Miraba los jardines del club mientras me tomaba un café, cuando me hablaron.
— ¿Usted es mi tía Isabella? — Al mirar vi a Enyer que se acercó con una sonrisa.
— Enyer, eres más guapo en persona que en las fotografías que tu padre Richard me enseñaba.
— Usted también, tía Isabella. — Contestó cortado y pensé en Abiel, este chico era el hijo de su hermano, pero también era el hijo de Richard. — ¿Sabes?, he estado en la boda de mi padre.
— ¿Y te lo has pasado bien? — Pregunté y Enyer me asintió contento.
— Sí, la esposa de mi padre es muy buena conmigo. — Me empezó a decir y dejé la taza sobre la mesa. — Ella quiere que me vaya con ellos allí.
— ¿Y tú no quieres? — Indagué y mi sobrino asintió.
— Quiero mucho a Nicholas, pero no es mi padre.
— No sabes como me alegra escuchar esas palabras de tu boca. — Fui sincera con el chico, quien asintió.
— Cuando sea más mayor pienso irme con mi padre Richard. — Manifestó su deseo y sonreí, para Richard sería magnífico pero, ¿y para Abiel?
— Tú nunca irás a ningún lado. — Apareció Verónica agarrando a su hijo del brazo.
— Mamá... — Se quejó Enyer con cara de asustado.
— No tienes que hablar nunca con ella. — Le regañó Verónica histérica. ¿Ella? ¿La ridícula se estaba dirigiendo a mí? Enyer intentaba soltarse de su madre, cuando me levanté.
— Déjalo. — Intervine y Verónica me dedicó una mirada despectiva.
— No es asunto tuyo. Cuando tengas un hijo podrás hablarme. — Sonrió echándome una mirada de arriba a abajo. — Pero fuiste una mujer seca.
— ¿Seca? — Pregunté riéndome en su cara, sin esperar que Verónica me diera una bofetada.
— ¡No te rías de mí! — Gritaba y me llevé la mano al rostro. Todos los presentes en la terraza del café del club empezaron a mirarnos.
— Me avergüenzas. — Escuché a Enyer que se soltó de su madre pero ella lo agarró para golpearlo, siendo Nicholas quien la detuvo del brazo.
— ¡Estúpido niño! — Gritaba Verónica y Enyer se me acercó, escondiéndose detrás de mí. Me quedé mirándolo y observé más profundamente el miedo en sus ojos.
— Enyer. — Le hablé y él simplemente escondía su rostro contra mí.
— ¿Te puedes quedar con Enyer? — Me pidió entonces Nicholas y mirándolo asentí.
— Es mi sobrino, claro que sí. — Respondí y observé a Verónica que era agarrada por Santana. — Me encargaré de que no vuelva con ella.
— ¡Mi hijo! — Gritó Verónica que intentaba soltarse de Nicholas, pero Enyer dio un paso atrás y agarré su mano para que estuviera tranquilo.
— ¡Ya! — La acalló Nicholas y Verónica detuvo su histeria.
— Ella me quiere quitar a mi hijo. — Decía Verónica agarrándose a la chaqueta de Nicholas. ¿Me pregunto dónde quedó todo lo que Santana era?, parecía cansado...
— Llevarla al coche. — Ordenó Nicholas a dos hombres vestidos de negro que se acercaron y agarraron a Verónica, que no quería soltarlo.
— Me quedo sorprendida al ver por la persona que me cambiaste. — Hablé a Nicholas en la entrada del club, viendo como se llevaron a Verónica.
— Ella no era así. — Intentó defenderla y sonreí con gracia.
— ¿Y cómo era antes? — Pregunté, aunque Abiel ya me habló de ella.
Verónica habría hecho lo que fuera por estar en el lugar que ocupaba ahora. Siendo la esposa de Nicholas Santana y disfrutando de todos los beneficios que una Santana tenía, dinero, viajes, joyas y admiración.
— Era una estupenda mujer. — Solo me dijo y sonreí con ironía.
— Admite Nicholas, que no era la persona que creías. — Hablé mirándolo a los ojos. — Que en realidad te has arrepentido cada día.
— ¿Sirve de algo arrepentirse? — Preguntó Nicholas metiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta.
— Te amé tanto y me pisoteaste, solo por ser lo nuestro un matrimonio acordado. — Hablé y él me miró.
— Ni siquiera eras Marlene. — Se excusó para quitarse las culpas y coloqué la mano en su pecho.
— Dime, ¿acaso las cosas podrían haber sido distintas si yo hubiera sido Marlene? — Arretiré mi mano negando él.
— No, no hubieran sido distintas las cosas. — Reveló finalmente y sonreí. — No estábamos hechos para estar juntos.
— Opino igual. — Respondí agarrándome entonces las manos.
— Pero eso no significa que no te ame, Isabella. — Me soltó y sentí que mi corazón dio un bote, queriendo salirse de mi pecho.
— Como cambian las cosas. — Hablé guardando dentro mis sentimientos, no quería que me volviera hacer daño. Aunque me gustaba saber que estaba enamorado de mí.
— Isabella. — Pronunció Nicholas y sonreí.
— Será mejor que calles tus sentimientos por mí. — Le aconsejé mirando para afuera del club, viendo a mi madre que venía con Evelin y mi hija.
— Siempre lo hago. — Respondió Nicholas y asentí sin mirarlo.
— Es lo mejor que puedes hacer. — Lo miré y Santana me asintió serio.
— Mamá. — Me asaltó Patricia que se agarró a la falda y observé a mi hija, viendo que Nicholas colocó su mano en la cabeza de mi gorda.
— Se parece mucho a ti. — Pronunció y alcé mi mirada, encontrándome con sus ojos.
Contemplaba a Evelin con Patricia y Enyer mirando a los jinetes, mientras que yo me comía la cabeza con el primer encuentro de Nicholas y Patricia. Me sorprendió que no me preguntara quien era el padre de mi hija, ¿o simplemente se dio cuenta?