Casada Por Una A P U E S T A©

Sin máscaras

 

 

 

Eh tenido unos días terribles, teniendo una y otra vez la misma pesadilla: Taylor abusando de mí, hasta que llega un momento en el que lo disfruto. Eh despertado gritando su nombre y en algunas ocasiones llego a humedecer mis sábanas.
Me parece de locos el creer que tenga esos sueños o mejor dicho "pesadillas” con él.

Por otra parte nada a cambiado entre nosotros, asistimos a cada evento que nos invitan, incluso salimos en una de las portadas de la revista más famosa a nivel nacional como la pareja del año, increíble hasta donde llega la capacidad de engañar que tiene cada ser humano, siento asco por mi misma cada vez que debo besarlo frente a las cámaras o tener que fingir amor, cuando en verdad lo único que deseo es darle una patada en el trasero y mandarlo al carajo.

Pero bueno, hoy es un día especial y no pienso pasármela dandome lástima a mi misma y lamer mis heridas, mi madre está de cumpleaños  y entre mi padre y yo le haremos de su día el mejor.

Estiré mi cuerpo, salí de la cama y fui hasta el closet, saque un fabuloso vestido en color plateado, desmangado, con la falda suelta, lo combine con un pequeño cinturón dorado, a juego con las zapatillas y hice una coleta alta en mi cabello.
Le pedí a Will quien es mi nuevo chófer que me lleve hasta la casa de mis padres.

Aproveche que Silvia la amiga de mi madre estaba por aquí de vacaciones y la llamé de camino para  pedirle que se la llevara de compras, así le podríamos organizar una pequeña fiesta.

—¡Princesa!— grito mi madre al verme llegar al jardín.

—¡Felicidades mami!— dije emocionada dándole un fuerte abrazo.

—pense que no vendrías hasta el anochecer cariño— dijo mi padre fingiendo no saber de mi llegada.

—por nada en el mundo me quedaría en casa, a sabiendas que mi madre querida está de cumpleaños, eso ¡jamás!— todos reímos y en ese momento el móvil de mi madre empezó a sonar.

—¡Silvia!... ¿Cómo dices?— salió hasta el recibidor donde se encontraba su amiga. —que sorpresa tan grata el volverte a ver Silvia—

—fernanda cariño, pero si estás hermosa— luego de una pequeña charla, acompañada de una taza de té Silvia añadió — me encantaría recordar viejos, me gustaría que fuéramos de paseo—

—por mi encantada Silvia— miró a mi padre y luego a mí —pero no creo que hoy sea un buen día, como sabes estoy de cumpleaños y Marlene vino a pasarse el día con nosotros—

—por mí no te preocupes mami, siempre y cuando me traigas una de esas galletas rellenas de fresas, no hay ningún problema—

—ve Fernanda, te hará bien un poco de aire fresco— le dijo mi padre alentandola aún más.

—de acuerdo, solo deja que vaya por mi bolso— se retiró a su recamara para luego de unos segundos bajar.

—solo una cosa diré: debo volver temprano, mi esposo e hija me preparan una cena especial— dijo mi madre sonriente, y sí, tuvimos que contarle un poco, debido a que por su estado no puede llevarse sorpresas.

Una vez dio la espalda procedimos.

—¡Manos a la obra!— dije eufórica.

Tres horas más tarde, todo estaba listo, desde la banda sinfónica que iba a tocar hasta los platos que serían servidos, todo estaba a pedir de boca.

Recibí la llamada de Silvia informándome que ya no puede retener más a mi madre, que ella está muy insistente en volver, le dije que todo estaba listo.

La llegada de mi madre fue hermosa, acompañada de la melodía del piano y los allí presentes aplaudiendo a su paso, se veía tan feliz, tan relaja y tan reluciente con ese vestido color violeta, proyectando lo que siempre ha Sido: “Toda una dama”.

Mi padre fue a su encuentro y le plantó un beso, para luego reanudar su paso.

A los pocos minutos de haber llegado mi madre llegó Taylor acompañado nada más y nada menos que de April, respiré profunda y pausadamente, esta noche nadie me la va arruinar y de ser así, yo decidiré como.

Miré hacia mi derecha y ví a un viejo conocido, por lo cual decidí con pasos presurosos llegar hasta donde estaba, el bar.

—¡Hola Matt!— dije al llegar

—Marlene... Pero caramba mujer, estás más hermosa de lo que recordaba— respondió con su acento español, se puso en pies para darme un fuerte abrazo seguido de dos besos, uno en cada cachete.

—¿Cómo has estado?, Supe por tu padre que estabas en Italia—

—estuve haciendo unos negocios por allá durante un año, algo de lo que me arrepiento, ¿Sabes?— su voz era algo quebrada y de pronto estaba cabizbajo

—¿tan grave fue?— tomé asiento en uno de los taburetes

—sí, tenía planeado pedirle matrimonio a una chica, tal vez suene descabellado porque nunca fuimos novios, pero si buenos amigos, no se como ni en qué momento me enamoré ella, aunque puede ser que siempre lo estuve y vivía engañandome— tomo un suspiro

—soy de las personas que creen que nunca es tarde— puse una mano en su hombro en forma de consuelo

—ja, que irónico— volvió a suspirar y le dió un largo trago a su bebida —para esto no hay solución Marlene, ella, ya está lejos de mí, se volvió algo inalcanzable para mi—

—pienso que deberías buscarla y tratar de hablar con ella— no se en que tiempo llegue a querer a Matt, solo sé que escucharlo decir todo esto, duele, duele como nunca había sentido y es por ello que le pedí al bartender un whisky doble a la roca.

—Qué fácil es para ti decir que hable con ella, que trate de hacerla entender que la amo con locura— dijo alzando la voz

—un momento Matt, no yo soy la culpable de tu desdicha, tú no tienes

—es a ti a quien le iba a pedir que se casara conmigo, con un demonio— dijo interrumpiendo mis palabras, haciendo que mi corazón latiera desenfrenado y mi cuerpo temblará ante semejante declaración

—yo no sabía que tú...que estabas...yo— Matt se giró desde su silla hasta mí, lentamente se fue acercando y me regaló un casto beso, luego pasó su pulgar por mis labios



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En el texto hay: odio, desprecio, masoquismo

Editado: 16.06.2020

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