Casado Con Un Escandolo

Capítulo Ocho

                                             

La cruda emoción en los ojos de Jeff desoló a Olivia, el grado de su desconfianza le provocó náuseas. Se mordió el labio inferior, tratando de no llorar.

—No debería tener que demostrar nada. Especialmente no para ti—La voz de Olivia se quebró. Su encantadora cocina estaba inundada por sol, pero se sentía fría, hasta el centro de sus huesos. Ella envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo, temblando de tensión. —James y yo nunca hemos tenido una aventura, tendrás que tomar mi palabra para ello. Una relación cercana, sí, pero no una aventura.

—Descríbemela. Esta relación cercana. —Jeff había impuesto un control completo sobre su expresión. Sus ojos no le decían nada, su rostro era el rostro de un extraño. Se encontró con sus ansiosos ojos fríamente. —¿Entonces?

Olivia se hundió en la silla vacía. Sus dedos se torcían en su regazo, sus nudillos se mostraban blancos. Hablar sobre su relación con James inevitablemente perturbaría recuerdos que eran crudos y aún dolorosos ... pensamientos que flotaban hasta la superficie de su mente, esa culpa que había estado luchando por enterrar durante cuatro largos años mostrando la fealdad cara e inaceptable de nuevo.

Jeff estaba esperando, cada segundo silencioso era una sospecha más profunda en su mente, Y ella no podía dejar que eso sucediera. El precio era alto, pero ella tendría que pagarlo.

—Mi trabajo siempre ha significado todo para mí, —dijo, buscando las palabras, sin saber cómo o dónde comenzar. —Trabajé duro para llegar a donde estoy. Tuve que, ganar habilidades adicionales en una escuela nocturna, Esforzándome, esforzándome, siempre esforzándome. Finalmente, el duro esfuerzo por ser una de las mejores me llevo tan alto como pude llegar dentro de la compañía ... Asistente personal de James. Más dinero, más seguridad. Lo necesitábamos, Donovan y yo. Siempre tuvo dificultades para mantener un trabajo.

De hecho, Donovan nunca tuvo un trabajo, no al que llamaría uno adecuado. Solo un entusiasmo interminable, sin sentido por los proyectos interminables y mal pensados, todos los cuales previsiblemente no habían llegado a nada.

Al final ella se había cansado de escuchar sobre ellos, ni siquiera escuchaba sus ideas locas. Y pensar que él había sido tan plausible cuando se conocieron, tan lleno de vida y energía, tan fácil de gustar. Cuando él le había pedido que se casara con él, ella aceptó.

Pero menos de un año después de su matrimonio, Olivia lo había visto por lo que era. Irresponsable. Lleno de sueños y esquemas inmaduros. Aceptando entonces, que, si se mantenían solventes, tendría que trabajar duro, estudiar, ganar nuevas habilidades, forzar una carrera estable para sí misma.

Cuando Olivia descubrió que él había hipotecado la modesta casa de Islington que su suegro les había ofrecido como regalo de boda, ella simplemente se había quedado en blanco, sin saber que decir cuando él le había explicado que necesitaba el dinero para financiar una pequeña editorial, poniendo a la venta libros de autoayuda escritos por una mujer que parecía estar más en su casa que fuera de ella.

Olivia desde el principio tuvo la sensación de que la empresa fracasaría y había sospechado que Donovan y la mujer eran mucho más que socios. Para entonces, simplemente no le había importado. Ella sólo trabajaba más duro.

—Mi trabajo se convirtió en mi salvavidas —explicó con sinceridad, apartando sus pensamientos silenciosos y secretos—. Un escape de la realidad de lo que estaba pasando en mi vida. Y James era... —buscó la palabra que no ofendiera... —comprensivo. Y es justo decir que no sé cómo habría superado el período posterior a la muerte de Donovan sin él.

La verdad podía doler. Vio el destello de dolor en los ojos de Jeff y se culpó por el desastre que había sido su vida antes, un desastre que se estaba desbordando y manchando su relación con la única persona que la había amado de verdad.

—Debiste haber querido mucho a Donovan.

Olivia lo miró con ojos desconcertados. Sonaba tan sombrío. No lo entendía. Pero ella no se lo había contado todo.

—Debí de pensar que sí, una vez... —admitió, retorciéndose los dedos. —Donovan tenía tanta vida, tanto entusiasmo. Pero no sabía canalizarlo en la dirección correcta. Al menos, así lo veía yo. Al final, ya ni nos aguantábamos.

—Nunca me distes una pista, nunca me lo dijiste. —La voz de él, era más suave ahora, flotando sobre ella. Reconfortante. Se puso delante de ella, le cogió las manos, le desenredó los dedos, la puso en pie y simplemente la abrazó.

La tentación de echarse a llorar, sollozando desconsoladamente, era fuerte. Se recostó contra él, aferrándose a su fuerza. Jeff no sabía lo peor de ella. Y esperaba que nunca lo supiera...

—Puedo entender que no quisieras hablar públicamente de tu matrimonio, cariño, pero soy yo, ¿recuerdas? No vuelvas a ocultarme nada, ¿lo prometes? Bueno o malo, quiero saber todo lo que haya que saber de ti... Valoro cualquier cosa que nos acerque.

Jeff se sentó, tirando de ella hacia su regazo. Su agarre sobre ella era suave pero firme, su boca sorprendentemente sensual irónica mientras le decía: —Supongo que exageré toda la situación, me comporté como un tonto. Por primera vez en mi vida, descubrí que no podía controlar mis emociones... ¡eso es lo que me haces! Incluso escuchar tu nombre junto con el de otro hombre me hizo querer hacer agujeros en paredes de ladrillo. Y tu reticencia a dejar el trabajo sólo empeoró las cosas... ¿no te das cuenta? Y se, que eso no es una excusa para mi comportamiento estúpido, —le dijo seriamente. —Simplemente una explicación. ¿Me perdonas?

Olivia asintió, demasiado ahogada para hablar. El estaba abriendo su corazón y era lo bastante fuerte como para mirar de frente a su propia debilidad, tan humano, y admitirlo. Probablemente él nunca había sentido celos de nadie y le estaba costando manejar esa dolorosa emoción.




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