Casada con una Mentira

Epílogo

Estoy en la luna, las nubes, la galaxia, donde se puedan imaginar, he volado gracias a mi idiota. Aún no puedo creer todo lo que ha pasado a su lado en esta semana. 

He empezado a cerrar ciclos de mi vida. 

Con algo de dolor comencé lo que era inevitable al descubrirlo con Nolan, los trámites de mi divorcio van tan rápido como un fuerte vendaval. No por afán para quedarme sola y así iniciar con mi idiota, sino por mí misma, porque me lo debo, y también por Damir para que no tenga más ahogos en su vida. 

Solté mi plan de venganza de dejarlo en la mísera calle, sin darse cuenta en los papeles que me firmaba de nuestro acuerdo, había firmado el traspaso de todos sus bienes a mi nombre. 

Era una tetra muy baja, pero en esos momentos, no lo creía así. La sed de venganza, rabia, traición hablaban por mí. Quería verlo en la miseria, en la calle, para que sintiera un poco del dolor que yo sentí, sin embargo, eso no cura mis heridas. 

Hablando de cerrar ciclos, debo hablar con el pelinegro, le debo una explicación. No sé cómo mirarlo a la cara luego de saber que es Alan, aquel flacucho el cual me robaba mis tragos por pedido del idiota. 

¿Cómo no los pude reconocer?

¿Cómo pude ser tan ciega? 

— Así que resultaste ser la Minions, este mundo es muy chico, Mac. — Suelta el pelinegro dejando un beso en mis mejillas haciendo que salte del susto por la sorpresa — Al fin mi amigo te soltó un poquito. 

— La misma, y veo que no eres aquel flacucho sin gusto, Alan. 

— Los tiempos cambiaron, ahora soy un conquistador. 

— Tonto. — Digo con algo de vergüenza — Siento por todo lo que paso entre los dos. No sabía que eras tú. 

— ¿Que paso entre los dos? — Dice con una sonrisa en sus labios — Los caballeros no tenemos memoria, solo recuerdo que he compartido buenos momentos con una amiga. Merecen ser felices, vi cómo mi amigo se hundió a la oscuridad por más de dos años buscándote como loco, Mac. Merecen ser felices, han pasado por mucho. 

— Gracias, pero aún tengo que resolver un divorcio. 

Esta tarde se la regalé a Alan, compartimos como dos tiernos amigos viendo películas en el cine, comiendo helados como dos niños, meciéndonos en los columpios sin fin. Todo es carcajadas entre los dos burlándonos de la vida, de mi huida, del evento de Romí, y de esconderme de su presencia. 

Al darme cuenta de la hora noto que es tardísimo.

Al estar en casa veo a mi abuela junto a Damián y Aitor viendo el rey león. Mi abuela está en un mar de lágrimas, el pequeño las limpia con delicadeza para no hacerle daño. 

Eso me parece un acto hermoso. 

Sonrío como una tonta, saludo a mi chico con un suave beso en sus labios, pasando a dejar uno en las mejillas de mi principito y por último a mi abuela que me abraza fuerte con una gran sonrisa. 

— Gracias por darme un bisnieto, Mac, es una adoración. — Afirma — Soy feliz por ti, hija. No me da miedo irme, te dejaré en buenas manos. 

— No hablemos de cosas malas, disfrutarás mucho más a mi lado, abue. Disfruta de tu bisnieto. — Susurro abrazándome fuerte a su cuerpo, no quiero soltarla, no quiero más dolor en mi vida.  — Te amo, abuela. 

Sé que no la podré tener toda la vida, que no es eterna, pero no me siento preparada para soltarla, no cuando la felicidad nos abriga a la dos. 

Pensé que sería su fin cuando junto a mi idiota le confesamos de mi divorcio con Damir y su relación con Nolan llevándonos a nuestro fin. Ver su cara de horror y decepción me rompió más en pedazos. Lo veía como un hijo, su falta de apetito por varios días me asusto, creí ver su fin.

Paso a la cocina por un vaso de agua, siguiéndome mi idiota, siguiendo mis pasos robándome un beso, dejándome sin alientos sonriendo en mis labios.  

— Debo ponerme celoso de mi amigo, Minions — Exclama mi chico tomando mi cintura — La escucho, Mac. 

— Ahora soy Mac — Digo haciéndome la ofendida — Tal vez. Hoy me rapto toda la tarde, me divertí mucho a su lado, él sabe cómo sacarme miles de sonrisas, idiota. 

— ¿Quiere verme celoso?

— Tal vez — Esboce jugando con la comisura de sus labios — Lo ves como competencia. 

— No. — Me susurra muy seguro de sí mismo. Hago un puchero mirándolo fijo — Tenemos códigos, amor. Saben por todo lo que pase cuando creí perderte, conocieron mi sufrimiento y la lucha que tuve para arrancarte de mi corazón perdiendo todas las veces que lo intente, ni Alejandra, la madre de Damián, pudo arrancarme tu fantasma. Eres una garrapata Minions, una que amo y jamás deje de amar. 

— Las garrapatas son horribles, idiota — Bramo mirándolo mal — Prefiero un piojo — Solté una carcajada por su cara de horror — También te amo, Aitor Bass. Me aguantarás hasta el fin de mis días, porque no pienso dejarte ir nunca más de mi lado. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.