Casada Por Una A P U E S T A©

Dos tazas y un café


 

Ya han pasado dos semanas que hice la alianza con el padre de Taylor y por ende es más frecuente mi presencia en la empresa, lo cual trato que sea lo más esporádica posible y en cuanto a mi relación con este, se está calmando un poco, ya no discutimos, exceptuando el día de la reunión, en la cual me reclamó que hice todo a sus espaldas y no sé cuántas cosas más, la verdad es que estaba escuchando música y no le preste importancia.

Hoy se realizará el envío de flores a la República Dominicana, todo está listo, sólo queda esperar que el embarque llegue y la mercancía sea transportada.

—Marlene— dijo Lizeth

—¿Sí?— pregunté mientras seguia viendo la ruta que tendría el barco, para notificarle a José, quién es el encargado de recibir en Dominicana

—¿Ya has pensado en tener hijos?— pregunto con su veneno regocijante, por si no les eh dicho, ella es una de las ejecutivas de la empresa de mi padre y hay ciertas cosas que debo de realizarlas con ella, como por ejemplo esto; ella y yo nunca nos hemos agradado y creo que ya ven por que —digo, sé que llevan poco tiempo de casados, pero Taylor no es el tipo de hombre que se ve todos los días, cuando yo me casé con Evan salí embarazada a los tres meses, ¿Lo puedes creer?—

—no hemos, no estamos ni vamos a estar pensando en tener hijos Lizeth— le dije tajante

—deberías pensartelo, es la solución infalible para atar un hombre a tu lado— dijo de manera seria

—y, ¿Dónde está Evan que no lo veo junto a ti?— le miré fijamente —no me interesa usar artimañas para atar a ningún hombre a mi lado y mucho menos Taylor, por haber mujeres pensar así es que hay tantos niños que deben de ser dados en adopción, porque una vez que no tienen a el padre del bebé, prefieren abandonarlos o dejarlos en adopción—

—yo no dí mi hijo en adopción cuando me separé de Evan— estaba molesta y se paró de su asiento

—claro que lo hiciste Lizeth, si no es por tu madre, que te obligó a encargarte de tu hijo, ese hubiera Sido su destino, recuerda que sé todo tu pasado y si no te molesta estamos trabajando, pero si crees que no te vas a callar, ahí tienes la puerta— está me miró, tomó un  suspiro y prosiguió a sentarse y  volver a teclear en su ordenador.






 

Pasada las cinco de la tarde el barco ya había salido del puerto.

—oye Marlene, te invito a la cafetería que está en la esquina, dicen que venden el mejor Capuchino del área, ¿Qué dices?— me preguntó Eric el encargado de logística

—sí, sólo deja que le diga a mi mamá que no me espere para el té de la tarde— sonreí mientras buscaba el móvil en el bolso —¿Mamá?— pregunté cuando el teléfono fue descolgado y no recibí repuesta

sí cariño— escuché que respondió

—no me esperes para el té, iré con Eric por una taza de café—

de acuerdo, ¿Te espero para cenar?—

sí, te amo mamá, hablaremos luego— colgué —ahora si nos podemos ir

—de acuerdo— dijo Eric mientras guardaba los documentos que tenía en la mano y cerraba el coche con seguro

—¿Iremos caminando?— estaba un poco sacada de onda

—vamos Marlene, es sólo una esquina— sonrió mientras me invitaba a que le siguiera los pasos. Llegamos a la cafetería, que por cierto no era para nada elegante, ni cargada de lujos, pero se sentía un buen ambiente y estaba bien decorada; cuando llegamos un joven se nos acercó para saber que ordenariamos, Eric pidió lo mismo de siempre, yo en cambio pedí un pastel de chocolate —¿No quieres un capuchino?

—luego del pastel, por ahora solo quiero el pastel y una taza de café— sonreí amablemente al jóven

—que sean dos tazas de café— Eric y yo miramos a la inminente figura que se aproximaba, y es aquella voz era inconfundible

—Taylor amigo, no sabía que vendrías— saludo Eric

—como perderme el café de Martha— sonrió y tomó asiento

—no sabía que habías invitado a Taylor— me estaba sintiendo un poco incómoda, el hecho de que ya no discutamos no quiere decir que ya sea de mi agrado

—en realidad es con Taylor con quién vengo cada tarde aquí... hoy quise invitarte para que vayas conociendo los hábitos de tu esposo—

—gracias por el detalle Eric— hice un intento de sonrisa, pero me salió del asco

—aquí tienen su orden— dijo el joven mientras bajaba de la bandeja cada orden, cuando vi el trozo de bizcocho lo amé, pero cuando lo probé salí disparada a devolver el estómago

—Marlene— susurro Taylor tocando la puerta y al no tener respuesta abrió, debido a que yo no puse el cerrojo —¿Estás bien?— me preguntó arrodillándose junto a mi y agarrando mi cabello para que no se ensuciara, mientras mi cuerpo se arqueaba por las náuseas.



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En el texto hay: odio, desprecio, masoquismo

Editado: 16.06.2020

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