Casado Con Una Mafiosa © [#1 Mortem]

Capítulo 7.

DREY.

Observo con cierta frustración e intensidad aquellas puertas dobles de madera que hay en frente de mi; que más parecen las puerta del infierno y no las de un despacho. Cierro mis manos convirtiendolas en puños a cada lado de mi cuerpo, mi entrecejo se frunce un poco más. Tengo cerca de tres minutos o tal vez más de estar ahí; debatiéndome si llamar o no.

Hazlo. ¿Qué puede salir mal?

Respiro profundo. No se porqué mi corazón a empezado acelerarse, así como tampoco sé porqué estoy tan nervioso. Todo deben de ser imaginaciones mías. Porque antes me ahogo en mi misma saliva antes de aceptar que esa...chica, sea la culpable de mis nervios.

Que estupidez.

Volviendo respirar profundo, riñendome a mi mismo por reaccionar de esa manera, levanto mi brazo derecho y finalmente llamo. Uno, dos, tres toques interrumpen el silencio de aquel desolado y silencioso pasillo.

Adelante.

Un escalofrío me recorre el cuerpo entero y nuevamente siento como el nerviosismo aumenta en mi sistema. Respiro profundo, enrollo mis dedos en torno al pomo y lentamente abro una de aquellas pesadas puertas de caoba. Mierda. Había olvidado lo intensos y intimidantes que eran aquellos ojos negros. Me siento como si fuese la presa de algún depredador.

¿Qué quieres?

Parpadeo saliendo de mi ensoñación por la brusquedad de su voz, cierro la puerta a mis espaldas y me adentro mucho más en aquel despacho tan sombrío.

—Bueno...—titubeo mientras trato de mantenerle la mirada. —Hay algo que ocupo hablar contigo.

Dakota suspira, deja el lapicero—que tenía en su mano izquierda—sobre unas hojas, apoya ambos codos al borde del escritorio y entrelaza los dedos por debajo de la barbilla.

—Te escucho...—me hace señas para que me siente en uno de los mullidos sillones individuales que hay en frente de ella, pero decido mantenerme de pie.

Me parece haber visto una expresión divertida pasar por aquellos oscuros ojos, pero lo mas seguro sean imaginaciones mías porque su expresión no se altera en lo más mínimo. Mi ceño se frunce sin poderlo evitar. La verdad esta chica es muy difícil de descifrar, por no mencionar que los cambios radicales de su comportamiento son tan abruptos que no se si en ese momento me ve como una clase de estorbo, un juguete con el que distraerse, o una clase de paria. Cualquiera que sea de aquellas opciones, nunca conseguiré comprenderla y no me molesta en lo absoluto; porque eso significaría que tendría que pensar en ella. Suficiente con mi familia como para estar pensando en una chica medio bipolar que además es una mafiosa. Gracias pero no gracias.

—¿Y bien? No tengo todo el día.—su voz, con cierta frialdad, me saca con brusquedad de mis pensamientos. Levanto la mirada, enfocando mi vista en ella, su entrecejo se frunce y aquella mirada fría no tarda en aparecer en esos ojos negros.

Puedo sentir mis palmas empezar a sudar. Y por más que me digo que no debería de sentirme nervioso, es imposible no estarlo al ser el centro de atención de unos ojos tan negros como los de un demonio. Inhalando, llenando mis pulmones de aire, busco la manera de tranquilizar mi nervioso corazón.

—Necesito ir a la universidad.—digo directo al grano, sin inmutarme por la sorpresa de su expresión. —Tengo que ir. No importa lo que digas, no puedo simplemente desperdiciar tantos años sometido a tanto estrés y noches de insomnio; sólo porque a ti no te parece. Por no mencionar que sería bastante sospechoso y extraño que de pronto a otro deje de ir a la universidad. Todos saben que soy uno de los mejores estudiantes, además de un becado.

Aquella expresión indiferente vuelve apoderarse de su rostro. Trago saliva nervioso, al sentir como una tensión empieza a crecer a nuestro alrededor.

—¿Eso es todo?—pregunta unos minutos después en un tono bajo y suave. Frunzo el ceño.

—No.—carraspeo mi garganta. Fijo mi mirada en la suya. —En cuanto a lo de la oferta de mi hermana...Me niego a que lo pagues. No se cuáles serán tus verdaderas razones pero yo no puedo aceptar limosna de nadie. Mucho menos de una mafiosa.

—¿Qué propones?—responde en ese tono de voz bajo.

Un involuntario escalofrío empieza a recorrerme el cuerpo entero, subiendo por mi espalda hasta hacer erizar los vellos de mi nuca, al ver como aquellos ojos negros se oscurecen mucho más—como si eso fuese posible—. Puedo sentir como mi corazón empieza acelerarse.

—Tr-trabajaré.—me maldigo mentalmente al escuchar la vacilación de mi voz. —No importa cuánto tenga que sacrificar, pero prefiero matarme trabajando que recibir algo de ti.

Un tenso silencio cae como una especie de manta tras mis palabras. Observo con atención su reacción, no sabiendo cómo vaya a tomar lo que dije. Mantenimiento los codos apoyados en la orilla del escritorio recarga su barbilla entre sus entrelazados dedos, casi al instante con uno de ellos empieza a delinear suavemente su labio inferior. Que desde mi punto de vista era demasiado rojo y relleno. Y que sin poderlo evitar mis ojos, como hechizados, seguían el mismo camino que sus dedos. Una sonrisa de medio lado se forma en aquellos labios.



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En el texto hay: narcotrafico, romance, drogas amor y celos

Editado: 16.06.2019

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