Casada Con Mi Jefe. Saga: New York City N° 1

Capítulo 27

—Muchas Gracias por todo— dijo Paige empezando su discurso de agradecimiento— Este premio es gracias al apoyo y la unidad en nuestra empresa. Es para todos los empleados de Publicity Harrison, porque sin ellos nada de esto sería posible. Muchas gracias.

Una vez termino, Alexander el tomo y le dio un casto beso enfrente de todos en el escenario; todo el público se puso de pie para aplaudirles en su momento.

Tomó la mano de Paige y se colocaron tras bambalinas, muchas personas los felicitaron en su camino de regreso a sus asientos, pero antes de llegar alguien se interpuso en su camino.

— ¿Puedo felicitar a la bella dama por su premio?—Pregunto Nick.

— ¡Nick!, ¿Qué haces aquí? —Pregunto Paige con una sonrisa enorme.

—Soy un invitado, ser empresario tiene sus ventajas, entre ellas siempre ser invitado a este tipo de eventos. ¿Entonces? ¿Puedo darte un abrazo por tu premio?

—Claro que no idiota —le dijo Alexander en broma.

— ¡Oye! Deja a la dama decidir— le dijo Nick de la misma forma.

Paige río al verlo a los dos.

—Está bien — concedió Paige acercándose a Nick y abrazándolo mientras este le sacaba el dedo de en medio a su amigo.

—Al final, siempre me quedó con la chica— le dijo Nick a Alex  en broma mientras soltaba a Paige.

—Es una lástima que en este caso este casada y enamorada de mi esposo— le dijo Paige con falsa pena.

—Es sólo un pequeño detalle que se puede obviar— exclamo juguetón.

—Claro que no, te acercas a mi esposa y me encargare que tu madre se entere de tus amoríos   — lo amenazo Alexander.

Nick simplemente encogió los hombros y  fingió un temblor.

—Mensaje entendido, si mi madre llegara a conocer a una de las chicas con las que he salido posiblemente me obligue a casarme con ella aunque no sea de su agrado— negó divertido con la cabeza pensando en el lío en que se encuentra metido — y ustedes ¿ para dónde iban?.

—Nos dirigíamos hacia nuestros asientos —contesto  Alexander.

Nick se despidió de la pareja y ellos  se encaminaron hacia sus asientos.

Al terminar la ceremonia, Alexander se llevó a Paige rápidamente hacia su hogar, el estaban dispuesto a cumplir su promesa.

Llevaba toda la noche fantaseando quitarle ese vestido y lo haría lo más pronto posible.

Al subir al carro el subió el vidrio de división del vehículo y antes que Paige adivinara  sus intenciones ya se encontraba recostada en el asiento con su esposo sobre ella besándola como si el mundo se acabara en ese momento.

Paige sentía que la cabeza le daba vueltas. No podía pensar con claridad, su corazón latía desbocado y sus sentidos estaban embriagados por el calor del empuje de su lengua.

Cuanto ella pensó que no podría más, Alexander dejo de besarla. Con un gemido, deslizo su boca por su cuello, hasta que la poso en uno de sus pechos aun sobre la tela.

Al sentir en calor de su boca ella gimió sorprendida, volviéndose loca mientras las manos de él le acariciaban el cuerpo.

—Me encantan tus pechos— gimió Alexander —este par me han estado tentando desde que salinos de casa.

Beso una última vez sus pechos y se alzó de nuevo hacia su rostro y la observo con tanto ardor que ella sentía que estaba en llamas.

Alexander la beso y sintió su boca tibia y suave, sus sentidos  explotaron haciéndole sentir un deseo ardiente por todo su cuerpo.

Tomo una de sus piernas y empezó a acariciar hasta llegar a su trasero y apretarlo, a él le encantaban sus curvas.

Ella le comenzó a quitar la chaqueta mientras el bajaba su vestido dejando al descubierto sus senos, los cuales el rápidamente beso y mordió haciéndola arquearse hacia su contacto.

—Señor, ya llegamos.

La voz de Robert hizo que Alexander soltara una maldición.

Paige solo río.

—Debemos de dejar de hacer esto en el carro— le dijo a Alexander recuperando el aliento.

—Créeme, cariño. Seguirá sucediendo— le dijo Alexander antes de darle un último beso y levantarla.

Se colocaron la ropa de la mejor forman pero sus cabellos los delataban.

Se bajaron de la limusina y entraron rápidamente a la casa casi corriendo hacia la habitación.

Pasaron de forma breve a ver a su hija, y a darle un beso cada uno.

Al llegar a la recamara Alexander la tomo y la beso al igual que en el vehículo y ella le respondía con la misma pasión y desenfreno.

Se devoraban mutuamente, mordiéndose, lamiéndose, intercambiando gemidos y exclamaciones, alzando el calor entre ellos casi insoportable.

El la desvistió con una sería de movimientos hasta dejarla totalmente desnuda.

—Amo tenerte así— le dijo acostándola en la cama.

—Me parece injusto— le dijo ella tomándolo de la corbata y acercándolo a su rostro— yo también te quiero desnudo.

—Soy— tomo el labio de ella entre sus dientes— toda tuyo nena— susurro.

Paige le quito la ropa entre besos y caricias hasta dejarlo en iguales condiciones.



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En el texto hay: matrimonio, romance, amor

Editado: 10.01.2020

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