Casado con mi secretaria

Capítulo 9

En la empresa todo es exactamente igual, doy mis órdenes y Alex cumple todo al pie de la letra y sin necesidad de pedirlo o recordárselo, no puedo evitar recordar el auto viejo que conduce, mis padres no pueden verla en eso. ¿Cómo es posible que mis padres miren que mi esposa conduce eso? Estoy sentado dando vueltas en mi silla giratoria pensando, tengo que conseguirle un mejor auto a Alex.

Salgo de mi oficina y ahí está ella intentando acomodarse en la silla de su escritorio, sé que se debe a ese vestido que lleva puesto, pero se le mira más que bien.

—Carlin, ven conmigo —ella me observa intrigada al pasar por su escritorio y decirle estas palabras sin detenerme. Toma sus cosas rápidamente y sin pensarlo mucho me sigue, ella ya me conoce yo no espero a nadie, sube al ascensor y ahí sí tengo que esperarla porque mi corporativo no se detiene en ningún piso mientras que el general de la empresa sí, y eso sí lo comprendo.

Cuando veo que la puerta se abre y ella está ahí comienzo a caminar hacia la puerta principal. Llego al auto y ella ya está detrás de mí, no sé cómo lo hace tan rápido con esos zapatos. Abro la puerta del coche y ella sube sin preguntar y sin mediar palabra, llegamos a mi lugar favorito para comprar autos, D & C Cars. Me bajo del auto y sin esperar que abra la puerta ella se baja analizando aquel lugar una y otra vez.

—Elige uno —digo, miro mi reloj, no tengo mucho tiempo, volteo mi vista a ella y observo que me mira con desconcierto—. ¿Qué? Es en serio, elige uno. No me gusta repetir dos veces.

—¿Qué? ¿Para quién? —comienzo a caminar y ella me sigue el paso.

—¡Por Dios! Me haces perder la paciencia. ¡Para ti! ¿Ves a alguien más aquí? —esta mujer tiene el don de desesperarme.

Un hombre con un traje verde vintage se nos acerca. Extiende su mano hacia mí con una amplia sonrisa.

—Bienvenidos a D & C Cars, es un gusto atenderles, soy Charls Davis, agente de ventas de D & C Cars, ¿buscan un auto en específico?

—Mucho gusto, Sr. Davis, soy Oliver Anderson, buscamos un auto para ella —tomo su mano y la sacudo; luego, la extiende hacia Alex.

—¡Un placer atenderles! ¿La señorita busca algo en específico? —miro a Alex esperando que hable, pero no dice nada. ¡Ah! ¡Por Dios! Yo no tengo tiempo.

—Un Bentley perlado, por favor —puedo ver la cara de sorpresa de Alex, me toma del brazo y prácticamente tira de mí, arrugará mi traje.

—Oye. ¿Es en serio? ¿Un Bentley? Estoy muy bien con mi auto —riñe, cuando el señor Davis ya está lo suficientemente lejos.

—¿Qué? ¿En serio crees que lo hago por ser gentil? —esos ojos, ¡diablos! Son más lindos en la claridad—. Lo hago porque siento vergüenza de que conduzcas ese viejo carro. Mis padres no pueden ver a mi esposa en una chatarra así.

Doy la vuelta antes de que esos ojos me emboben y me dirijo hacia el señor Davis, no sé cuál es el color favorito de Alex, pero todas las mujeres aman ese bendito color que para mí es celeste, pero en realidad se llama turquesa o algo así. Pago el auto y Alex comienza a firmar unos papeles, fácil se ha ganado un auto que espero que no vaya a vender.

—No vayas a venderlo o algo así —aclaro, antes de que vaya a hacerlo y ella me observa confusa—. En serio, no quiero verte en ese auto ridículo que tienes, si lo vendes es para comprar algo mejor que esto —ella ríe y la observo con intriga.

—¡Claro! ¡Como tengo dinero para comprarme algo mejor! —la volteo a ver seriamente, hoy no amanecí con ganas de reír y se nota. Ella lo entiende y me sigue, el señor Davis le entrega las llaves de su auto y ella las observa por unos segundos.

—Carlin, iré a almorzar, no llegaré por la tarde porque tendremos una reunión con mi padre y Henry, terminas todo y te vas a casa, no te retrases. Consígueme el número del Sr. Williams de G & G Photography, necesito también las ediciones del artículo que están elaborando —intenta buscar algo en qué escribir, pero ha dejado su bolso en mi auto y continúo a propósito—; llamarán para una conferencia de prensa, por favor, diles que no estoy disponible por un buen tiempo.

—¡Guau! Sr. Anderson —me interrumpe—, no voy a recordar todo eso. Necesito mi libreta de apuntes y está en su auto.

Suspiro, saco su bolso de mi auto y se lo entrego mirándola a esos hermosos ojos.

—Yo no repito dos veces —dicho esto me subo a mi auto y me voy, dejando a Alex con la expresión de odio más grande que ha podido recoger.

Sonrío inmediatamente que me giro y la dejo tras mis espaldas. Cambio todo semblante al subirme a mi auto y sigo mi camino.

Me dirijo al restaurante donde mi padre dijo que estaría esperando con Henry, almorzamos y el resto de la tarde pasa rápido para mí, hablando sobre cosas de la empresa con mi padre y ayudando a Henry con otras de la imprenta que él maneja que también fue fundada por mi padre hace unos años, poseo más del 60% de las acciones, por lo tanto, me conviene que las cosas vayan bien. Todo iba de maravilla hasta que, como siempre, mi padre se empeña en sacarme de mis casillas.

—Estoy orgulloso de ti, Henry. Siempre llevando las cosas de maravilla. Aprende Oliver, Henry es un buen esposo y buen administrador.

Siento una ira apoderarse de mi ser, pero no puedo arremeter contra Henry, mi padre no sabe todo lo que yo sé, inmediatamente Henry mira las facciones en mi cara e intenta suavizar la tensión que en estos momentos puede cortarse con un cuchillo.

—Papá, Oliver también lo es estoy seguro, y ha hecho crecer la revista más del 50%.

—Lo sé —le interrumpe, el señor que dice ser mi padre. A veces desearía que me dijeran que soy adoptado—, pero…

En eso el bendito camarero nos interrumpe, ¿pero…? Eso me deja pensando, mi padre le entrega su tarjeta al joven hombre, pero yo no permito que mi padre pague las cosas por mí, de inmediato saco la mía para pagar lo que yo he consumido. El camarero se retira y vuelvo mi mirada a mi padre.



#728 en Novela romántica

En el texto hay: comedia, jefe, celos

Editado: 05.12.2019

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