Casada Con Un Inmortal [ Libro 1 ]

Capítulo 18 - Ashley.

La mañana de su cumpleaños, Elisabeth parecía haber despertado con la idea de hacerme aborrecer la fiesta que sería celebrada al caer la noche.

 

- ¿Vendrá la señora Maggie a la fiesta?. - Preguntó durante el desayuno a su padre. Aquel era sin duda de los pocos momentos que aun compartía con Geovanni, a lo largo del día. Maggie Alba había aparecido en nuestras vidas justo cuando Geovanni y yo habíamos comenzado a distanciarnos, de ella era poco lo que sabía, solo que Geovanni la conocía de años atrás, muchísimos años antes de que nosotros nos conociéramos, ellos habían compartido el placer de la inmortalidad y Maggie se había mostrado sorprendida para mal, de que mi esposo hubiera dejado la inmortalidad.

 

- Lo hará si la has invitado. - Le respondió Geovanni.

 

- ¿Lo has hecho, mamá?. - Elisabeth me preguntó mostrándose altiva conmigo. 

 

- No. - Fue tan solo mi respuesta. Pues lo que menos me apetecía era que esa mujer entrara en la mansión Luna y ver como se mostraba cómplice con dos de las tres personas, que mas amaba en este mundo. 

 

- ¡¿Y por qué no lo has hecho?!. - Me reprochó echa una furia al tiempo que se puso en pie y golpeó la mesa con sus manos. 

 

- Mamá no es tu criada. - Le respondió de imprevisto Christopher sin levantar la mirada del libro que estaba leyendo, sentado a la mesa.

 

- ¡Tú cállate!. - Elisabeth arremetió contra su hermano y pude ver como Geovanni colocó su mano sobre la mano de nuestra hija, aplacando su repentina ira.

 

- Yo hablaré con Maggie y le haré saber de tu deseo de que asista a la fiesta. - Tomó Geovanni la palabra. Aquello hizo sonreír a Elisabeth, la cual abrazó a su padre llena de dicha.

 

- Gracias, papá. Menos mal que siempre puedo contar contigo. - Elisabeth se volvió hacia mi dejando los brazos de su padre y en su mirada pude ver el reproche por no cumplir su capricho. No sabía en que momento su mirada cambió hacia mi, en que momento dejó de ser mi niña para convertirse en mi enemiga.

 

Tras el desayuno, en el cual no tomé casi bocado me trasladé con Christopher y Elisabeth al club, quizá necesitando de la compañía de mi madre. Regina me había alentado en numerosas ocasiones para darle un harto a Elisabeth, pues ella estaba igual de sorprendida que yo en el cambió que esta había dado. Y todo había comenzado el día que Elisabeth escuchó accidentalmente una conversación entre Regina y yo, en la cual habíamos estado recordando el principio de todo, ella había creído que su nacimiento no fue mas que una mala arte mía para quedarme con la fortuna de su padre y es que aunque al principio fue así, al final no. Por mi parte le había intentado hacer saber como realmente ocurrió todo, hasta el mas mínimo detalle pero Elisabeth era obstinada y a sus ojos yo había quedado como una mala mujer, mala esposa y pésima madre. 

 

- Hablaré con Geo para pedirle que no invite a Maggie. - Me dijo mi madre cuando le conté lo ocurrido en el desayuno. Ella misma había sido quien me había prohibido invitarla, pues Regina sabía bien el interés romántico que Maggie procesaba por mi esposo desde muchos años atrás. Así como veía que Maggie estaba usando el rencor de Elisabeth hacía mi, a su favor.

 

- No lo hagas. - Le respondí. - Elisabeth no me lo perdonará si esa mujer no está en su fiesta.

 

- Hace tiempo que esa niña te desprecia. - Mi madre se dirigió a mi con crueldad, pero lo mas sincera del mundo. - Nada de lo que hagas va a cambiar eso. Espabila de una vez, Ashley.

 

- Muchas gracias, mamá. - Le solté molesta porque la verdad dolía. Porqué por algún motivo dejaba que mi propia hija me pisoteara. 

 

- Bueno... - Mi madre decidió dejar aquel tema de lado y me informó de algo que me sorprendió enormemente. - Estela llegó ayer y esta noche asistirá a la fiesta. 

 

- ¡Genial!. Por si no tenía bastante, Estela vendrá dispuesta a dar guerra. - No me contuve al responder a mi madre. Hacía años, desde el funeral de don Esteban que no la había vuelto a ver y lo único que sabía de ella era a través de mi madre y Candela. Estela había dejado el apellido Caldo al casarse con un novelista, Andrés Sala. 

 

- Te sorprenderás. - Mi madre tomó su taza de té y me hizo saber. - Estela a cambiado, no es la misma chica. - Aquello me intrigó bastante, de que modo habría cambiado Estela.

 

- ¿De que estáis hablando?. - Nos sorprendió Elisabeth sentándose junto a su abuela.

 

- De nada importante, cariño. - Le respondió mi madre dándole una caricia en el cabello.

 

- ¿Donde has dejado a tu hermano?. - Le pregunté entonces a mi hija. Nada mas llegar le había pedido que no se separase de él. Elisabeth me dedicó una breve mirada y haciendo oídos sordos a mi pregunta, miró a su abuela.

 

- ¿Sabes que papá invitará a la señora Maggie a mi fiesta?. - Mi madre le mostró una sonrisa y yo pedí una copa de vino al camarero que pasó junto a nuestra mesa. Ante aquel gesto mi madre me dedicó una mirada de desaprobación, pues a menudo me refugiaba en el vino. Geovanni se había sorprendido la primera vez que me vio con una copa en mano y aunque me hizo saber que no le gustaba aquello, yo le había respondido tomando mas vino.

No me gustaba para nada la mujer que era ahora.

Me preguntaba si no debí haber dejado a Elisabeth con su padre y haber aceptado el dinero pactado por mi madre... Cuando pensaba en eso siempre recordaba que entonces no habría nacido Christopher y él era la persona mas noble que había conocido. Mi hijo era ahora lo único que valía la pena en mi vida pero, me preguntaba si sería suficiente...

 

Yo misma me ocupé de arreglar a Elisabeth para la fiesta de su cumpleaños mientras Christopher era preparado por su nana María. 



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En el texto hay: familia, romance, amor

Editado: 25.01.2021

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