Casada con una Mentira

CAPÍTULO 10

No me esperaba que Natalia se uniera a nuestra fuga, tres son multitud, eso siempre he pensado, y no suelen salir siempre las cosas bien, algo me decía que esto no está bien. 

No podemos hacer nada más que llevarla con nosotras, arriesgarnos a ser descubiertas por su intromisión. 

Han pasado meses escapando de este lugar sin ser descubiertas, ni sospechas, hemos dejado de nuestros escapes nocturnos, para arruinarlo por alguien más.

— Te buscaremos más tarde, pendiente — Menciona Romina a Natalia que festeja su triunfo como una beba. — No me gusta esto, Maciel — Dice ya un poco alejadas de la chica y a mí tampoco me agradaba compartir nuestro secreto con alguien más, y menos con ella, que en su momento nos quiso hacer la guerra en este sitio.

— A mi igual, Romí. Esto me huele a mal.

Dejo mis pensamientos de lado. 

Debo concentrarme en terminar mis asuntos, en especial, por la festejada. Esta vez no habría huevos, pichos o explosivos. Gracias a Damir he podido salir en ocasiones de este sitio. Ya me queda menos de un año para cumplir mis 18 años, dos meses después de mi idiota favorito.

¿Qué será de mamá?

¿Aún pensará en mí?

Duele, duele, no tenerla cerca, no verla. Aunque no me visitara, la sentía cerca, a mi lado, ahora solo es un triste recuerdo de que tuve una madre. 

Anabel está orgullosa que estudiaré derecho igual que mi abuelo. Me ha dicho que pagará todos mis estudios en una de las mejores universidades del país. Eso implicaría irme, aunque, no romperé la promesa de visitar a Romí. Ella es como mi hermana, esa que no tuve la dicha de tener. 

Esa hermana que me hizo falta.

Llevo casi más de un año saliendo con Aitor, las cosas entre los dos se fortalecen con el pasar del tiempo, es nuestro momento. Eso me digo a diario. Así lo siento, nos juramos estar juntos en San Valentín y disfrutar de ese momento.

Quiero que mi primera vez sea especial, algo memorable para los dos. Siempre soñé entregarme por primera vez a un hombre completamente enamorada, digno de ganarse mi pureza, mi amor, mi confianza. 

Mi idiota cumplió con todo. 

Debe ser algo lindo para una chica, entregarse a un chico, y más cuando lo haces con amor.

Lo bueno es que compre lencería sexi para nuestra primera noche juntos. No quiero que piense que soy una niña con lencería de abuela.

— Todo listo, Maciel. — Menciona Romina — Ya le informé a Natalia. No demoran en hacer la ronda, están agotadas por el festejo, fue muy emotivo.

— Fuer hermoso. Sor Juana es buena chica y muy amable, merecía algo digno de ella, no como pez globo que merece bombas en vez de globos.

— Eres malévola, Maciel, pero tienes toda la razón. — Dice con burla — Debo aparentar que duermo como un angelito. Te veo ahora.

— Te quiero, Romí.

— También te quiero, Maciel.

Me tumbo en la cama cubriendo todo mi cuerpo para no ser descubierta.

Los pasos escandalosos de pez globo resuenan en todo lugar. 

Cierro mis ojos soñando con mi madre cuando se enojaba al verme con la directora del colegio., mientras tanto, solo sonreía generando que se enojara más. 

Una lágrima se me escabulle dejando que escurra por mis mejillas.

¿Otra vez? Me estoy cansando de tu mal comportamiento, Maciel. ¿Por qué tienes que ser tan traviesa? Me lo recuerdas tanto a él, tienes todo del cobarde de tu padre. Eres su vivo retrato. Se encargó que lo recordara para siempre. Me estoy cansando, niña.

Mi corazón se oprimió en esos momentos al causarle tal daño a mi madre. No quería, no me gusta verla triste. A veces no suelo ser consciente de lo que hago. 

Tan solo soy una chiquilla de ocho años que todo lo ve gracioso, que busca atrapar la atención de su madre que la ha dejado un poco de lado por su trabajo, solo la disfruto unos minutos en la noche cuando me lee sus cuentos. 

Me duele recordarle a ese hombre que nos abandonó. 

¿Por qué me hizo igual a él? 

¿Algún día lo veré?

Caigo profunda en esos brazos cálidos de mi madre. Ella deposita un beso en mi frente arropando mi cuerpecito con sus pensamientos en otro lado. 

Tal vez piense en él. 

En ese hombre que se convirtió en su mal, y yo en su pesadilla.




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