Casada con una Mentira

CAPITULO 12

10 años Después. 

Reviso entre mi amplio armario que debo usar para la boda de Romí y Roxana que decidieron dar el sí. Admiro su amor. Es un amor duradero, hermoso, cómplice, lleno de sinceridad y mucho amor. 

Estoy tan zumbada en mis cosas que no he notado la presencia de mi esposo que me tumba en la cama, haciéndome cosquillad en todas partes, dejando besos en mi rostro. Muero de risa a tal punto de sentir mis bragas húmedas pidiendo que pare su ataque invasivo. 

Parezco un tomate de lo roja, por tanto, reír. Vuelve a dejar besos en mi rostro mirándome con admiración. Besa mis labios con una ternura pidiéndome un gran favor. 

Nada de él es gratis. 

Me carcajeo en su cara por su pedido. 

— Minions, no seas así — Sentí un vacío en mi estómago al escuchar esa palabra. Después de tanto tiempo, fue como quemar mi alma en una hoguera — Por favor. 

— No vuelvas a decirme así, por favor — Solté con melancolía. Algunos recuerdos quisieron invadirme, sin darles espacio de lograrlo. Es mi pasado, ese que hace 10 años enterré bajo tierra —. Listo ese nudo de corbata, cariño. 

— Nena, siento lo que dije, no pensé que te molestaría tanto. No volverá a pasar, lo prometo. — Dice besando mis labios — No la veo lista, madrina de bodas. 

— Me ayudas a escoger que ponerme. 

— Tentador, aunque... yo prefiero, quitarlo. 

Se acerca como un lobo en plena cacería, si mi mejor amiga no se fuera a casar y fuera la madrina, mandaría todo al diablo y disfruto con mi esposo una excelente maratón de sexo, pero no se puede.

— Una boda nos espera, señor seductor. 

— Odio las bodas.

— ¿También la nuestra? 

— Esa fue perfecta, cariño. Fue la mejor decisión que pude tomar. 

— Más te vale. — Solté con una carcajada. 

Opte por un vestido color vino a media pierna sin mangas con cierre en mi espalda que mi esposo se aseguró de dejar bien sellado, combinándolo con una chaqueta blanca. Deje mi cabello suelto en ondas. Pinte mis labios del mismo color que el vestido. 

Doy un último vistazo al espejo antes de salir de casa. 

Damir pone algo de los Rolling Stone, su banda favorita sonando “Angie”. Tararea la canción haciendo que muera de risa casi ahogándome con mi saliva. Ahora era él que muere de risa por mi desgracia. 

Le saco la lengua haciéndole mala cara, me tira un beso al aire que espanto con mis manos riendo por sus pucheros de niño pequeño. 

Me habla de su nuevo proyecto de comprar dos hoteles en el norte de la ciudad. Es un visionario, en todos lados ve oportunidad de negocio. 

Veo un brillo en sus ojos cuando me habla de su nuevo proyecto. Es un hombre apasionado, entregado y muy profesional en su trabajo. 

— Creo que es una oportunidad de inversión, cariño. Estudiaste el pro y él contra del negocio. 

— Chase, me hizo un estudio de balance de todo, amor. Es una buena inversión, solo debo hacerle unos pequeños arreglos y salvaré varios empleos. 

— Sabes que apoyo todas tus decisiones, Damir. Es importante conservar los empleos de esas personas. Eres mi hombre perfecto. 

Aprovecho el semáforo en rojo para besar sus labios con pasión, locura, lujuria. Muerdo sus labios suavemente sin llegar a lastimarlo. Las bocinas de más carros nos sacaron de nuestro hechizo volviendo a la realidad; una boda nos espera. 

Al llegar al lugar veo a Romí con un esmoquin, me sorprendió un poco verla vestida así, pero no le di mucha importancia. Al verme se abalanzó a mis brazos, sus manos tiemblan, está nerviosa. Trato de calmarla. 

Ella camina de un lado a otro. 

— Hará un hueco en el suelo — Pensé, sonrió por mis ocurrencias. 
Mi mayor sorpresa que me lleve fue ver al juez Cruise, uno de los que más se oponían a la decisión de la aprobación del matrimonio igualitario, y hoy oficiara uno. 

Fueron meses de lucha, noches sin dormir, muchas apelaciones y mucha cafeína en mi sistema para conseguir la aprobación en el tribunal. 

Todos tenemos derechos a que nos traten con igualdad, independientemente de nuestros gustos. No eres más o menos por ser distinto o tener gustos o afinidad por tu mismo sexo. El hombre o mujer no debe ser quien juzgue esto, solo Dios tiene ese derecho y potestad de hacerlo. Él nos creó y solo de él depende su juicio. 

— Tengo miedo de que se arrepienta — Refuta Romí algo paranoica — Si ya no me ama. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.