Casada Con Un Inmortal [ Libro 1 ]

Capítulo 7 - Ashley.

 

El día siguiente se presentó nublado, unos grandes nubarrones cubrían el cielo. 

Había decidido estar tirada en la cama y no salir de la habitación, lo que alarmó mucho a la señora Carmen cuando nos visitó por la mañana. La escuché hablar sobre mí con Geovanni en el pasillo, él tan solo le dijo que no se preocupara y le pidió que me atendiera en lo que necesitara. Carmen así lo hizo, aunque siguió preocupada por mi desgana y aunque quise mostrarme mas animada, no pude. Me contó que ella y su familia irían al pueblo a pasar el fin de semana con su otra hija y su familia. 

 

Ya por la tarde me llegó ruido y voces desde abajo, señal de que nuestros amigos habían llegado. Al rato, Candela y Ana subieron a verme, Geovanni les había contado mi tropiezo en las escaleras y se mostraron contentas de saber que me encontraba bien. Me contaron que Estela también había venido y debido a la insistencia de mis amigas, unida a la idea de que Geovanni y Estela estuvieran juntos, decidí bajar. 

 

Cuando bajé sentí como todo a mi alrededor me dio vueltas y me preocupé, tanto mal rato iba a acabar conmigo.

 

- Has bajado. - Se acercó uno de los amigos de Geovanni, Randy Lago. - ¿Te sientes mejor?, Geovanni nos ha contado que estabas accidentada. - Me preguntó Randy. Tenía un aire maduro y debía de serlo, pues como único descendiente de la familia Lago, dirigía los negocios de su familia. Geovanni y él eran muy buenos amigos. 

 

- ¿Eso ha dicho?. - Pregunté asombrada. Tenía mas malestar por mis sentimientos que por mi pié, pero cuando Randy insistió le respondí que mi pié estaba mucho mejor y me disculpé por no haber bajado antes.

 

- No pasa nada, de todos modos el cielo no está hoy para disfrutar de la noche. - Pronunció Randy. - Seguro que mañana hace mejor día. - Sonreí y caminé con él hasta la sala de juegos, donde al parecer estaban los demás. Allí no faltaban mesas para jugar a las cartas, unos buenos sofares donde sentarse a charlar y una mesa de villar. Mi sorpresa al entrar fue encontrar a Geovanni riendo ante un comentario de Estela, Toby junto a ellos no se mostró muy complacido. 

 

- Tiene gracia. - Le dijo Geovanni a su amigo, mientras sostenía un palo de villar y Estela se agarró a su brazo.

 

- Toby no tiene humor cuando se trata de él. - Dijo Estela sonriente y paseó la mirada por la sala, al verme dio un tirón del brazo de Geovanni. Él me miró enseguida y por un breve momento la expresión suelta y alegre de su rostro, cambió. Luego hizo entrega del palo de villar a Toby y caminó hasta mí. 

 

- Me complace que hayas bajado. - Me dijo.

 

- No tienes que mentir. - Respondí. Me sobresalté y asusté cuando del sofá más cercano se levantó Bruno Simón y di un respingo, que me hizo chocar con Geovanni. 

 

- ¡Bruno!. - Saltó Toby. - Con esa cara tan fea has asustado a la señora Luna. - Le siguió diciendo Toby. Miré a Geovanni estando aun pegada a él y al ver como me miraba me invadió la tristeza, pronto dejaría de ser la señora Luna. Me aparté cortésmente y observé como Geovanni miró a otro lado.

 

- Lo siento. - Se disculpó conmigo Bruno, primo de Ana y en secreto, la persona de la que Ana estaba enamorada. Harían linda pareja sino fuera porque ambos eran de la misma familia y porque Bruno estaba prometido con Cecilia Torres, una chica hueca, hipócrita y de mal genio, amiga de Estela. A todas las fiestas, Cecilia acudía del brazo de Bruno y pobre de él si se le ocurría bailar una sola pieza con su prima. Me entristecía pensar que el romance entre Ana y Bruno nunca ocurriría. Libré a Bruno de su disculpa, ya que fue solo culpa mía al no esperarlo allí. 

 

- Ashley. - Saltó Estela y la miré. Sonrió de oreja a oreja y añadió la víbora. - Nos alegramos de que hayas decidido bajar a deleitarnos con tu compañía.

 

- Gracias. - Respondí y sonreí tanto como ella. Noté como Candela y Ana nos observaron a ambas y yo pronto desvié mi atención hasta la mano que mi esposo me ofreció. 

 

- Animemos esto. - Ladró Toby con todo el carácter que él tenía y no tardó en poner música. Geovanni me pegó a él y yo pasé mis brazos alrededor de sus hombros. No pude evitar sonreír.

 

- ¿Ahora bailamos... ?. - Pregunté. Pasábamos de una cosa a otra en cuestión de segundos, aunque por dentro todo siguiera ahí.

 

- Debemos mantener las apariencias. - Contestó. Agarré mis manos en su nuca y él siguió hablando. - Lejos de todo el daño que nos hagamos... - Aquéllo lo susurró para evitar ser oído.

 

- ¿Por qué nos hacemos daño?. - Pregunté tan bajo como él, apreté mis manos y seguí preguntándole. - ¿Por qué no puede ser tan fácil como olvidarlo todo?.

 

- ¿Me pides que olvide?. - Noté en su voz cierto deseo a ello y asentí. Nada me detendría ahora de decir lo correcto.

 

- Mi silencio aquél día en la barca no fue un rechazo... Era sorpresa y desconcierto, nunca imaginé que pudieras decirme que me amabas, que estabas enamorado de mí. - Hablé nerviosa. - Antes de poder reponerme, tú lo distes por perdido y no supe que decir.

 

- ¿Dices que me precipité?. - Preguntó con una sonrisa irónica. Yo también sonreí y preguntó. - ¿Y que hay del día que llegamos?, te pedí exactamente lo mismo y esta vez respondiste no poder hacerlo, sin decirme antes lo que callas. - No iba a ser egoísta y pensar solo en mí... Lo apreté con mis brazos y permití que las palabras que tanto había callado, salieran. Le conté nuestro plan para disfrutar de su fortuna, que debía enamorarlo antes de quedar embarazada. Que todo había sido planeado por mi madre, pero que yo accedí a ello y ambas éramos igual de culpables.

 

- ¿Me perdonarás... ?. - Me atreví a preguntarle. Al fin la pregunta que me librase de todo cuanto había hecho y dicho. Sus ojos azules me miraban y al hundirme en ellos, supe que me había perdonado desde el comienzo de esta conversación. Eso me ilusionó enormemente y solo entonces me di cuenta de que, de un modo o otro habíamos llegado a buen puerto... Nos amábamos e íbamos a tener un precioso bebé. Geovanni era inmortal, había vivido durante mas años de los que yo podría imaginar y nunca había amado a ninguna otra mujer como me amaba a mí, del mismo modo yo nunca había conocido el amor... No hasta conocerlo a él. 



#1757 en Novela romántica
#590 en Chick lit

En el texto hay: familia, romance, amor

Editado: 25.01.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.