Casada Con Un Inmortal [ Libro 1 ]

Capítulo 17 - Ashley.

Cuando se cumplieron los tres años que Nicolás nos había dado como plazo para que Geovanni perdiera la inmortalidad, todo ocurrió como nos había contado... Aquella noche la luna bañó el viejo pozo con su luz y de este brotó agua tan clara como el agua del mar que rodeaba la isla Luna. Quedé sorprendida, pues una parte de mi siempre dudó de que aquello fuera a ocurrir y al ver a Geovanni beber de aquel agua, me di cuenta de que ahora envejecería conmigo, los dos viviríamos felices con nuestra pequeña Elisabeth y nuestro hijo menor, Christopher Luna. Su nacimiento me había llenado de felicidad y nada me colmaba mas que verlo crecer con su hermana. Elisabeth adoraba a su hermano y sabía que Christopher la adoraría igual o mas aún a ella, que cuando fueran mayores él siempre estaría ahí para protegerla y apoyarla en cuanto necesitara. 

Cuanto yo deseaba eran que ambos fueran felices... 

 

Que Elisabeth encontrara el amor que yo había encontrado en su padre, que nadie rompiera nunca su corazón...

 

Y que Christopher fuera un hombre de bien así como lo era su padre. En él podía ver reflejado a Geovanni y sabía que nunca haría daño a ninguna mujer, pues en sus ojos brillaban la inocencia de su padre. 

Pero la realidad era muy diferente... 

 

Elisabeth se había convertido en una preciosa señorita que cumpliría en tan solo unos días, los catorce años de edad. Me resultaba extraño a la vez que imposible que los años hubieran pasado tan rápidos y que mi querida Elisabeth fuera ya casi toda una mujer. Los jóvenes ricos la invitaban a bailar y parecían competir por el agrado de la hija del hombre mas rico de la ciudad. 

 

- No me gusta. - Expresó Elisabeth frente a un espejo su desagrado por el vestido que habían confeccionado para ella. Estéfano Ramos la miró con falsa cortesía, pues aquella declaración después de meses de trabajo y a tan solo días del cumpleaños, no sentó del todo bien al diseñador mas famoso del país. Quizás por eso buscó ayuda en mi madre.

 

- Cariño. - Regina se dirigió a su nieta. Me sorprendía todo el afecto que mi madre había mostrado por Elisabeth a lo largo de los años, aunque era Micaela Osmo la poseedora de todos los mimos y carantoñas de mi madre. La pequeña Micaela había sido una bendición para sus padre, Toby y Candela. Por otra parte su único nieto varón era para ella todo un orgullo. - Estás hermosa. - Fueron las palabras que mi madre eligió para convencer a su nieta.

 

- Está bien. - Y como si hubiese escuchado palabras divinas, Elisabeth aceptó usar aquel precioso vestido para su fiesta de cumpleaños. 

 

- Me alegra de que le guste. - Respiró aliviado Estéfano mientras que mi hija tomó entre sus brazos a su amada felina, aquella gata había sido un regalo de mi madre cuando cumplió los trece años. A ella la había bautizado con el nombre de Mei, esa gata era sin duda la envidia del resto de gatos pues Elisabeth no escaseaba en gastos para ella. 

Por desgracia aquello que nos había unido a Geovanni y a mí con aquel contrato años atrás, era ahora lo que nos estaba destruyendo... Para Geovanni, nuestra hija no cumplía con sus expectativas. Y es que a Elisabeth nunca le había faltado absolutamente nada, aquello la había convertido en una niña arrogante y fría. 

Todo aquello había hecho de mi la mujer mas desdichada... Geovanni y yo nos habíamos ido distanciando con el paso de los años y aunque seguíamos viviendo bajo el mismo techo, ya nada era igual. A menudo recordaba nuestra vida anterior, nuestras charlas, risas y cada uno de los momentos que habíamos compartido. 

Seguía enamorada de Geovanni y así sería hasta el fin de mis días, pero saber que él había perdido su amor por mi... Me mataba.



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En el texto hay: familia, romance, amor

Editado: 25.01.2021

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