Olivia siguió a Jeff hacia el interior de la casa, y haciendo todo lo posible para mantener la calma. El, la estaba tratando como una si fuera una desconocía una forastera, y parecía que seguiría así hasta que ella accediera hacer exactamente lo que él quería que ella hiciera.
Ella no sabía que podría ser tan arrogantemente autocrático, pero entonces reconoció que ella sabía poco más sobre lo esencial de lo que él sabía de ella. Simplemente había creído que se conocían instintivamente, intuitivamente, inmediatamente, en un nivel profundo e inquebrantable, pero, obviamente, tenían mucho que descubrir el uno del otro.
Pero Olivia sabía que el patrón de su futura relación estaba a punto de establecerse. Si ella le permitía que le dictara ahora, le permitía igualmente salirse con la suya sobre escuchar su punto de vista, ¡y él caminaría sobre ella por el resto de sus vidas!
Era una situación tensa, pero tenía que mantener la calma; Gritar y patear el suelo no la llevaría a ninguna parte, tenían y necesitan hablar sobre el problema y alcanzar juntos un compromiso aceptable. ¿No podría el entender la necesidad de eso?
Ella lo vio, cargar las maletas escaleras arriba. Y sintió su corazón como el plomo. Todo estaba cambiando. Y no podía soportarlo. Incluso la pequeña casa ya no le era acogedora ... Se sentía como una intrusa como si no tuviera derecho a estar aquí.
Lo cual era bastante paranoico ... por no mencionar francamente tonta la idea. Decidida, se apresuró a subir. Jeff estaba en la habitación, inclinado para abrir la maleta, cogiendo los papeles con las anotaciones que había escrito a mano la noche anterior.
Respirando hondo, Olivia se acercó con calma, poniendo sus dedos ligeramente sobre la piel bronceada de su antebrazo, sintiendo que todo su cuerpo se ponía tenso a su toque.
—Discutamos esto, cariño. —El tono de ella tenía esperanzas, casi boyante. El simple toque de piel contra piel era suficiente para prender fuego a ambos, hacerlos tan conscientes de que lo demás nada importaba. Y, demostrándolo, los pómulos de él se tornaron de un color opaco, sus ojos brillaban oscuramente mientras se enderezaba lentamente y se giró para mirarla.
Jeff arrastró un fuerte suspiro, sus ojos se estrechaban en los labios separados de ella. Como si estuviera reviviendo en su mente cada beso apasionado y salvaje que habían compartido. Y con una puñalada de euforia y de completa certeza, sabía que estaban demasiado enamorados para dejar que algo como la cuestión de si ella debería dejar su trabajo o no interponerse entre ellos.
—No hay nada que discutir, —respondió Jeff rotundamente, alejando los ojos de su rostro mientras recogía sus papeles. —Tu sabes lo que quiero. Como ya te he dicho, es tu decisión por completo.
—¡No puedo creerlo! —Olivia no estaba segura de si ella hablaba en voz alta o simplemente dentro de su cabeza. Sin embargo, de lo que estaba segura era de su propia estupidez. No había tenido en cuenta su completamente frustrante de terquedad masculina. Se sentía fría por dentro. Derrotada.
Él la deseaba, pero quería salirse con la suya.
—Estaré en mi estudio durante las próximas dos horas. Él pasó junto a ella, debería darle tiempo para decidir qué hacer con su trabajo.
Era alucinante, pensó ella al ver que él se negaba a escuchar cualquier cosa que quisiera decir, se giró y camino hacia la puerta parándose delante de él. Con un esfuerzo todopoderoso, Olivia frenó la ira autodestructiva que la inundaba, haciendo que su voz sonara razonable.
—Mira, seamos adultos sobre esto.
Pero ella no podía hacer nada sobre la avalancha de adrenalina que bombeaba frenéticamente a través de sus venas. No podía ocultar los efectos, el color agitado que sufría su piel cremosa, ensanchando sus ojos, haciéndolos brillar como piedras preciosas, su aliento se volvió irregular, haciendo que sus senos empujasen contra la tela fina y sedosa de su parte superior.
Los ojos de Jeff cayeron sobre sus pechos claramente definidos y máximos.
—Puedo ser tan adulto como quieras que sea. —respondió el.
Su voz se había espesado. Olivia sabía lo que quería decir, lo que quería. Lo había visto por unos momentos; Había visto cuán palpable era la forma en que Jeff la anulaba.
—Olivia ...
Y él, no estaba peleando ahora, pensó Olivia. Un temblor la agitó en lo más profundo de ella. Se sintió poderosa y extrañamente humilde por la fuerza de las emociones que podía despertar en él.
Jeff extendió la mano y le tocó el cabello, y luego su rostro, tiernamente, su amor por ella ardía a través de las puntas suaves de sus dedos. Olivia lo adoraba, lo amaba más que la vida misma, pero se lo debía a sí misma y a él, al exigir el derecho de ser escuchada. Para ceder sin duda a todas sus demandas, la disminuiría, la haría menos que la mujer de la que se había enamorado.
Impotente, Olivia cerró los ojos. Estaba a la deriva, su cuerpo se abría dulcemente, como la flor, que se curvaba en la fuerza dura y ardiente de él.
—Yo también te quiero. Mucho. Pero, Jeff, necesitamos hablar. —Con un esfuerzo, Olivia se obligó abrir sus ojos. Sus parpados parecían pesados. Lo miró sinceramente a través de las largas y tupidas pestañas, con la esperanza de que el entendiera.
—No hables. —Jeff enredó su pelo alrededor de su muñeca, acercándola. —No más argumentos, cariño. Sólo esto. —Sus labios tomaron los de ella con dulce persuasión. —Esta es la única forma en que sé que puedo hacerte hacer cualquier cosa, —murmuró contra su exuberante boca con un goteo de humor imperdonable enredado a través de su voz.
Las manos de Olivia se deslizaron en su cabello, sus dedos cavaron en su cuero cabelludo mientras ella intentaba mantener algún tipo de control. Hacer el amor con él era maravilloso, irresistible, una ley inquebrantable de la naturaleza en lo que a ella respectaba, pero tenían que hablar, establecer algunas reglas básicas. Y sí, ella era totalmente maleable cuando la tocaba, con su sexy sonrisa esa, y de la manera especial en que la miraba.