OLIVIA COMENZÓ A LLORAR, en silencio, sin esperanza, y Jeff la estrechó contra su cuerpo, esperando y cuando hubo llorado hasta la última lágrima, Jeff dijo con la anterior tirantez que le salía de la voz.
—¿Murió en un accidente de tráfico? Cuéntamelo. Nunca has hablado mucho de él, ni de su muerte. No sabía si era porque aún le echabas de menos. No quería obligarte a hablar de tu primer matrimonio hasta que estuvieras preparada. Dímelo ahora.
—Éramos totalmente incompatibles, —murmuró ella en su camisa. No sabía por qué la abrazaba, pero no quería que dejara de hacerlo. Era como volver a ser como antes. Cuanto más tiempo pudiera aferrarse a la ilusión, más segura estaría. —Me ilusionó sus palabras y sus grandes sueños, como se suele decir. Estaba tan lleno de vida y entusiasmo. Al año de casarnos me di cuenta de que nunca funcionaría. Pero no me rendí, me había casado con él y tenía que seguir con ello. Siguió montando nuevos negocios... cosas estúpidas... invirtiendo nuestro dinero en ellas y perdiéndolo.
Mirando hacia atrás, puedo ver que las cosas podrían haber sido diferentes si yo hubiera sido diferente. Podría haberle ayudado, haberle alejado de las empresas más descabelladas, haberle calmado. Quien sabe, si alguna de las empresas habría dado resultado y él podría haber tenido el éxito que siempre quiso tener. Pero ahora... —Su voz se llenó de desprecio—, decidí que uno de los dos tenía que tener un empleo fijo y bien remunerado, y que tenía que ser yo. Trabajé todas las horas que había, hasta el punto de que apenas nos veíamos. Y entonces... —Su voz tembló, pero se obligó a continuar. —Hace poco, empecé a ver paralelismos. Decidí quedarme y ayudar a James porque pensé que era lo correcto... a pesar de la meya que estaba haciendo entre nosotros, en nuestro matrimonio. —Levantó la cabeza, apartándose el pelo de la cara con dedos temblorosos—. Iba a decirle a James que tendría que arreglárselas sin mí. No soy indispensable. Podía deshacer el daño que Mickey había hecho a la empresa sin ayuda. Tú me necesitas más. —Sintió que sus brazos la rodeaban con fuerza. —Sólo que las cosas empezaron a ir mal... muy mal.
Él había conoció a Marilyn Turner.
Oliva apretó la boca. No volvería a llorar. No lo haría. No podía mirarlo a los ojos; la mirada de Jeff le recordaba con demasiada nitidez todo lo que había perdido.
Y continuó. —Quieras saber cómo terminó, ¿no? Pues que si yo hubiera sido el tipo de esposa y compañera que él necesitaba, las cosas no habrían salido tan mal. Había conocido a una mujer que escribía libros de autoayuda. Ella lo convenció de crear una pequeña editorial. Él pensó que era una idea brillante. Incluso hipotecó nuestra casa para recaudar fondos.
Eso fue lo primero que supe esa última noche. Había llevado a su asociada a cenar para hablar del proyecto y me llamó desde el restaurante para pedirme que pasara a recogerlos. —Olivia respiró entrecortadamente y sintió que los brazos de Jeff la rodeaban con más fuerza. —Donovan quería conducir, pero no le dejé. Había bebido demasiado. Después de dejarla, me comentó lo de la hipoteca y me dijo que necesitaba más dinero para poner en marcha el proyecto. Me dijo que le pidiera un préstamo a James. Yo sabía que nunca lo devolvería; se iría por el desagüe como se había ido todo lo demás, —explicó entrecortadamente. —Me negué a hacer nada por el estilo. Y me golpeó varias veces, por negarme hacerlo.
Olivia miró a Jeff a los ojos mientras le decía: —Él ya había usado la violencia antes, al principio de nuestro matrimonio. Mostrándose lamentablemente arrepentido. Fue tan patético que le perdoné, pero le advertí que si volvía a levantarme la mano le dejaría. Nunca lo hizo, no hasta esa noche. Pero la amenaza siempre estaba ahí. —Su voz era un leve susurro en la silenciosa habitación—. De algún modo, mantuve el control del coche. Debería haber parado. Salir. Dejarlo allí. Pero cuando empezó a golpéame, algo dentro de mí explotó. Sabía que estaba borracho, que la violencia que siempre había estado bajo la superficie se había desatado... el aire dentro del coche estaba cargado de ella... ¡prácticamente podía saborearla!
Pero nunca lo dejé. Solo supe decirle que, el día que tuviera suficiente, lo dejaba. No estaba dispuesta a ser un saco de boxeo, para que él descargara sus frustraciones. Y volvió a golpearme varias veces. Y yo estaba tambaleándome cuando el coche dobló la esquina... y ése fue el final de su vida. —Ella levantó las manos y se cubrió la cara, con remordimiento en cada línea de su cuerpo. —Todavía puedo ver el coche destrozado. Tuvieron que cortar parte de su cuerpo. Todo fue culpa mía. Todo.
—Cariño, no te tortures. —Jeff le quitó las manos de la cara, ahuecándola entre las suyas.
Olivia lo miró con ojos desconcertados. Eran las palabras que había utilizado James, aparte de cariño. No sabía por qué Jeff las había utilizado.
A menos que lo sintiera por ella. Ella no quería su lástima.
—Donovan eligió su propio camino. Dudo que nada de lo que hubieras podido hacer hubiera cambiado nada, —dijo Jeff con suavidad—. A pesar de que vivisteis juntos, te hizo daño, te obligó a responsabilizarte de los dos. Estabas tan acostumbrada a asumir responsabilidades que te culpaste de su muerte. Fue un accidente y la forma en que te golpeó habría contribuido a ello. El mismo se mató, créeme.
Olivia parpadeó, sus pestañas se llenaron de lágrimas. Él las apartó suavemente con el pulgar, con los ojos empañados mientras repetía.
—Créeme, cariño.
Ella asintió, con los ojos nublados. Se mordió el labio inferior entre los dientes y el peso de la culpa cayó de sus hombros. Le creía.
Jeff había sacado su sentido de la responsabilidad de la maraña, le había hecho ver la razón de la culpa que había cargado todos estos años y, al verla, al comprenderla, la había liberado.
Miró en la profundidad brillante de sus ojos, con la respiración entrecortada en la garganta. Lo amaba tanto. Estuvo a punto de decir las palabras en voz alta, pero se recordó justo a tiempo que... Juntó las manos en el regazo, con la espalda erguida.