Casada Con Un Inmortal [ Libro 1 ]

Capítulo 15 - Geovanni.

 

El rancho Morgan era propiedad no solo mía, también pertenecía a los descendientes de mis hermanos. Pues este lugar fue un regalo de Nicolás para con nosotros. El sitio era lo suficientemente grande como para albergar cinco casas, así como sembrados, invernaderos y establos. 

Me pareció el lugar ideal para pasar un tiempo y aunque Ashley se mostró encantada de salir de la ciudad, me pregunté si le agradaría la estancia allí. 

Llegamos en coche a media tarde y antes de conducir directo a nuestra casa, decidí detenernos en la primera casa que encontramos camino de la nuestra. No había avisado de nuestra visita y al salir del coche fuimos recibidos por Mario Morgan, un hombre ya entrados en los cincuenta y descendiente del mayor de mis cuatro hermanos.

 

- ¡Dios, Geo!. - Me saludó dándome un buen abrazo. Trás el cual, Mario dirigió una mirada a Elisabeth quien se aferró a mi pierna. - Pero si es igual de guapa que en las fotos que hemos recibido. - Dijo agachándose. Elisabeth se ocultó en mi y yo coloqué la mano en su cabecita.

 

- Mario, te presento a mi esposa Ashley. - Dirigí como Mario una mirada a Ashley. Ella sonrió cortésmente y Mario se levantó.

 

- Que descortesía la mía. - Se disculpó y la saludó con un cálido abrazo. Cargué con Elisabeth e hice la presentación debidamente 

 

- Él es Mario Morgan. Puedes llamarlo tío Mario. - Ashley me miró sorprendida y sonreí por aquello. 

 

- Me haces parecer mas viejo que tú. - Me dijo Mario.

 

- Dame veinte años mas y seré como tú. - Respondí y se echó a reír.

 

- Aún no me lo creo. - Hizo referencia a que dejara mi inmortalidad.  

 

- Ya te pondré al día, tío Mario. - Él asintió y echó una mirada a la casa. 

 

- Porque no pasáis. Eva estará feliz de verte y de conocer a tu familia. - Nos propuso y antes de responder, miré a mi esposa. Ashley asintió.

 

- Por mi bien. - Respondió. Los dos, yo con Elisabeth en brazos, seguimos a Mario hasta el interior de la casa. Dentro encontramos a Daniel, hijo menor de Mario y su esposa Eva. Sus otros tres hijos mayores, vivían lejos del rancho. Mario llamó a voces a su esposa y al no responder se disculpó con nosotros y nos pidió que tomáramos asiento, mientras él buscaba a su esposa. Así lo hicimos y al sentarnos, Daniel se nos acercó. Hacía mas de tres años que no lo veía y a sus ocho años no solo llevaba el nombre de mi hermano mayor, también era la viva imagen de él.

 

- Hola. - Nos saludó Daniel tirándose de los tirantes de su pantalón y al sonreír de oreja a oreja, pude ver que le faltaba un diente.

 

- ¿Que trastada has hecho en esta ocasión?. - Le pregunté y me miró con asombro.

 

- Me caí del caballo loco. - Confesó y después miró a Elisabeth. - ¿Como se llama?. - Preguntó tomándola de la manita.

 

- Elisabeth. - Respondió Ashley.

 

- ¡Hola Eli!. - Sonreí contemplándolo. Ashley le preguntó cuantos años tenía, a lo que él respondió con orgullo. Nos contó que hacía un mes fue su cumpleaños y como lo habían celebrado aquí en el rancho con la visita de sus tres hermanos mayores.

 

- Daniel, no agobies. - Le regañó Eva al entrar por la puerta con Mario. Me puse en pié mientras escuchaba una queja del pequeño de la casa. - Geovanni. - Luego Eva me abrazó y yo correspondí aquel gesto gustoso.

 

 

Más tarde y tras las debidas presentaciones hechas, Eva se retiró a la cocina para preparar té y Ashley se ofreció a ayudarla. Me pareció extraño pues en la mansión Luna ella nunca había preparado té, ni cocinado. Claro que yo tampoco, pese a disfrutar cocinando. Por otra parte Mario mandó a su hijo a avisar de mi presencia en el rancho a Luís Morgan y su esposa Natali. Daniel se colocó su boina y montado en su bicicleta, se alejó lo mas rápido que sus piernas se lo permitían. Elisabeth en mis brazos lo señaló.

 

- Nicolás estuvo por aquí hará medio año. - Inició Mario una conversación. - Dijo que habías cambiado y tenía razón.

 

- Sigo siendo el mismo. - Respondí mirándolo y añadí. - Pero ahora tengo algo que me faltó siempre. Una familia. - Mis palabras hicieron sonreír a Mario, el cual asintió.

 

- Parece buena chica. 

 

- Lo es. - Asentí yo. Mario propuso entonces entrar a ver si el té estaba listo y entramos hasta la cocina. Ashley estaba sirviendo el té en sus correspondientes tazas miéntras Eva servía pastas y galletitas variadas. Al dejar a Elisabeth en el suelo, corrió hasta su madre y Ashley la recibió sonriente. Eva le ofreció una galleta y aunque Elisabeth dudó, bastó un ánimo de Ashley para que tomase la galleta. 

Para cuando Luis y Natali llegaron con sus dos hijos de tres años, el té ya estaba en la sala y nosotros habíamos pasado a aquella estancia. Me alegró verlos y ellos se mostraron entusiasmados por nuestras pequeñas vacaciones en el rancho. 

Tras disfrutar del té y las pastas nos despedimos de ellos y pusimos rumbo a nuestra casa, no sin antes pedir a Luis que los empleados nos llevara alimentos y demás cosas a la casa. Y así fue, en poco rato después de nuestra llegada aparecieron varios empleados del rancho con cajas repletas de comidas y otras cosas. 

 

- Me imaginaba una casa enorme. - Escuché decir a Ashley cuando cerré la puerta tras la salida de los empleados. - Que tendríamos doncellas, ropa limpia para las cama cada día y ricas comidas.

 

- Excepto las doncellas, si podemos tener todo lo que has dicho. - Le respondí acercándome a ella. Ashley me miró incrédula.

 

- No se cocinar. - Se sinceró y sonreí pues era conocedor de ese detalle.

 

- Yo si. - Respondí y tomándola de la barbilla la besé en la boca, sus labios correspondieron a los míos, lo que me llevó a empujarla con mi cuerpo y hacerla retroceder hasta dar su espalda contra una pared. - Las últimas semanas has estado extraña. - Le hice saber y su rostro se tornó serio.



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En el texto hay: familia, romance, amor

Editado: 25.01.2021

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