Casada Con Un Inmortal [ Libro 1 ]

Capítulo 22 - Ashley.

A mi llegada a la mansión Luna todavía retumbaba en mi cabeza todas las palabras de Geovanni, todo lo que me había contado había creado en mi desconcierto y dudas, por ello había decidido irme de la residencia Osmo sin ofrecer una respuesta a Geovanni. Él me había rogado una segunda oportunidad y yo decidí callar. 

- ¿Se encuentra bien, señora?. - Me preguntó Jaime al salir del coche.

- Si. - Le mentí y le hice saber después que necesitaría que me llevase esa misma noche al rancho Morgan. Pues cuanto yo necesitaba era hablar con Nicolás, que él me confirmara todo lo que Geovanni me había contado. Pero sabía que si me iba así sin mas Geovanni se preocuparía, por lo tanto decidí esperar a que él regresara. Le pedí a las doncellas que lo avisaran nada mas llegara de que quería verlo.

- ¿A donde vas?. - Me preguntó Geovanni nada mas pisar nuestro dormitorio, centrando su mirada en mi pequeña maleta preparada junto a la puerta. En su voz noté enfado por mi marcha.

- Geovanni... - Susurré y cuando él me miró yo ya estaba rodeando su cuello con mis brazos, ante mi amago de abrazarlo, Geovanni me correspondió. No supe quien de los dos necesitó mas aquel abrazo, pero el tiempo que este duró me pareció poco, lo había extrañado... Pese a seguir los dos conviviendo bajo el mismo techo lo había extrañado, odiaba todo lo que nos había sucedido y quería creer en sus palabras, quería creer que me seguía amando del mismo modo que yo a él. 

- Te voy a esperar... - Me susurró en mi cuello. Yo asentí y los dos buscamos nuestras miradas, Geovanni pegó su frente con la mía y su voz se rompió al susurrarme. - Te amo, Ashley y siempre te voy a amar.

- No me voy por siempre... - Calmé sus miedos mientras me agarré las manos tras su nuca. - Solo necesito unos días para pensar... Estaré en el rancho Morgan con nuestros hijos y regresaré para el cumpleaños de Micaela. - Le hice saber. La pequeña Micaela cumpliría los tres años de edad, ese había sido el motivo por el cual Estela había regresado, aprovechando también el cumpleaños de Elisabeth. Mi madre, la orgullosa abuela se estaba ocupando de preparar la fiesta de cumpleaños, la cual sería celebrada en el club y jamás me perdonaría si faltaba a ese evento.


Después de despedirme de Geovanni puse rumbo hacia el rancho Morgan, Jaime condujo lo que quedaba de la noche hasta allí y a nuestra llegada ya estaba amaneciendo. Nicolás me recibió en la mansión que el tenía en el rancho, aquella era sin duda la casa mas grande que allí había. Jaime se retiró a descansar antes de partir de regreso a la ciudad, mientras Nicolás y yo nos dirigimos hasta su despacho para hablar. Me explicó casi mejor que Geovanni, que era lo que le estaba ocurriendo... Y me dolió que nuestro matrimonio se hubiera roto por lo que podíamos decir, solo fue un mal entendido tras otro. 

- Me hubiera gustado que Geovanni fuese sido capaz de derrumbarse ante mi y expresarme todo cuanto sentía. - Le expresé a Nicolás cual dolida estaba por aquello y él me sonrió.

- No lo juzgues... - Me respondió y en sus palabras arrastraba el afecto y la comprensión por Geovanni. - Geovanni siempre ha guardado todo para él, no se le da bien expresar lo que siente, mas aun cuando su cabeza en estos instantes es una bomba a punto de detonar. - Me trató de hacer entender Nicolás. Pero yo no podía evitar pensar que juntos hubiéramos luchado por superar el cambio que él había experimentado, a pasar de inmortal a mortal. 

- Mamá. - Escuchamos la voz de Elisabeth bajo el umbral del despacho y a mirarla vi la sorpresa en su rostro por mi presencia allí. 

- Con vuestro permiso, me retiro. - Nos dijo Nicolás poniéndose en pié y besándome en la frente antes de abandonar el despacho, no sin antes brindarle un beso igual a Elisabeth. Cuando estuvimos solas mi hija se acercó hasta a mi.

- ¿Y papá?. - Me preguntó cortada, quizás nerviosa, lo que me sorprendía bastante. Pues siempre había sido muy segura de si misma.

- Se ha quedado en la ciudad. - Le respondí y mi hija tan solo asintió. Luego pareció tomar aire antes de volverme a hablar.

- Lo siento, mamá. - Me ofreció una disculpa que realmente yo no necesitaba. Elisabeth era mi hija y la amaba por encima de todas las cosas, por eso no necesitaba una disculpa por parte de ella. - Me he portado muy mal y por mi culpa papá y tú estáis mal... - Siguió diciéndome y la calmé.

- Papá y yo arreglaremos las cosas. - Le respondí y extendí mi mano hacia ella, Elisabeth pareció dudar pero me brindó la sonrisa mas sincera que podía darme y tomó mi mano, eso le dio el valor de hacer algo que hacía mucho tiempo que ninguna de las dos hacíamos. Elisabeth me abrazó y aquél abrazo pareció borrar todo lo malo vivido entre ella y yo. 


A los días y sentados a la mesa disfruté de una deliciosa cena en la compañía de mis hijos y Nicolás Luna. Aquellos días allí no solo me habían servido para volver a tomar la relación con mi hija, también por primera vez estaba teniendo una relación padre e hija con Nicolás.

- Me sorprende ver como estás disfrutando de este lugar. - Le habló Nicolás a su nieta mientras aun estábamos a la mesa. Elisabeth sonrió tímidamente sin esperar la respuesta de su hermano.

- Lo que le gusta es el primo Daniel. - Dijo Christopher casi murmurando, gracias a Dios había decidido disfrutar de la cena sin uno de sus libros. Al contrario que cuando estábamos en la ciudad, Christopher en el rancho se la pasaba jugando con los hijos de los trabajadores, así como compartiendo momentos con su hermana. Aquello me alegraba.

- ¡No somos primos!. - Saltó Elisabeth toda sonrojada y ante aquello, Nicolás no pudo evitar echarse a reír. - ¡Abuelo!. - Protestó mi hija y Nicolás le brindó una sonrisa.

- Bueno... Si sois familia pero muy, muy lejana. - Dijo Nicolás que me miró a mi mientras siguió diciendo. - Pero estoy convencido de que Geo aceptaría esa relación. - Daniel Morgan se había convertido en un muchacho gentil, responsable y muy apuesto. Con el que Elisabeth había descubierto que le encantaba montar a caballo, aunque eso se debía sobretodo a la presencia de Daniel, ya que juntos daban grandes paseos a caballo. Verlos juntos me hacía recordar cuando Daniel no era mas que un niño, y repetía una y otra vez que él sería el esposo de Elisabeth. Ahora deseaba que así fuese pues como madre quería lo mejor para mi hija y, Daniel lo era. 



#783 en Novela romántica
#301 en Chick lit

En el texto hay: familia, romance, amor

Editado: 25.01.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.