo el camino.

Una vez en el departamento, Robert me ayudó con la caja del vestido ya que no podía subir todo, sola.

Lo despedí y le busqué la ropa a Mely y nos bañé. Debíamos de vernos guapas para la cena.

Cambié a Mely con un vestidito morado pastel, unas medias blancas con calcetines y sus zapatitos.

Por suerte mientras la cambiaba se quedó dormida así que aproveche para cambiarme, creo que nunca me había esmerado tanto como hoy en mi aspecto, me perfumé, coloqué mi ropa interior y me maquillé lo mejor posible.

Al final me coloqué el vestido y claro, me quedaba perfecto, busqué entre mis zapatos y me coloqué unas plataformas no muy altas color blanco con tiras delgadas.

La verdad, me veía muy bien, coloque mi cabello en una cola alta ya estaba lisa.

Desperté a mi hija, sino ella no me dejaría dormir en la noche, estábamos jugando cuando escucho unos golpes en la puerta.

Al abrir me encuentro con Alexander con la misma ropa de la oficina.

— ¿No te cambiaste de traje? — le pregunté.

— No, además me pondría otro traje y sería lo mismo— me dijo con vos neutra.

Debo reconocer que ante eso, él tiene razón.

—Está bien— tomé mi bolso y la pañalera de Mely, pero Alexander me la quitó para que yo llevara a mi hija.

— ¿Llevas todo lo que necesitas?

—Sí, ahí está todo.

Una vez en la limusina nos dirigimos hacia la cena. Me sentía un poco nerviosa por conocer a los Harrison. Solo esperaba que a mi jefe no se le ocurriera besarme frente a su familia, no me sentía preparada para poder fingir aún más, esa noche.

—Toma antes que lo olvide — Dijo Alexander, sacándome de mis pensamientos. Me entregó una caja pequeña, la abrí esperando un anillo grande, pero me quedé sin palabra.

Era un anillo hermoso, era de oro blanco sencillo, pero se notaba que era fino, poseía dos tiras delgadas trenzándose hasta un pequeño diamante.

—Esto es… hermoso—le dije.

—Encontré un punto medio entre nuestros gustos. No fue fácil pero sabía que te gustaría.

—Yo…gracias Alexander. Toma— le entregué la caja— pónmelo.

— ¿Para qué quieres que te lo ponga? — me preguntó extrañado por mi petición.

—Posiblemente sea la única vez que me case,  así que lo único que quiero es que sea mi prometido el que me coloque el anillo, así que ponlo— le dije sonriendo y extendiendo mi mano emocionada— no me moveré hasta que lo coloques.

—Eres…posiblemente la mujer más extraña que he conocido— tomó mi mano y me colocó el anillo—listo oficialmente eres mi prometida.

Por un momento, los dos nos quedamos observando mi mano con el anillo siendo sostenida por la de él.

Su prometida.

Estoy viendo nuestras manos juntas, cuando siento su ojos en mí, levanto mi mirada y lo veo observándome; baja su mirada a mis labios y sentí una corriente de anticipación en todo mi cuerpo.

Esto es algo nuevo, solo siento su mano deslizarse sobre mi mano, rozando el anillo mientras su mirada se mantiene en mi boca, bajo la mía a sus labios inconscientemente y por un momento deseé que me besara, pero fue ese mismo deseo lo que me hizo alejarme.

Es normal que me sienta atraída por mi jefe, pero debido a las circunstancias, esa atracción no se puede convertir en nada más.

******************

Estuve a punto de besarla.

¡Dios! ¿Qué iba a hacer?

Me  siento molesto por  haberme dejado llevar, si ella no se hubiera apartado la hubiera besado, ver el anillo en su mano, sentir el olor de su perfume y ver sus labios rosados había sido lo necesario para llevarme a besarla y es ahí donde radica el error.

Siempre me he caracterizado por ser una persona controlada. Mis relaciones, normalmente son con mujeres que saben exactamente que solo busco algo casual, sin compromiso y he de decir que son mucho más hermosas que la mujer a mi lado, pero Paige despierta en mí una extraña curiosidad por esa desastrosa mujer que es.



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En el texto hay: matrimonio, romance, amor

Editado: 10.01.2020

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