Casada con una Mentira

CAPÍTULO 18

No sé dónde meterme o que sentir en estos momentos. No se siente nada bien cuando derrumban tu mundo entero. No es nada agradable cuando se burlan en tu propia cara por no sé cuánto tiempo.

 Esto dolía como nunca, una brecha se abrió en mi corazón. 

Quise darle una sorpresa a Damir y la sorprendida fui yo; y de qué forma lo hizo. No soy capaz de mencionar palabra alguna, mi habla se entrecortó. 

Unas cuantas lágrimas se hacen presentes en mi rostro que, arrebato con odio, decepción, asco, es un tumulto de sentimientos que me ahogan en estos momentos. 

Su rostro cambió de colores al verme observando el espectáculo que me está dando junto a su amante que palidece.

No quiero ver más, es suficiente; aunque una selfie del momento no estaría de más. Me sirve mucho para el juicio. Lo bueno de nunca soltar tu móvil, nunca sabes cuándo te puede ser útil.

Paso a la habitación de invitados con el corazón y mi alma en mil pedazos, sacando toda la ropa de encima con odio, engulléndome en la bañera lavando todo mi cuerpo. Lo jabono, como nunca lo había hecho, restregó mi piel hasta verla enrojecida. 

Recordar esa escena hace que vomite fuera de la bañera del asco, quiero morir en estos momentos. No tengo dónde ir o tal vez no quiero recurrir a nadie. Me avergüenza la idea de que sepan que mi esposo me fue infiel, aquel hombre perfecto del cual alardeaba, y resultó ser tan solo una mentira, una vil mentira.

Al sentir mi piel arder, decido sacarme el jabón de mi cuerpo, el agua se lleva consigo la suciedad del polvo, de las impurezas, purificando mi piel, mi cuerpo. Eso es lo que quiero creer. En realidad lo que siento en estos momentos es asco, repugnancia, suciedad. 

El toque a la puerta me hace salir de mis pensamientos.

— Debemos hablar, Maciel — Habla Damir del otro lado de la puerta — Por favor, te debo una explicación.

No quiero escucharlo, ni verlo, mucho menos escuchar todas las mentiras que tiene que decirme. Jamás pensé que volvería a sufrir por amor y menos de esta forma tan cruel. 

No quería enterarme de que mi esposo me fuera infiel. Jamás imaginé que me pudiera engañar con esa persona. Nos han visto la cara durante muchos años. 

¿Acaso ni tienen escrúpulos? 

Organiza su boda, seremos los padrinos de boda, acaso quieren jugar como si nada viéndonos la cara a todos.

 ¿Qué mierda tienen en su corazón?

— No me iré de aquí hasta que me escuches, y sabes que no miento cuando lo digo, Maciel. Juro que te contaré toda la verdad de mis labios. — Argumenta — Imagino como debes sentirte en estos momentos.

— Es una maldita broma — Susurro para mí — Como carajos puede saber lo que siento, si no es él a quien engañaron. Por más de 10 años he sido engañada, he vivido en una mentira.

Escuchar aquella otra voz a su lado, saca mi lado sádico tomando un bate de beisbol que encontré de los años de juegos de Damir, qué útil me será ahora. 

Abro la puerta, ellos retroceden al verme con el aparato en mi mano y más cuando golpeo todo a mi paso. 

Ellos siguen retrocediendo, esquivando mis golpes endemoniados, quedando cerca de las escaleras. Me acerco un poco más desequilibrando aquella persona viendo como rueda cada escalón de las escaleras hasta llegar a la última. 

Mi asombro es demasiado. 

Suelto el bate de mis manos llamando al 911 informando de un accidente. 

Damir me grita insultos que mi cabeza no entienden, en estos momentos, bajando los escalones a toda prisa para socorrer a su amante que se retuerce en el piso del dolor.

Entro a la habitación, calzándome unos pantis, un vestido suelto bajando al primer piso, tomando algunas cosas, echando en mi cartera, saliendo de casa con una botella de vodka en mis manos. Seguir en ese lugar es ahogarme en vida. 

Mi esposo sabrá manejar el asunto, es todo un experto en mentir, será pan comido para él.

Conduzco sin rumbo fijo haciendo una escalada en la playa. 

El sonido de las olas calman mis demonios sueltos, observo la oscuridad de la noche soltando el llanto acompañado de una botella que traje conmigo para acompañarme esta noche para ahogar mis penas. Grito a la nada, lloriqueo como una niña, maldigo a mi entorno. 

El dolor me destroza, se cala profundo en mi pecho. 

El susurro de las olas aumenta mis delirios quebrantándome mi corazón herido. Pienso en todas las palabras de amor que eran disfrazadas, en esas falsas promesas de un junto por siempre, en esas falsas caricias. Todo fue nada. Nunca he sido nada en su vida.




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